Novak Djokovic ya es campeón del Open de Australia por cuarta vez tras deshacerse en la final de Andy Murray (6-7(2), 7-6(3), 6-3, 6-2). De este modo, el tenista serbio iguala el récord de títulos australianos en la era Open, que comparte con Andre Agassi y Roger Federer. Además, Djokovic es el primero en ganar en Melbourne durante tres años consecutivos.
La superficie de Australia es la predilecta del jugador serbio. Más lenta que la de Londres y Nueva York, pero más rápida que la de París. En ella, Djokovic puede exhibir todas la virtudes de su juego: fiable y consistente a la par que agresivo. De hecho, el Rod Laver Arena (pista central del Open de Australia) ha sido testigo de cuatro de sus seis títulos de Grand Slam.
Andy Murray, su rival en la final de hoy, exponía unas virtudes similares a las de Djokovic con un punto menos de agresividad y fortaleza mental. Sin embargo, el escocés había sido capaz de vencerle en la reciente final del US Open.
Sin fisuras en el juego y con la solidez por bandera, la batalla de hoy entre los dos finalistas podía equipararse a una maratón en una pista de tenis: una dura prueba de consistencia tenística y fondo físico. La primera rotura de servicio llegó tras casi tres horas de juego, un dato llamativo cuando se enfrentan, posiblemente, los dos mejores restadores del mundo.
En esta maratón con raqueta, fue Murray quien no aguantó el ritmo de su rival desde el ecuador del tercer set. Su dura semifinal contra Roger Federer y el menor tiempo de descanso respecto a Djokovic acabaron pesando en el físico del jugador británico.
Como viene siendo habitual, el número 1 mundial se creció después de una fase inicial dubitativa y acabó imponiendo su jerarquía. El Open de Australia habla serbio por tercer año consecutivo y Djokovic se consolida como el rey de la pista dura.
En el cuadro femenino, Victoria Azarenka defendió el título conseguido hace un año, lo que supone el segundo trofeo de Grand Slam de su carrera. La bielorrusa fue de menos a más ante la china Na Li (4-6, 6-4, 6-3) y conserva de este modo su status de mejor jugadora del mundo.
Azarenka no solo necesitó superar a su rival, sino también a un público enemistado con ella tras su semifinal contra Sloane Stephens. La atención médica recibida por la bielorrusa en la recta final de aquel partido, inmediatamente antes de lograr la victoria, no ha sido bien acogida por numerosos aficionados al tenis.
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