Bélgica arrancó el duelo con mucha falta de finura en la línea de tres cuartos. Rusia, por el contrario, salió a defenderse y a esperar su ocasión para salir al contragolpe. Así protagonizó la primera gran ocasión del encuentro. Remate de Viktor Faizulin desde la frontal del área que despejó muy atento Thibaut Courtois.
Los Diables Rouges estaban cometiendo demasiados errores en la salida de balón, algo que no desaprovechaba la selección de Fabio Capello para meter en problemas a su rival. En el minuto 26 llegaría la jugada polémica del partido. Los rusos protestaron una acción de Toby Alderweireld dentro del área, quien acabó impactando en el pie de Maxim Kanunnikov. El árbitro alemán Felix Brych rehuyó pitar nada entre el descomunal cabreo de los rusos. En la primera media hora de juego, el partido dio margen a la ilusión, ya que los “Diablos Rojos” mostraron algunas cosas que no pudieron hacer con el sistema cerrado que le propuso Argelia en el debut. Pero con el correr de los minutos se fue pinchando, debido a que su rival de turno se acomodó bien en el mediocampo y, fiel a lo que pregona su entrenador italiano Capello, no jugó ni dejó jugar.
Por ese motivo, el encuentro cayó en un pozo difícil de salir. Domingo, y en un horario ideal para la siesta, los que se quedaron prendidos al encuentro debieron ganarse un premio a la fidelidad hacia este deporte, ya que solamente Mertens intentó hacer algo por el espectáculo, aunque no alcanzó. Entonces, como no podía ser de otra manera, se fueron al descanso igualados sin goles.
En el complemento, la paridad siguió como una constante, a tal punto que las chances de gol llegaron solamente por remates de largo distancia. Y para colmo, el árbitro alemán Brych no observó un penal de Alderweireld a Kanunnikov, a favor de Rusia.
La Sbornaya seguía dando guerra. Al filo del descanso un gran centro de Denis Glushakov desde la banda izquierda llegó finalmente en Aleksandr Kokorin, pero se le escapó su cabezazo cuando mejor lo tenía para irse al intermedio con el merecido 0-1.
Marc Wilmots tuvo que mover fichas pronto porque su equipo no estaba funcionando. El técnico belga confió los galones en Divock Origi y Kevin Mirallas para arreglar la avería, pero todo seguió igual y los Diablos Rojos continuaron atascados arriba. Rusia seguía atacando como quería, pero no lograba encontrar el gol. No obstante, el esfuerzo físico de la primera mitad acabó mermando en la Sbornaya, que quería pero no podía.
Los minutos finales fueron un mar de imprecisiones por parte de ambas selecciones. La batalla física la estaba ganando Rusia, pero no llegaron con el peligro de los primeros 45 minutos a excepción del minuto 80, cuando Andrey Eshchenko erró un clarísimo remate que lo acabó cruzando en exceso. Cuando todo indicaba que el choque iba a acabar en 0-0 despertó Eden Hazard en el 88′ para darle combinar una preciosa pared con Divock Origi, quien no falló la oportunidad para superar a Igor Afinfeev. Con esta victoria, Bélgica confirma su pase a los octavos al ponerse con seis puntos. Rusia, con un punto, encarrilará el partido definitivo frente a Argelia, ante la que apurará sus pocas opciones de jugar la siguiente fase.