Décimo aniversario del fallecimiento de El Pirata
Por Carlos Rodríguez (@carlosrsp87)
Marco Pantani, un ejemplo de cómo llegar de la nada al éxito y caer estrepitosamente. Llegó de la categoría amateur costándole despegar, una vez conseguido, emprendió el vuelo hacia el éxito y, desde ahí, comenzó un descenso irrefrenable hasta los infiernos. Consiguiendo el doblete más ansiado en el mundo del ciclismo con las victorias en el Giro de Italia y Tour de Francia de 1998, pasó a perderlo todo aquella mañana en Madonna di Campiglio tras meses de adicción y pérdida de control.
Cuando hizo su aparición causó una revolución por sus características, entrega y valor. Un ídolo que pasaba fronteras no solo en Italia, donde era un héroe nacional. Fue el resurgimiento del escalador puro, que atacaba sin mirar atrás, con la valentía que siempre ha encumbrado al escalador frente al rodador. El italiano supuso un soplo de aire fresco frente a los grandes dominadores de la época de Miguel Indurain: Jan Ullrich, Bjarne Riis o Alex Zülle.
El Pirata recordaba a la vieja escuela, a la épica de antaño en un ciclismo ahora más táctico y controlado. Su figura le llevó hasta ser un mito. Sus victorias y demostraciones continuas fueron su aval para convertirse en uno de los ciclistas más queridos. Una de sus hazañas mas recordadas fue el triunfo en el Alpe d’Huez en 1997, estableciendo el récord en la ascensión y finalizando tercero en la general del Tour de Francia, el mismo resultado que consiguió en 1994 cuando concluyó también segundo en el Giro. Sus éxitos se vieron un poco truncados en Turín, en 1995, en la Milano por sendos atropellos y accidentes que le pudieron dejar fuera del ciclismo.
Pero Pantani regresó en el 97 agrandando su figura ganando en casa el Giro de Italia en un recorrido no muy favorable para sus características; aún así sentenció en su territorio, la montaña,en Plan Cavallo y Montecampione. El 98 fue su año, el que siempre será recordado por sus grandes ascensiones. En especial su ataque en el Galibier, poco más de un mes después de ganar la maglia rosa, que le valió para derrotar a todos sus rivales y sentenciar el Tour de Francia.
Cuando todo iba viento en popa todo cambió. Ocurrió un año después, en 1999. Empezó arrasando en el Giro con la gloriosa ascensión a Oropa, Alpe di Pampeago y Madonna di Campiglio. Pero en la mañana del 5 de Junio, un día antes de concluir la ronda italiana en Milán, cambió la cosa. Ese día empezó su muerte. Un control antidopaje con una tasa de hematocrito del 51,9% le obligó a abandonar un Giro que entendía como suyo.
Esa fecha marca el inicio del fin. A partir de ahí, el ídolo se convirtió en un mito perseguido por la sospecha del dopaje y sumido en una depresión y adicción a las drogas en las que se refugió durante meses con varios intentos fallidos por volver a lo más alto. Muchos se aprovecharon de su figura, debilitada, y él no pudo devolver lo que había quitado al ciclismo, su imagen.
El 14 de Febrero de 2004, toda Italia y todos los amantes del ciclismo sufrieron y lloraron al enterarse de la noticia. Un hotel de veraneo en Rimini fue el fatídico escenario en el que El Pirata escribió su final por una ingesta masiva de antidepresivos y drogas que le causaron instantáneamente la muerte. Su fallecimiento, para los que le conocieron y estuvieron con él durante su caída, estaba anunciada y comenzó en un sitio: Madonna di Campiglio. Genio y figura hasta la sepultura. Así será recordado Marco Pantani, para algunos un héroe y para otros un villano. Para todos, una vida que pasó del éxito más cegador al fracaso más desolador. Descanse en paz.