La crónica del Masters 1.000 de Montecarlo por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
El serbio arrasó a su rival 6-2 y 7-6 (1) en plan ‘ciclón’ para evitar la novena victoria consecutiva del español en Monaco y se postula como el único tenista capaz de discutir al ‘Rey de la tierra batida’ en su superficie fetiche
El número uno de la ATP, el serbio Novak Djokovic, acabó esta tarde de domingo con una de las pocas tradiciones del mundo del tenis masculino, aquel que dictaba la victoria aplastante e irrefutable de Rafa Nadal (5º) en el Masters 1.000 de Montecarlo, hecho que venía produciéndose los últimos años ininterrupidamente. Pero ese dominio tiránico del manacorí en su superficie predilecta, la tierra batida, ya conoció algunas sombras hace dos años en la descomunal campaña del serbio que había logrado ganar a Rafa en las finales de Roma y Madrid, y si bien Rafa había logrado revertir esa tendencia el año pasado, en esta ocasión Djokovic (1º) sale más coco que nunca de este primer envite serio en tierra. Ambos son ahora los tenistas más en forma y todo indica que seguirán haciendo historia en uno de los ‘nuevos’ clásicos del tenis mundial. Ya he leído por ahí que ‘Nole’ se convierte con esta victoria en ‘Rey de todo’ pero ojo, esto solo ha sido un único torneo, lo importante es Roland Garros, lo demás son fuegos de artificio y no se trata de buscar excusas pero Nadal (5º) aún está en disposición deequilibrar la ventaja que parece haber tomado el serbio ante él, porque esta fue una derrota sin haber jugado bien; ok, mérito total de Djokovic (1º), que jugó brutal y no dejó que Nadal (5º) desplegara su tenis, pero el español debe pensar que con un par de enfrentamientos más ante los tenistas de su nivel (los Federer, Murray, Djokovic o el Del Potro de las grandes ocasiones) habrá cubierto su vuelta total al tenis, ya que por ahora se ha ido midiendo a tenistas de un peldaño por debajo de los citados y lo que le va a Rafa es la marcha, la caña, los duelos parejos donde explotar todo su tesón y ambición.
La final parecía encaminada a un paseo triunfal del balcánico que arrancó el choque muy metido en pista y más agresivo que nunca, sorprendiendo al español y jugándole con su mismo libreto: no rehuía los peloteos largos y duros Novak, que buscó las líneas, trazó ángulos y machacó el revés de Rafa. En apenas 25 minutos el 5-0 campeaba en el marcador a favor del serbio, a quien le costaba muy poco romper el saque del rival y si bien dudaba con el suyo, el dominio era aplastante para el número uno del mundo. Incluso parecía que iba a darse un resultado histórico cuando Rafa volvía a sufrir con su saque para evitar un rosco humillante. Pero la garra y el orgullo del mallorquín le hizo salvar cinco bolas de set con cinco primorosos saques y acto seguido esas ocasiones perdidas parecían turbar al balcánico que cedía su saque y se atisbaba una leve mejoría en el juego de Nadal, muy parado en todo el choque pero con visos de comenzar a carburar. No hubiese sido la primera remontada de tal calibre en la carrera del español (Federer puede dar fe de ello), pero el nervisosismo le hizo perder su saque con una doble falta que en parte vino determinada por lo tan metido en pista que jugaba y restaba el balcánico.
El segundo parcial fue muchísimo más igualado y planeó siempre la sensación de que con una contienda pareja todo podría alargarse hasta el tercer set. Destellos de partidazo comenzaron a aflorar cuando ambos tenistas sudaban cada punto sin concesiones al rival, lo que desembocó en una serie de breaks y contrabreaks que enloquecieron el encuentro. Pero se notaba que Nadal no estaba cómodo y la prueba estuvo en que por dos ocasiones dejó escaspar un break de ventaja, la más dolorosa y la que lo hundió definitivamente esa en la que sacaba con 6-5 para llevar el choque al tercer set tras frenar en seco la remontada serbia y haberle roto el saque con todas las de la ley a Novak. Pero hoy la mente del español debía de estar nublada y toda la confianza y la fe inquebrantable de los que siempre hizo gala se esfumaron de golpe cuando ‘Nole’ salvaba el set rompiéndole en blanco el saque a su rival y le endosaba un 7-1 en el tie break a base de golpetazos de genio. Se trataba del tercer título del año para Djokovic (1º), tras el Open de Australia en enero y el de ATP500 de Dubai en febrero, y en parte disipaba los rumores ante un posible bajón de juego tras no haber dado lo que de él se esperaba en Indian Wells y Miami, donde dilapidó una racha victoriosa de 22 encuentros seguidos, con derrotas ante el argentino Del Potro (7º) en semis de California y ante el alemán Haas (14º) en octavos de Florida.
Escrito al son del ‘Good Golly Miss Molly’ (1969) de la Creedence Clearwater Revival.