Alberto Arauz (@Arauz84)
El Giro vivía hoy un radical cambio de escenario. Cambio de océano, cambio de climatología y cambio en el trazado. El Adriático abría sus brazos a la carrera en una jornada presidida por un imponente sol que contrastaba con los aguaceros padecidos ayer. El perfil regalaba hoy a los ciclistas una etapa llana y exenta de emboscada alguna que rompiera la carrera. Sin embargo, las caídas y los contratiempos mecánicos a punto estuvieron de costarle a Wiggins un nuevo disgusto.
Los alrededores de la costera ciudad de Bari, acogieron el paso de los ciclistas. Las impresionantes salinas que salpican el interior de la localidad de Margheritta di Bari, otorgaban unos paisajes de una belleza y espectacularidad difícilmente comparable. Los atrevidos fugados del día serían los oceánicos Cameron Wurf y Bobridge. Pero ni siquiera el pelotón les dejaría hoy opción de soñar con la machada. A 40 de meta, un pinchazo inició el calvario del británico Wiggins. El tren del Sky inició la maniobra de reinserción de su líder, pero una montonera que partió por la mitad al pelotón, atoró la calzada frenando en seco la remontada del inglés.
Los siguientes kilómetros fueron una persecución nerviosa y acelerada del conjunto Sky que veía peligrar unos minutos preciosos, pero el calentón de los hombres de negro tuvo al fin su recompensa. Todo quedaba a expensas de resolverse al sprint. Y la lógica dicta que si el terreno es raso, hay un pequeño pero explosivo ciclista que abusa de los demás. Cavendish se anotó la segunda en el Giro y la enésima de su careara volviendo a mostrar su natural sonrisa en la preciosa playa de Margheritta di Bari.