Enésimo ridículo del Sporting a domicilio para mantener la mala racha fuera de casa en un partido marcado por el tempranero gol de Babin y la expulsión de Bernardo.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
El Alcorcón, un equipo que antes de jugar este partido estaba solo tres puntos por encima del descenso, ha ganado un encuentro insufrible y toma oxígeno a costa de un rival al que le flaquean las fuerzas y le flaquea todo. Otra humillación, la quinta fuera de casa, para mantener el bucle negativo que atenaza a los rojiblancos. El dato estremece: tres meses lleva el Sporting sin ganar a domicilio. Pero con ser preocupante esta referencia, lo peor es la imagen que desprende este equipo. Patético, indolente, vergonzoso,… Sobran los adjetivos para calificar el lamentable partido que despacharon los rojiblancos en Santo Domingo. Empezaron dando vergüenza y terminaron dando pena. Es de agradecer que solo les cayera un gol porque, más por deméritos propios que por méritos de los locales, cada ataque alcorconero era una agonía.
Aunque la plantilla muestra una sensación de indolencia que preocupa y desespera a partes iguales, es imposible no apuntar a José Ramón Sandoval, no responsabilizarle de lo ocurrido por insistir en una apuesta futbolística que se está revelando absolutamente inútil; muchos entienden eso como un ejercicio de pura incompetencia, otros opinan que todo se reduce a una falta de respeto a un club centenario como es el Real Sporting de Gijón. No tiene un pase que este equipo no haya sumado más que un mísero punto a domicilio desde el polémico empate del domingo 16 de febrero contra el Dépor y lleve un trimestre cosechando derrotas en todos y cada uno de los desplazamientos. Desde el uno a uno de Riazor, el Sporting ha hecho el ridículo en todas las salidas: en Ipurúa, La Victoria, estadio de Gran Canaria y Nova Creu Alta. Da igual el resultado, que sea mayor o menor el correctivo recibido, lo más preocupante es la inaceptable actitud de algunos futbolistas, amanerados, incapaces de perder con gloria, de dejarse la vida, incapaces no ya de morir matando, sino de morir corriendo; uno debe estar a la altura de las pasiones que genera y partidos como el de ayer hay que terminarlos con la camiseta destrozada y el honor por el estilo. Que al menos se pueda agarrar a eso el míster, aunque ya hace tiempo que Sandoval no tiene discurso y sus comparecencias ante la prensa se reducen a simple palabrería. Parole, parole, parole.
Para ser justos hay que recordar que el Alcorcón marcó recién sobrepasado el cuarto de hora de partido y eso allanó su camino. A partir del tempranero tanto de Babin, el conjunto madrileño se encontró con un oasis por delante para explotar sus virtudes: movilidad, resistencia numantina en defensa y la intensidad requerida para mantener la renta. Cuestión de actitud, al fin y al cabo. Esa es la gran diferencia entre un equipo con criterio y otro que adolece de una carencia absoluta de sentido común. En eso se nota la mano del entrenador y, al igual que la dignidad, se tiene o no se tiene. Y el Alcorcón tiene entrenador, el Sporting no. Desde el retorno de José Bordalás al banquillo, el pasado mes de febrero, los alfareros encadenan cinco partidos invictos (tres victorias y dos empates). Dio igual que tengan la etiqueta de ser el peor local de la categoría; contra los gallitos actuaron como gallos y vencieron a equipos que ocupan puestos de promoción como Recreativo, Tenerife y Las Palmas, además de Sabadell y Alavés, al margen de la victoria contra el Sporting. Tres de los seis triunfos del Alcorcón en Santo Domingo llevan la firma de Bordalás. Otro colega que le propina un tremendo repaso táctico a Sandoval, que ni siquiera pareció recordar que hace poco más de un año su equipo ganó cero a uno en Santo Domingo con un gol de Sangoy y una exhibición de Cuéllar bajo los palos. Esta vez ni eso.
El enésimo ridículo a domicilio
Para no renunciar a las tradiciones, y demostrando que el ser humano es un animal de costumbres, Sandoval repitió la alineación que solventó con victoria el trámite contra el Lugo formando Scepovic y Lekic en la punta de lanza, a pesar de que el técnico madrileño ensayó toda la semana con Miguel Ángel Guerrero en el eje del ataque. Poco importó la presencia de los pánzer en la delantera. Los buenos de Stefan y Dejan no son últimamente ni la sombra de lo que fueron no hace tanto; tienen la pólvora mojada y la falta de motivación que se contagia desde el banquillo les está afectando a los serbios como la más virulenta de las epidemias. Huelga decir que la baja por lesión de Nacho Cases pesa como un grillete atado al tobillo de cada futbolista, que deambulan por el campo sin criterio ninguno para mover el balón con sentido. El juego por bandas, con la exasperante presencia de Isma López y Santi Jara, ni está ni se le espera. Ante esta tesitura, el mazazo del rival solo parece cuestión de tiempo.
En Santo Domingo, ese mazazo tardó apenas quince minutos en llegar. Nada más ilustrativo que una acción a balón parado para evidenciar las inmensas carencias que muestra el Sporting. Saque de esquina al segundo palo y por allí aparece como un mercancías Babin para cabecear a la red. Luis Hernández, encargado de ese marcaje, todavía se debería estar preguntando por qué le ganaron la posición con tanta facilidad. Esta acción tendría que mostrarse en las escuelas de futbolistas y entrenadores para ilustrar lo que nunca jamás se puede hacer sobre un terreno de juego. El gol encajado fue un cargamento de cemento que blindó la ventaja local y hundió la moral de los sportinguistas. A partir de ahí, como mandan los cánones de Segunda, el Alcorcón se dedicó a especular con el resultado y el Sporting incurrió en los vicios de siempre. Nulo criterio para mover el balón, caos total en el ataque, absoluta descolocación; la enésima demostración de que es un equipo roto y marcado por los inútiles planteamientos tácticos inculcados por un entrenador que ya ha agotado su librillo. Ya no se lo cree ni él mismo.
Si alguien esperaba una reacción después del paso por los vestuarios, lo cierto es que llegó de la mano de Miguel Ángel Guerrero. La entrada del ariete de Borox, que sustituyó a un impotente Lekic, refrescó al equipo y levantó la moral de la tropa, que comenzó a creer relativamente en la remontada. La intensidad fue otra y las esperanzas de victoria crecieron entre los seguidores más optimistas. Pero reincidiendo en el fatalismo que atenaza a la escuadra gijonesa, de repente se encontraron con la expulsión de Bernardo, que vio la segunda amarilla y se fue a la ducha antes de tiempo por sacar el codo a pasear. Si la defensa del Sporting ya está normalmente cogida con pinzas, más aún lo está cuando pierde a uno de sus puntales. Esta vez fue el colombiano y su ausencia no solo afectó a la zaga, se propagó por todo el equipo como si fuera una epidemia.
No hubo más goles y el Alcorcón quiso hurgar en la herida ampliando la renta, pero no lo consiguió. Pacheco traía de cabeza a la defensa rojiblanca, pero Luis Hernández compensó su grosero error en la marca de la jugada del gol abortando con seguridad todas las jugadas que llegaban a sus dominios. Mal asunto cuando el mejor de un equipo es un defensa. Eso significa, cuanto menos, que la propuesta ofensiva brilla por su ausencia y la cobertura de las acciones de los rivales se erige en la única alternativa para capear el temporal. Se pecó de dureza y suerte tuvieron los sportinguistas de que el árbitro se diera mus y no fuese más severo a la hora de castigar su excesiva contundencia. Con este panorama presente, las esperanzas de remontada fueron poco menos que una quimera a pesar de que en el descuento Canella tuvo el empate en sus botas en una volea que se marchó ligeramente alta, justo después de que el Alcorcón se quedara con un hombre menos por la expulsión de Jony. Fue una buena metáfora de la impotencia del equipo asturiano, un cuadro que está hecho unos zorros y que ve difuminarse sus opciones de acceder al ascenso directo. Cierto que aún queda el nimio consuelo de la promoción, pero tanta inestabilidad vaticina no pocas dificultades para asegurarse un puesto en el playoff.
LA FICHA TÉCNICA
Alcorcón: Dani Giménez; Iribas, Babin, Verdes, Ángel Sánchez; Rubén Sanz, Sergio Mora (Jony, minuto 67); Sales, Antonio Martínez, Pacheco (Sergio Prendes, minuto 83); y Óscar Plano (Arnal, minuto 73).
Sporting: Cuéllar; Lora, Luis Hernández, Bernardo, Canella; Jara (Álex Barrera, minuto 59), Sergio, Mendi, Isma López (Bustos, minuto 72); Lekic (Guerrero, minuto 45) y Scepovic.
Gol: 1-0: minuto 17, Babin marca de cabeza a la salida de un córner.
Árbitro: López Acera (Comité Extremeño). Tarjeta roja a Bernardo (24′ y 55′) y a Jony (92′), ambas por doble amonestación. Amarillas a Pacheco (23′), Mandi (27′), Canella (35), Lora (50′) y Bustos (92).
Incidencias: Santo Domingo. Unos 3.000 espectadores, con unos 500 seguidores rojiblancos. Terreno de juego en aceptables condiciones. Tarde soleada.
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