Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
Ya es eterno. Aunque lo era en el corazón de miles de sportinguistas, desde este viernes 7 de junio de 2013 no es una metáfora. Es una realidad dura como el bronce con el que el escultor Vicente Santarúa construyó la estatua a tamaño real de un cantabrón de Astillero que sembró cariño, respeto y gratitud allá por donde pasó. Se hacía querer fácilmente este Manuel Preciado Rebolledo. En Valencia, Murcia, Santander y, sobre todo, Gijón, Preciado se ganó a la gente. En gran medida por esa infatigable y encomiable labor en los banquillos que le sirvió para conseguir brillantes resultados; pero principalmente por ese carácter abierto, sencillo y espontáneo, siempre próximo al aficionado de a pie. Era el entrenador del pueblo, un hombre que bajo su ostensible vozarrón escondía un corazón entregado a los demás. Así se ganó la eterna admiración de los aficionados de Levante, Murcia, Racing y, en especial, del Sporting. Incluso del Villarreal, esa espina clavada, ese equipo donde quién sabe si esta temporada habría conseguido un nuevo ascenso. Preciado era capaz de eso y de más.
Para los sportinguistas, hablar de Manolo Preciado es hablar de mucho más que de un formidable entrenador y una buena persona. Es un recuerdo eterno al que han dado forma en una estatua que se convertirá en lugar de peregrinación para todos los amantes del fútbol. En su Alameda, a un paso del estadio que se convirtió en su casa, brillará con más fuerza que nunca la luz del sportinguismo. Ahora que el Sporting necesita más que nunca vislumbrar la claridad al final del particular túnel donde lo han adentrado, se ve el sol. Porque como le gustaba decir a Preciado: «Mañana saldrá el sol». Y ha salido al lado de El Molinón para alumbrar un símbolo con el que se podrán compartir las penas y, sobre todo, las alegrías. ¡Qué lugar mejor para celebrar los triunfos del equipo! Ni Diosas ni Dioses. Allí deberían realizarse las celebraciones del Sporting porque, como explicó el periodista Rafa Quirós, «tenemos una estatua que no está en ningún pedestal. No hay que andar con cazoletas de grúas, llamando a la Policía Municipal… Tenemos aquí, al lado de El Molinón, a Manolo Preciado a ras de tierra, como él siempre vivió toda su vida».
Más de seiscientas personas quisieron acompañar este viernes la ceremonia de inauguración de la estatua conmemorativa de Manolo Preciado, erigida por cuestación popular y descubierta por una ráfaga de viento como si la naturaleza estuviera impaciente por abrazar al míster. Con Rafa Quirós honrando el concepto de maestro de ceremonias, el acto destacó por su sencillez y emoción. No faltaron futbolistas que siempre han estado al lado de Preciado como Míchel o Diego Castro, y jugadores de la actual plantilla del Sporting que no viajaron a Miranda de Ebro como Lora, Canella, Gregory, Sergio y Cases. Los familiares de Preciado presidieron un evento donde flotaban en el aire las buenas palabras y las muestras de cariño. Aunque el momento más emotivo de la tarde se vivió cuando tomó la palabra su hijo, Manu Preciado. Quebrado por la emoción, Manu no pudo leer el texto que llevaba preparado, rompió a llorar y el presentador del acto, siempre atento y resolutivo al quite, leyó con naturalidad y destreza un sentido mensaje de agradecimiento por los años de felicidad que su padre disfrutó en Gijón. Tampoco faltó la emoción cuando sonaron la ´Marcha d’Antón el neñu´ al son de la gaita y la emotiva canción que Pipo Prendes cantó a capela demostrando que donde no llegan los acordes musicales, llega una gran voz.
El mérito principal de que esta bendita locura se haya llevado a buen puerto es de Jaime Álvarez, presidente de la peña Portalsportinguista, y de «esos 4 o 5 locos», que no pararon hasta levantar una estatua que inmortaliza la figura de un entrenador admirable. Un meritorio y brillante trabajo ha llevado hasta la eternidad a Manolo Preciado, que estará para siempre en El Molinón, junto a las 5.000 placas donde reposan los nombres de los amigos que se quieren inmortalizar junto a él. Los rostros de emoción que se vieron este 7 de junio en la Alameda demuestran que Preciado ya es un mito en Gijón. A pesar de que nos dejó físicamente hace un año, su espíritu se ha quedado para siempre entre nosotros. Y aunque nos invada la tristeza por la pérdida de un hombre irrepetible, el mejor recuerdo posible hacia un vitalista como él será recordarle con una sonrisa. Un tipo siempre sonriente que nos transmitió como gran lección que la felicidad está al alcance de nuestras manos. Ya lo canta Pipo Prendes: «Hasta siempre buen amigo, va por ti». Van por ti estas líneas, eterno Preciado.
Escucha nuestro adiós a Preciado
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