El piloto asturiano acaba séptimo en Mónaco después de una caótica carrera
Gana Rosberg por delante de Vettel, que sale más líder del Mundial
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Es lo que tiene el circuito de Mónaco. Había pasado Fernando Alonso un día gris el sábado en el casino, así que guardó todas sus fichas para el domingo. Se aferraba al buen ritmo en carrera de su Ferrari y a una estrategia acertada en las paradas después de una buena salida que le acercara a Vettel y Raikkonen. Le jaleaba el precedente de 2010, año de su debut en la escudería del Cavallino, cuando salió el último (24.º) y remontó hasta la sexta plaza. Se llenó el bolsillo de fichas para tratar de voltear la situación. Pero la suerte le dio la espalda esta vez al asturiano. La diosa Fortuna no se alió con sus intenciones y el ovetense protagonizó una carrera decepcionante.
Desde las primeras vueltas se le hizo muy cuesta arriba el laberinto de yates colosales, tiendas de lujo y parterres floreados. Su camino por las calles de Mónaco se empinó en exceso. Su persecución sobre Raikkonen se demostró improductiva, y eso que en la vuelta 29, justo después de pasar por boxes para poner los neumáticos blandos, se echó encima del finlandés. En esas, el Ferrari de Massa saltó por los aires, safety car al canto y el gozo de Alonso en un pozo. También fue un fin de semana negro para su compañero de equipo, que ni había podido tomar parte en la sesión oficial de calificación tras estrellarse en los libres. Demasiados contratiempos para soñar con un milagro en un circuito en el que la suerte está condicionada en buena medida por el poder de cada piloto . Y ahí lleva ventaja Vettel, que sacando tajada de su condición de flamante líder del Mundial, hasta se permite el lujo de entrar en boxes justo cuando acababa de aparecer el coche de seguridad.
Se fue el safety pero apareció Sergio Pérez, que se la jugó para adelantar a Alonso. Ambos se citaron en la chicane y de ahí salió airoso el asturiano. Fue un espejismo porque en la maniobra de defensa de su plaza, el ovetense se la saltó y le dejó a merced de una sanción. Después de que ondeara la bandera roja en pista por el estrepitoso accidente de Maldonado, los comisarios atendieron las quejas de Checo y ordenaron al Ferrari que dejara pasar al McLaren. El mexicano fue el gran animador de la carrera, ese jugador desatado que arriesga gran parte de su patrimonio en la ruleta. Además de la batalla con Alonso, sacó de rueda a su propio compañero, Button, con una frenada al límite y después sacó de sus casillas a Raikkonen, que puso literalmente el grito en el cielo ante la temeridad de Pérez. «Es un idiota», exclamó el finlandés, esta vez menos gélido que de costumbre.
Reapareció el coche de seguridad después de que se tocaran Ricchiardo y Grosjean. Y cuando se fue de pista, volvieron las hostilidades entre Pérez y Raikkonen. Saltaron chispas en la chicane, Kimi tuvo que pasar por el garaje para reparar su magullado monoplaza y Pérez aguantó en pista, pero no por mucho tiempo. Cuatro vueltas después, el mexicano tuvo que abandonar. No era para menos después de su enloquecida carrera. El azteca se puso el traje de kamikaze y dejó hecho unos zorros su coche. Al final se hizo de oro Nico Rosberg, al que sí que le salió bien la jugada en el casino de Mónaco y conquistó su segunda victoria en Fórmula 1. 30 años después de la victoria de su padre, Keke, Nico ha sido capaz de repetir la hazaña de su progenitor. Un triunfo de postín que demostró que, a veces, la heráldica puede incluso con la ludopatía. Mientras, a río revuelto, ganancia de Vettel, que aumenta a 29 puntos su distancia sobre Alonso en la general del Mundial.