El madrileño abandona el Tour por problemas de salud. «Se ha levantado con fiebre», dijo Sean Yates, director deportivo del equipo Tinkoff. Tom Dumoulin ganó en Andorre Arcalis y Froome, que llegó a la línea de meta junto a Quintana, sigue de amarillo.

Alberto Contador se retiró en plena ascensión al Cantó por fiebre después de atacar en Bonaigua a 150 kilómetros de meta.
Los que crecimos viendo, viviendo y sintiendo los triunfos de Miguel Induráin en los años noventa todavía tenemos muy viva en nuestras retinas la imagen del campeonísimo de Villava (Navarra) abandonando la Vuelta a España. Sucedió en Asturias, de camino a los Lagos de Covadonga, un 19 de septiembre de 1996. Enfermo y desgastado, en su última gran carrera, Induráin echó pie a tierra y sentimos al recordarlo el mismo escalofrío que nos recorrió cuando vimos aquellas imágenes en directo, imberbes de nosotros. Sí, desgraciadamente, comprobamos que nuestro primer ídolo era humano. Fue nuestro primer choque con la realidad. El tiempo, oh cielos, no pasa en balde.
Por encima de las circunstancias puntuales de la carrera, la primera lectura que se debe hacer del abandono de Alberto Contador es que el tiempo pasa para todos. Contador no es ajeno a ello. No decimos que esté acabado, ni mucho menos. Tiene 33 años y la historia del Tour esta jaleada de triunfos de veteranos, lo hemos comprobado sin ir más lejos en la presente edición. Simplemente alertamos del paso inexorable de los días. Aun así, aquí seguimos creyendo en el de Pinto y lo bancamos fuerte. Como para no hacerlo después de ver su intento de escaparse a 150 kilómetros de la meta, enfermo, con fiebre, tras dejarse minutos en las anteriores jornadas y sufrir dos caídas en las dos primeras etapas. Por desgracia, el intento no fructificó, pero su ataque en la primera ascensión del día nos recuerda que aquí no se ha muerto nadie.
«Ahora voy a someterme a pruebas para ver el futuro», dijo Contador al término de la etapa. ¿Cuál es el futuro? El futuro se llama Vuelta a España, pues en los Juegos Olímpicos de Río «no me veo», asume el de Pinto. En la gran ronda española tendrá una oportunidad inmejorable de reconciliarse con las mieles del triunfo, esas que ahora se han empeñado en darle su lado más amargo. Por eso mismo, el abandono ahora es lo más sensato después del calvario que ha estado sufriendo desde que comenzó la carrera. Ya se sabe que una retirada a tiempo es una victoria. De victorias sabe mucho Alberto Contador, que también sabe mucho de dignidad, sensatez y prudencia. La retirada de hoy, en el kilómetro 85, pasado el mediodía, supone la solución más sensata en estos momentos. Arrastrarse por el asfalto no es propio de un gran campeón como Contador.

Tom Dumoulin levantó los brazos en Andorre Arcalis para celebrar que es el primer holandés que encadena victorias de etapa en Vuelta, Giro y Tour.
En medio de la tempestad, emergió un portento holandés decidido a hacer historia. Ton Dumoulin puede presumir de haber ganado etapas en las tres grandes vueltas: Giro, Tour y Vuelta. No le valió a Dumoulin con triunfar en el pasado Giro, ganando la primera etapa y vistiendo la primera maglia rosa. En las carreteras francesas quiso dejar otra exhibición para la posteridad y un registro difícilmente alcanzable después de fugarse en los primeros kilómetros. Se metió en la primera escapada del día con Majka, Pinot, Rui Costa, Diego Rosa, Dani Navarro y De Gendt. Los ataques se fueron sucediendo hasta que Dumoulin emergió bajo el chaparrón para levantar los brazos en señal victoriosa en la meta de Andorre Arcalis.
En su primera jornada de amarillo en esta edición del Tour, Chris Froome tuvo que sudar el maillot para defender la túnica sagrada que había alcanzado en la jornada anterior. Solo un reducido grupo en el que sobresalía la presencia del colombiano Nairo Quintana pudo seguir su exigente ritmo. Ambos, colombiano y británico, llegaron juntos a la meta y Froome afronta la jornada de descanso de este lunes vistiendo la preciada prenda, aunque por escaso margen. Los diez primeros clasificados están en un margen de un minuto al filo de la primera semana. La cosa está que arde.