Dos goles del rumano en Vallecas valen la salvación del Getafe
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Llegó en septiembre de 2013, algunos se parodiaron de su fichaje a cuenta de su apellido e incluso lo cuestionaron simplemente aduciendo a filias y fobias personales, incluso homófobas en algunos casos. Él se limitó a hacer su trabajo con la máxima profesionalidad para contribuir a la salvación de su equipo, que decidió utilizar en la equipación su nombre de pila para evitar su uso como objeto de mofa y chanza. Y ha conseguido hacerse respetar. Ciprian Marica es el héroe del Getafe. Dos goles del rumano en Vallecas, el segundo de penalti y en el descuento, permitirán al conjunto azulón seguir una temporada más en Primera División. El destino le deparaba este guiño de felicidad a un futbolista que no lo tuvo fácil para abrirse paso entre la maleza; aún así, marcó 6 goles ayudando de forma decisiva a que el conjunto madrileño siga en la élite de nuestro fútbol. Y Madrid seguirá teniendo 4 equipos (Atlético, Real Madrid, Rayo Vallecano y Getafe) en la máxima categoría.
Pero la batalla por la salvación, como cualquiera que se precie de serlo, no fue nada fácil, aunque el Rayo ya había ganado hace tiempo la suya. Se manifestó desde un primer tiempo que resultó cargante y se hizo pesado porque ambos equipos extremaban las precauciones, en especial los visitantes que por algo eran los que se la jugaban. Con un punto les valía para mantenerse y, al margen de las presiones del rival y las noticias que llegaban desde otros campos, solo Gil Manzano pudo variar el guión si hubiese señalado un penalti de Lisandro sobre Larrivey en el minuto 4. Por los azulones, Pedro León y Ciprian Marica se querían escapar del muermo y fue precisamente el rumano quién asestó la primera dentellada. Golpeó primero el Getafe con un zapatazo desde fuera del área que sorprendió a Rubén tras una buena escaramuza del delantero azulón para deshacerse de dos rivales. Fue la mejor noticia para afrontar el que pudo ser el descanso más largo del mundo motivado por los incidentes que se produjeron en Pamplona.
El paso de los minutos sonreía a los visitantes, sabedores de que cada segundo que pasaba era un segundo más en la Liga BBVA. Pero nunca hay que cometer pecados de conformismo, y menos teniendo delante a un lobo feroz como es el Rayo Vallecano de Paco Jémez. Y al mismo tiempo que el Getafe perdía gas como un refresco cuando se agita la botella, se fue fortaleciendo el Rayito. Ganaron en intensidad y llegadas a las proximidades de Julio César, hasta que Roberto Trashorras firmó el empate con una bomba inteligente que le explotó en las manos al portero getafense encendiendo todas las alarmas en la entidad azul. Los locales celebraron el tanto como si se estuvieran jugando la vida, con o sin primas, intentando cobrarse viejas cuentas. Se entró a partir de ahí en un intercambio de golpes, que incluyó un gol anulado a Ciprian y la exhibición de Julio César. El cancerbero del Getafe compensó a lo grande su fallo en la jugada del empate y su paradón a Galeano en el último minuto fue el mayor aliciente que podían encontrar sus compañeros para atar la salvación y espantar el miedo a irse al pozo. Un gol del Rayo significaba el descenso del Geta, pero en esas apareció Sammir para irse como un tiro hacia la portería rival, cayó ante Rubén y el árbitro no dudó. Penalti. Lo lanzó Ciprian y no falló. El Getafe lo había vuelto a hacer, se había vuelto a salvar después de pasar tanto tiempo flirteando en la cuerda floja. Lo que sucedió después, tangana y demás, vale más olvidarlo. Forma parte de la esencia más oscura del deporte. El caso es que los dos equipos madrileños se volverán a encontrar la próxima temporada en Primera División, y esa es la mejor noticia posible para ambas aficiones. Lo demás son rencillas perfectamente eludibles.