Derrota del Sevilla por 1-3 ante un Manchester City que ni se despeinó pensando en mantener el liderato de la Premier

Llorente lamenta una ocasión (Foto: ED)
Era un partido a vida o muerte para el Sevilla, y la muerte se presentó a los diez minutos del comienzo. La Champions ha pasado por las narices del Sevilla y solo probó bocado en el inicio ante un Borussia de Mönchengladbach desahuciado, que ahora le espera con uñas y dientes en Alemania tras remontar en vuelo y pelear la posición de Europa League. En Turín ni estuvo ni se le esperó, y en Manchester dio la cara, hasta que De Bruyne apareció en el descuento para romper las ilusiones nervionenses. Lo de hoy, pues poca historia ha tenido. El Sevilla no ha presentado batalla alguna a un City sobrado de principio a fin. Hasta el ambiente ensordecedor, enmudeció enseguida y no formó parte de una noche para olvidar. Para obtener el pase a octavos, los sevillistas deben conseguir lo seis puntos restantes, y que su rival de hoy gane a la Juventus en Turín. El problema es que a día de hoy, una victoria de los sevillanos parece casi una quimera, y menos ante rivales de tal entidad. La Liga de Campeones le ha venido grande, y no por plantilla precisamente.
Hoy Pellegrini ganó antes de empezar. En la previa anunció que irían a ganar, y así ha sido. Salió con Fernando y Fernandinho en el centro del campo para darle total liberta a un Yaya Touré desatado, dueño y señor del partido en sus noventa minutos. Lo hizo todo y más como de costumbre. Touré destruyó, y Touré era el primer eslabón de la cadena de los contraataques ingleses que tantos estragos han causado esta noche. Desde el inicio el City olió sangre y en tres zarpazos hizo dos goles para anestesiar al bando local. El primero tras una rápida combinación que acabó en un balón a la espalda de Coke y una definición perfecta de Sterling en el minuto 8. Tres más tarde, el mismo Coke regala la pelota a Sterling para que Fernandinho remate solo, y tras parada de Sergio Rico, empuje a la red con la cabeza el rechace poniendo el 0-2. El Sánchez-Pizjuán era un cementerio. Resignado por el vendaval que sacudía a los suyos con tiro al palo de Jesús Navas incluido, la afición fue testigo de la reacción de su equipo, al menos durante algunos minutos. Pellegrini supo entender bien el peligro principal del Sevilla. Tapó la banda izquierda de Konoplyanka con tres hombres y dejó jugar por al rival por la derecha. Vitolo fue quien mejor entendió el partido, y aprovechó los espacios que no tuvo el ucraniano para moverse por dentro y dejar a Coke su parcela. Banega intervino en los primeros compases, pero más tarde se diluyó con el equipo. Por la derecha llegó el gol del Sevilla. Una gran jugada de Coke por la derecha finalizó con un centro al segundo palo donde Trémoulinas completamente solo puso el 1-2 y animó el partido. Ahí fue cuando dio la sensación de que el Manchester City jugaba en función del marcador, parecía que cuando quisiera podría meter una marcha más y volver a ampliar las distancias. La diferencia física entre los dos equipos fue abismal. Poco después del gol nervionense, llegó una jugada de Navas por la derecha, que culminó en el 1-3 de Wilfried Bony. Fácil, en el corazón del área completamente solo. Los contragolpes del City siempre contaban con superioridad numérica. Yaya Touré adelantado hizo mucho daño a un Krychowiak desbordado ante la incomparecencia de Iborra, y la superioridad en el centro del campo fue total.
En la segunda mitad, el partido fue plácido para los ‘citizens’. El Sevilla lo intentó con más corazón que juego, pero no supo como hincarle el diente en ningún momento a los de Pellegrini. Emery hizo su habitual cambio de hombre por hombre en el lateral derecho, metió a Immobile, y a Khron Dehli. Los cambios mejoraron al equipo, pero el City cuajó un partido perfecto en defensa. Llorente no tuvo nada que hacer con Kompany y Otamendi y pese a acosar en muchas fases de la segunda mitad al conjunto inglés, los de Nervión no siquiera dispararon a puerta. Es la realidad actual del Sevilla. Tampoco lo hizo en Villarreal excepto en el gol de Fernando Llorente, y no parece que Emery de con la tecla. Los cambios son los mismos pase lo que pase durante el partido, el sistema de juego no cambia a pesar de ofrecer resultados nulos durante gran parte de la temporada, y los sucesos internos en el vestuario sevillista no parecen ser lo más adecuados para superar esta crisis que ya es demasiado preocupante, en pleno noviembre y recibiendo al Madrid el próximo domingo. El Manchester ya estaba con la mente puesta en su próximo partido de Premier League, pues había finiquitado el partido en un suspiro. El quiero y no puedo de un impotente Sevilla no dio para más, a día de hoy, el futuro pinta muy negro para un equipo llamado a pelear por todo y que no está peleando por nada.