La selección albiceleste vapuleó a Paraguay para pasar a la final de la Copa América. Inmejororable situación para mostrarse en su mejor forma y dejar en claro el poderío verdadero en el paso previo antes de Chile.
Escandaloso partido del equipo de Lionel Messi, que ni en su peor pesadilla hubiera imaginado no convertir alguno de los seis goles, aunque jugó un partido antológico. Su lugar lo ocupó Ángel Di María, que necesitaba mas que el propio Leo, demostrarse el nivel que había sabido tener en Brasil 2014.
Párrafo aparte para Javier Pastore, el excelso bailarín que cuando juega libre otorga pase y sobre todo dinámica al ataque argentino. El cordobés es el medio de comunicación en la transición defensa-ataque, es el falso 9 atras de Aguero y el falso 8 adelante de Mascherano. Un jugador muy inteligente.
Paraguay mostró su reacción luego del 0-2 en contra y logró descontar. Puedo descontrolar a Argentina y llevarla a su juego de estrépito y éxtasis los últimos 8 minutos del primer tiempo. El principio de la segunda etapa mostró a Argentina de nuevo apurada, sin controlar la pelota y salteando líneas, hasta el tercer gol. El partido fue después una exhibición y,como una película perfecta, dejó en claro lo que Gerardo Martino quiso hacer aquel primer partido contra el mismo rival. Esta vez Argentina acertó todos los remates. Se «destapó». A la albiceleste le faltaba el gol, solo eso, para que se hable de ella como el equipo que realmente es.
En la final está Chile, anfitrión y equipo que ha demostrado un juego hermoso durante toda la Copa. Es la oportunidad de oro para el equipo chileno, que no tiene ninguna Copa América en su palmarés. Por lo pronto, ambos prometen un gran partido para el sábado.
Hoy Argentina fue escandaloso porque enseñó los dientes. Cuando vio avecinar el deja vú del 2-1 a favor, fue por mas y encontró sus frutos. La selección se encontró con ella misma, con la que puede ser en verdad. El viaje introspectivo para ello tuvo que esperar hasta el quinto partido, pero vaya si valió la pena.