El Barcelona y sus aficionados se echaron las manos a la cabeza hace ahora casi dos meses, en el partido contra Las Palmas en el Camp Nou. Al poco de comenzar el encuentro, Messi debía abandonarlo por una lesión que se convirtió en una baja más que sensible para los de Luis Enrique. Por aquel entonces, el Barcelona estaba a un punto del Madrid. Ha pasado mucho desde aquel día y lo más importante es que el conjunto culé está ahora liderando la tabla de la Liga BBVA con tres puntos de ventaja sobre los de Chamartín.
Y es que si algo ha sabido hacer Luis Enrique, ha sido confiar en las otras dos puntas de su MSN. Suárez y, sobre todo, Neymar han asumido la responsabilidad y se han convertido en el referente exclusivo de cara a puerta -como no podía ser de otra manera-. Solo Sergi Roberto y Rakitic se han colado en la lista de goleadores al margen del uruguayo y el brasileño. Mejor aún ha sido la progresión de Neymar, dubitativo en Sevilla, hasta ser un jugador total, un Messi en potencia, contra el Villarreal en el último encuentro antes del clásico. El brasileño, ahora favorito para el subcampeonato por el Balón de Oro, está en un estado de forma bestial y llega al Bernabéu como pichichi del equipo. Empatado, eso sí, con Luis Suárez. Porque el charrúa, a veces errático de cara a puerta, ayuda al equipo en la salida del balón y maneja a la perfección los espacios, amén de hacer el trabajo sucio que puso tan de moda Eto’o, presionando la salida del balón del equipo rival o abriendo huecos para la entrada desde segunda línea de Neymar.
Pero el Barcelona, aunque la tabla de goleadores diga lo contrario, ha sido mucho más desde que comenzó octubre. La derrota en Sevilla trajo consigo la buena nueva de una segunda mitad en la que encerró al conjunto de Emery en el Pizjuán, y si no empató fue por esas veces -que las hay- en las que la pelotita no quiere entrar. Así las cosas, ahora el Barça gestiona mejor los partidos, dándose al ida y vuelta en ocasiones y al control de balón la mayoría del tiempo en cada partido. Prueba de ello fue el encuentro contra el Villarreal, un rival complicado, que casi no puso en apuros a Claudio Bravo.
Porque la mejoría defensiva, basada en la presión tras pérdida, ha sido notable. Después de la derrota en Sevilla, el Barça encajó un tempranero gol en casa frente al Eibar y ahí paró de recoger Bravo la pelota de su portería. También se sumó a la buena racha, Ter Stegen en Champions. Huelga decir que en Champions, los dos partidos fueron frente al BATE Borisov, un conjunto que no tiene el caché de un Bayern o un PSG. Pero con eso, también el conjunto de Luís Enrique gestionó muy bien la salida de Getafe, con un partido eficaz en un campo que siempre se le dio mal al conjunto culé.
Todo ello ha sido apoyado por la mejoría de Piqué y el enorme rendimiento exhibido por Busquets, Rakitic y Andrés Iniesta. El otro tridente, el del mediocampo, ha dado un paso adelante a la hora de gobernar los partidos y los dos canteranos han sido claves en la velocidad a la hora de mover el balón en campo contrario. El croata, por su parte, ha aumentado su frecuencia de llegadas al área rival, permitiendo más espacios a sus compañeros gracias a su gran disparo desde lejos.
En resumen, el Barcelona llega en buenas condiciones al Clásico, con las únicas dudas de cuánto jugará Messi y si Rakitic estará en condiciones de participar.
Respecto al plan a seguir y el once a poner en liza, salvo que a Luís Enrique le dé un ataque de entrenador, todo parece apuntar al once de gala, el del triplete y la Supercopa de Europa, con Bravo, Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba, Busquets, Iniesta, Sergi Roberto o Rakitic, Neymar, Suárez y Sandro (o Munir). Todo apunta a que el 10, el mejor jugador del mundo, hará una entrada similar a la que hizo en el Calderón, alrededor del minuto 60, para cambiarlo todo.