Si cogemos un mapa alemán veremos que Berlín está al norte del país y Múnich al sur. Aunque hay vuelos directos entre Barcelona y la capital de Alemania, el Fútbol Club Barcelona tuvo que pasar por Múnich para llegar a Berlín trazando una diagonal imaginaria entre las dos principales ciudades del país teutón. Tuvo que hacer una escala previa en la Alta Baviera y pasar un examen de seriedad y control emocional en el Allianz Arena, un escenario que le trae malos recuerdos porque allí claudicó por 4-0 el Barça del añorado Tito Vilanova hace un par de años. Este Barcelona no tiene nada que ver con aquel. El equipo al que ahora entrena Luis Enrique ha crecido mucho y cuenta con un gran elemento diferencial: Neymar. El brasileño llegó en 2013, después de aquel severo correctivo, y ha conseguido situarse como uno de los grandes referentes del club azulgrana. Por algo es su máximo goleador en esta Champions con 9 goles.
Había que pasar el trámite de Múnich para llegar a Berlín, donde el próximo 6 de junio el Barcelona peleará por conseguir su quinta Copa de Europa. Aunque los dos goles del brasileño en el primer tiempo dejaron el partido visto para sentencia, hubo que resistir el feroz dominio del Bayern en el segundo acto en una demostración más de que en la Champions nadie regala nada. Los de Guardiola, obligados por el desfavorable marcador de la ida (3-0), no se rindieron en ningún momento y acecharon con ahínco la portería de Ter Stegen, que cuajó un excelente partido. Gran acierto de Andoni Zubizarreta fichar a este portero, las cosas como son.
El caso es que el Barça perdió por la mínima (3-2) y es el primer clasificado para la gran final de la Liga de Campeones. Será la octava que juegue en su historia después de ganar en cuatro ocasiones: Wembley en 1992 (1-0 a la Sampdoria), París en 2006 (2-1 contra el Arsenal), Roma en 2009 (2-0 al Manchester United) y otra vez en Wembley en 2011 (3-1 frente al United nuevamente). Este año, en el estadio de Berlín, quién sabe si contra el Real Madrid o contra la Juventus de Turín, el Barcelona luchará por ganar su quinta Liga de Campeones. De ser contra el Madrid, estaremos ante la mayor de todas las batallas futbolísticas, un partido legendario que marcará un punto de inflexión en la historia de ambos conjuntos. El ganador será eterno y el perdedor descenderá a los infiernos futbolísticos.
Neymar fusila y Ter Stegen salva
No se sabe si espoleado por el mítico espíritu teutón o por las palabras de Alaba vaticinando un 4-0, el Bayern salió muy fuerte y tardó menos de diez minutos en adelantarse en el marcador. Cuando se busca una remontada siempre es importante marcar en los primeros minutos, antes del 15 a ser posible, para intimidar al rival y espolear a la afición. Cumpliendo con esta norma no escrita del fútbol, el Bayern se adelantó a los 8 minutos con un gol precisamente de un defensa, pero no de Alaba. Marcó Benatia, otro de los que vaticinó un 4-0, de cabeza tras un córner botado desde la derecha. Este tanto agitó a la afición bávara y acabó con una racha de 25 goles seguidos anotados por el Barça sin recibir un solo gol de los rivales. Ganaron peso las esperanzas de remontada.
Presión muy intensa, verticalidad y dominio de la posesión fueron las tres claves del juego del Bayern en estos primeros minutos. A falta de la amplitud y del desequilibrio que garantizan Robben y Ribery por las bandas, en ausencia de ambos, Guardiola se vio obligado a modificar su libreto buscando más las entradas por el centro y las jugadas de estrategia. Eso sirvió para agitar al público y hacerle soñar. Pero ante este Barcelona tan poderoso no se puede dar nada por sentado, y menos que va a ser derrotado por un severo 4-0. No necesitan tener mil ocasiones para hacer un gol; con una que tengan, te la lían. Y eso se volvió a demostrar en el Allianz Arena.
En su primera aproximación a la portería rival, llegó el gol del empate y de la tranquilidad. Marcó Neymar, aunque bien pudo hacerlo Luis Suárez si no llega a tirar de generosidad infinita para cederle el gol a su compañero cuando el charrúa estaba solo ante Neuer y preparado para fusilar después de que Messi, otra vez tú, habilitara al uruguayo y al brasileño ante la meta del Bayern. Vital este gol para ponerle ya muy cuesta arriba las cosas a los germanos, chafándoles así sus esperanzas de ganar por 4-0. Este tanto enmudeció al Allianz Arena, aunque no significó la rendición bávara, ni mucho menos. Aquí empezó la exhibición de Ter Stegen bajo los palos porque el Bayern, lejos de arriar las banderas, desplegó los cañones y se dispuso a disparar a discreción sobre la portería del Barça.
Avisó Müller con un envenenado cabezazo que buscaba colarse por la escuadra derecha del portero; ahí apareció una manopla salvadora del portero alemán para despejar el envite. Como es bien sabido dentro del mundo de fútbol, los buenos equipos se construyen desde la portería. Un equipo solvente por detrás termina siendo temible por delante, máxime si cuenta con un tridente tan poderoso como el que tiene el Barcelona arriba. Avisó Messi pero le tapó Neuer. A la segunda ya no avisaron. Otra vez la MSN al ataque. Inició el argentino tocando de cabeza hacia la carrera de Suárez, que reescribiendo el guión de la jugada del primer gol, se volvió a plantar en el área de Neuer y otra vez se la dejó a Neymar, después de que Boateng volviera a dar el cante viendo pasar el balón a su lado como si fuera una mosca. Por el segundo palo tampoco perdonó el brasileño y coló el balón entre el poste y el portero. El noveno gol de Ney en la presente edición de la Liga de Campeones y el 37º en la presente temporada, igualando a Morientes como los dos únicos jugadores que han marcado en los dos partidos de cuartos y en los dos de semis en toda la historia de la Champions.
Ya lo dice Guardiola: “El balón, cuanto más rápido va, más rápido vuelve”. Y el Bayern estaba tan abierto que concedía unos espacios mortales de necesidad atrás. Aún así siguió teniendo ocasiones, pero topándose otra vez con un inspiradísimo Stegen. Primero la tuvo Schweinsteiger con un cabezazo a centro de Bernat que sacó el guardameta del Barça con una manopla espectacular. Aunque para espectáculo el que dio poco después con una doble parada de dibujos animados. Primero despejó con el brazo izquierdo, como sin darse importancia, pero el balón estaba tan envenenado que enfiló el camino del gol y se fue directo a la red; justo cuando iba a superar la línea volvió a aparecer Ter Stegen para, con una estirada brutal y aprovechando que el cuero no traspasó completamente la raya, sacarla de debajo de los palos. Sencillamente impecable el alemán. Si en la ida fue su compatriota y homólogo Neuer el que se salió, en la vuelta lo hizo el portero del Barcelona. Sus paradones pusieron un perfecto broche a un apasionante primer tiempo.
Un gran Bayern
Que si eran una banda, que si Guardiola «el semifinalista», que si acusaba demasiado las bajas… Pues en el segundo tiempo, un irreductible Bayern dio un recital de coraje y determinación para encerrar al Barcelona en su campo y mantener la emoción en la eliminatoria. Xabi Alonso mantenía la nave germana anclada a buen puerto desde su posición de timonel del centro del campo, Bernat cargaba sin descanso por la izquierda, Thiago armaba la bayoneta desde su posición de equilibrista entre líneas y Müller y Lewandowski disparaban los cañones.
Apremiado por la necesidad, el ejército alemán cargó con intensidad en el segundo tiempo para acallar así las voces de los que le tacharon de banda. Nada más lejos de la realidad. El recital de casta se llevó por delante a un Barcelona replegado, relajado por el marcador favorable y totalmente a merced de su rival. Una sobrecarga en los isquiotibiales obligó a la retirada de Luis Suárez, dejando su sitio a Pedro, que apenas intervino porque el partido estaba claramente dominado por los locales. Las ocasiones no eran nítidas del todo, pero la sensación de dominio del Bayern era tal que el público se reenganchó al partido, aferrado a una remontada imposible. Guardiola y Luis Enrique, de pie, no paraban ni un segundo de dar indicaciones a sus hombres, conscientes de que el mínimo atisbo de relajación les podría costar muy caro.
Lewandowski terminó por hacer justicia a los méritos de su equipo y empató con un remate desde la corona del área después de dejar clavado a Mascherano, que no es poca cosa. El delantero polaco dio muestra de su calidad demostrando que no se podía ir de vacío de una semifinal tan vibrante. El gol del guerrero enmascarado no sació para nada al Bayern, que siguió tirando de intensidad y de casta para mantener al Barça encerrado. Luis Enrique lo percibió y se vio obligado a introducir a Mathieu por Rakitic. El entrenador asturiano comprobó que su equipo estaba pasando apuros atrás y aumentó el contingente defensivo para achicar el peligro. Lo conseguían a duras penas hasta que Müller se asoció con Schweinsteiger y la clavó con clase gracias a un gran golpeo con el interior. El Bayern se ponía por delante a falta de 15 minutos para el final y más de uno de sus aficionados soñaba con el milagro. Para ello necesitaban marcar otros tres goles, una meta demasiado complicada.
Para controlar mejor el balón y dosificar a uno de sus mejores hombres, Lucho metió a Xavi, que cumplió su partido 150 en la Champions, sacando del terreno de juego a un Iniesta prácticamente desaparecido. El Bayern seguía acosando ya con más corazón que cabeza y solo en las jugadas de estrategia llevaba algo de inquietud. El Barça se fue estirando conforme pasaron los minutos, conscientes de que tenían el billete para la final en la mano y el reloj jugaba a su favor. Guardiola dio entrada a Gotze y Javi Martínez por Schweinsteiger y Müller, ya con todo prácticamente visto para sentencia. Solo Gotze inquietó con un intento que abortó Alves in extremis antes de que Neymar y Messi perdonaran a la contra.
La batalla terminó, los jugadores del Barça se abrazaron y se saludaron afectuosamente, mientras que Guardiola y Luis Enrique se abrazaban en una muestra de afecto que demuestra que la amistad está por encima de las rivalidades futbolísticas. El asturiano optará el próximo 6 de junio a ganar su primera Champions como entrenador y el de Santpedor se puede ir con la cabeza bien alta después del recital de casta y profesionalidad que dio su actual equipo contra su equipo del alma.