Un gran Real Madrid consiguió su primera victoria en Dortmund tras imponerse por 1-3 al Borussia en un vibrante partido que tuvo como protagonista a Cristiano Ronaldo, que con su doblete cerró (al menos de momento) la crisis del equipo de Zidane.
La Champions League es una competición especial. Y al equipo que más veces ha alzado la Orejona lo sabe. Es jugar un partido de dicha competición y el Madrid se transforma, como si estuviese respondiendo una llamada para cambiar el chip. Esta vez esta llamada de la máxima competición europea venía desde un territorio maldito para el madridismo. El Madrid nunca había logrado ganar en Dortmund, por lo que la llamada cogía a los madridistas en un momento complicado para estar a vueltas con maldiciones. Pero el gen competitivo del Real Madrid siempre le hace ir a más, sobretodo si está en su competición fetiche. El Signal Iduna Park esperaba un gran partido, y Borussia Dortmund y Real Madrid no defraudaron en este clásico europeo de los últimos años.
El Dortmund empezó fuerte, llevado en parte por el empuje de su maravillosa afición. Pero ya saben como va esto de la Champions y el Real Madrid. Es oír el famoso himno y pasar al siguiente nivel de juego cuando los demás equipos se dejan llevar por la tensión. Los locales acosaban, y el Madrid achicaba agua como podía (y con polémica incluida tras una mano de Ramos en el área), esperando a dar su golpe. Los balones a la espalda y la verticalidad de los hombres de arriba del conjunto merengue hicieron que los visitantes se diesen cuenta que nadie es mejor que ellos en esto de la Copa de Europa. Las ocasiones del Madrid llegaban con una facilidad pasmosa, hasta que finalmente entró el balón. Poco antes de llegar al minuto veinte, Carvajal centró el balón al área desde una posición muy alejada del área, consiguiendo así sorprender a la defensa del Dortmund. El gran centro del lateral de Leganés había dejado solo a Bale. De cuestionado a cuestionado. El galés no falló, empalando el balón con sutileza y precisión, colocándolo en la escuadra ante un Burki que poco pudo hacer. 0-1, golpe sobre la mesa y a seguir jugando. El revés fue tan grande que los locales volvieron de nuevo al partido. Las ocasiones y el dominio de los locales fueron aumentando hasta el final de la primera parte.
La segunda parte empezó y el Madrid decidió que tenía que acabarse ya el partido tras dejar al Borussia cerca del empate en el final de la primera parte. Bale arrancó por la izquierda, recordando a la mejor versión de Bale en el Tottenham, y parecía que nada podía pararle. Su potencia le hizo quedarse en una posición ideal para el centro, y además entraba Cristiano como una locomotora. El galés dio un pase excelente y el portugués hizo lo propio. 0-2 para los vistantes que veían como se disipaba la maldición de Dortmund gracias al mejor goleador de su historia. Pero de nuevo, los locales replicaron con fuerza. Un buen centro de un Gonzalo Castro que ya protagonizó algunas buenas jugadas de la primera parte, consiguió centrar y encontrar rematador. Ese rematador es ese chico gabonés de nombre impronunciable que por cosas de la vida tenía un abuelo en Ávila y que cerca estuvo de vestir de blanco en el pasado. Aubameyang ponía el 1-2 en el marcador y el miedo en el cuerpo de los madridistas. Volvía a haber partido. Y que partido. Un toma y daca constante en el que el espectador disfrutó como ninguno, y en el que el Real Madrid se desenvuelve como nadie. La fortaleza de Ramos y Varane en defensa se transmitió al resto del equipo, haciendo que el Madrid se acercase más al gol que sentenciaba el partido. Una salida rápida del Madrid llegó a Modric, que vió a Cristiano Ronaldo desmarcarse. El croata, que junto a Kroos rozó la excelencia en la medular, asistió al voraz delantero portugués en el momento idóneo, dejando así a Ronaldo solo. Ahí el portugués no perdona, ya que terminó fusilando a Burki para poner el definitivo 1-3, derribando así definitivamente el muro amarillo que le impedía al Real Madrid gobernar en Europa con puño de hierro. Además, esta victoria es de esas que suben la moral y hacen que desaparezcan los fantasmas que perseguían a los de Zidane en las últimas fechas. Teñir toda Europa de blanco es el mejor remedio para recuperarse de la crisis.