Alberto Arauz (@Aarauz84)
Rumbo al sur. La serpiente multiculor continua su transitar de la mano de la costa del mar Tirreno en busca de la suela de la bota que dibuja el mapa de Italia. El Giro tiene la peculiaridad de que su recorrido apenas conoce de etapas de transición. La emboscada aguarda siempre a la vuelta de la esquina. Hoy, cuando tan sólo se cumple la cuarta etapa de las 21 que nos aguardan, volvimos a presenciar una jornada preciosa con un vibrante final.
Según se dirigía la carrera hacia el interior de la península itálica, la lluvia fue haciendo acto de presencia. El vasco de Esuskaltel Mínguez, luchaba contra climotología y pelotón, pero a 40 de meta, su sueño se desvaneció en pedazos. La tensión se mascaba al paso por el primer puerto en Vibo Valentia. Un sinfín de ataques se sucedía en busca de la victoria mostrando un ciclismo ambicioso y ofensivo.
Pero el alto de Croce Ferrata, sería el juez de la etapa. Wiggins ordenaba al Sky comandar el pelotón. Di Luca, demostrando que quien tuvo, retuvo, desafiaba a las leyes del tiempo y buscaba la machada. Con él marchaba el colombiano Chalapud. Pero la crueldad del destino hizo que a 500 metros de la gloria el grupo alcanzara a Di Luca y el joven Enrico Battaglin se anotara la más bonita victoria de su corta carrera deportiva.