Éramos pocos y parió el TAS. A ese circo en que se ha convertido el Fútbol Club Barcelona por obra y gracia de su pintoresca directiva, solo le faltaba que le crecieran los enanos para completar el cuadro del disparate. Y le han crecido, ¡vaya si le han crecido! La broma (porque no deja de ser una broma que un club que presume de cantera y de ‘valors’ como el Barcelona tenga que fichar a coreanos menores de edad para reforzar sus categorías inferiores) le ha salido muy cara a Bartomeu, Zubi y los suyos. No podrán fichar ni en el presente mercado invernal ni en el mercado de fichajes del próximo verano. Algunos aficionados hasta lo agradecen: «Para fichar a las medianías que ficharon, casi mejor que no fichen». La gente está muy harta.
Como los malos alumnos, Bartomeu y compañía se quedan sin recreo. Castigados sin fichar. Ya ni siquiera podrán jugar al «football manager» coincidiendo con los parones de la competición, eso que tanto les gusta para reclutar a joyas como Douglas y Vermaelen, el par de estrellitas que aun no sabemos ni por qué están en el Barcelona ni cuáles son sus méritos (más que un largo historial médico y un intercambio de favores con comisionistas) para que terminaran defendiendo la casaca blaugrana. Lo que sí sabemos es que la actual directiva culé se ha mostrado incapaz de dirigir la nave con rumbo firme. Resultado: el Barça no podrá fichar en 2015.
Al TAS no le ha temblado el pulso a la hora de desestimar el recurso presentado por el Barcelona, que se aferra al derecho al pataleo para intentar salvar el tipo y tapar un escándalo que ha dejado a Bartomeu y compañía con sus vergüenzas al aire. No tiene un pase que infrinjan el artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y Transferencia de jugadores menores de edad unos directivos que tienen la obligación de conocer al detalle la reglamentación deportiva. Pero eso sería pedir mucho a una directiva que ya infó hasta límites insospechados el fichaje de Neymar, que terminó con un sobrecoste digno de un gran pelotazo urbanístico, y se ha mostrado incluso incapaz de hilvanar un discurso coherente. Ni la directiva de Ramón Calderón obró tantos dislates durante su mandato en el Real Madrid.
Ya lo cantaba Serrat: “Niño, deja ya de joder con la pelota». A esos pobres bajitos no les ha hecho falta jugar (básicamente porque ellos también están castigados); de eso ya se encarga la pandilla del inefable Bartomeu, ese president puesto a dedo por el imputado Rosell. ¿Qué culpa tendrán esos nanos de la incompetencia que impera en las altas esferas del Barça? Una ineptitud que también paga Luis Enrique, que tendrá que tirar con lo que tiene ahora más la posible vuelta de Denis Suárez y Deulofeu (Sevilla), Tello (Oporto) y Song (West Ham) de sus cesiones.
A Joan Laporta le valdrá con sentarse a verlas venir y dejar pasar los acontecimientos para volver a la presidencia. Y lejos de discursos populistas y grandilocuentes le valdría con proclamar únicamente: «Que sí estamos tan mal, hombre». Porque el Barça no está mal, está peor; al menos, bastante peor que como estaba en 2010. A falta de agallas para dimitir, solo queda confiar en un alarde de vergüenza torera del señor Bartomeu para que adelante las elecciones al final de la actual temporada. No se puede esperar otra cosa. No hay perdón posible para los culpables de tan injustificable pecado de incompetencia.