La vuelta de los octavos de final de la Champions League deparaban unos entretenidos 90 minutos, con dos equipos dispuestos a todo para no escuchar el himno de la competición por última vez esta temporada. El Chelsea vio en Costa su filón, pero cuando el hispano brasileño se rompió y todo se fue al traste. Por el contrario la estrella del PSG, Ibrahimovic, apareció, sentenció y sonrió. Si el sueco está bien el 1-2 es poco… Él mira a la final como su oportunidad de levantar el título que aún no tiene.
El saludo inicial fue el último momento de complicidad. Diego Costa en el minuto dos ya había disparado a puerta y Kevin Trapp había aparecido por primera vez. Sin Verrati, baja que última hora, Adrien Rabiot tomó el mando del equipo, pero claro el francés no hace lo mismo que el italiano. En el 5’ replicó el PSG. Moura asistió a Di Maria que con la derecha salvó a Courtouis y cuando el balón entraba la salvó Ivanovic. En el minuto 15 se desequilibró la balanza. El invitado sorpresa, Rabiot, culminó una jugada que inició Di Mariía e Ibrahimovic acostado en la derecha le regalo el tanto al volante galo.
El gol le sentó de maravilla al PSG y empezó a controlar el partido. En ese momento… gol de Diego Costa. En el momento más insospechado apareció el hispano brasileño para ponerle la tensión a un encuentro antes de que decayera. Una nueva jugada entre un lúcido Di Maria y Moura pudo acabar con el 1-2 antes del descanso, pero atrapó Courtois. Los primeros 45’ fueron intensos, luchados, con sabor a Champions.
La segunda mitad empezó con un PSG contemplativo. Como si el arroz de la paella estuviera al fuego y solo faltase vigilarlo de vez en cuando, los de Blanc dejaron pasar el tiempo. El sueño blue se murió a la hora de partido. Diego Costa, el mejor jugador de los de Hiddink en el campo, se lesionó y entró Bertrand-Traoré para sustituirlo, pero nada fue igual. En el minuto 64’ tuvo una triple oportunidad el Chelsea. William disparo raso desde lejos y Trapp sacó un brillante despeje que le cayó a Hazard. En el disparo del belga una nueva intervención del meta germano. Y de nuevo William, que esta vez no pudo sacar un disparo peligroso. La respuesta del PSG fue clara: gol y sentencia. En el 66’, solo dos minutos después, Di Maria se fue por la izquierda y de nuevo un centro para empujarla. Esta vez fue Ibrahimovic el que se llevó la gloria.
El partido murió. Nada fue igual porque ya todo estaba decidido. Los últimos veinte minutos solo sirvieron para ver alguna parada de Trapp o ver como Motta sigue siendo capaz de manejar un partido de los grandes. Lo que quedó claro es que tienen una estrella, uno del que se suele decir que no aparece en los momentos importantes, alguien al que se le adora y critica por igual: Ibrahimovic. El sueco marcó en la ida, asistió y volvió a enviar un balón a la red en la vuelta. Un pasito más para que el proyecto de los parisinos toque techo en la Champions League.