El Metropolitano empezó a rugir mucho antes de que el árbitro señalara el inicio del partido, era día especial, Fernando Torres decía hasta pronto al equipo de su vida, su afición iba a despedirlo como merece. «De niño a leyenda», ese eral el mensaje que lucía el tifo preparado para tal ocasión. El histórico goleador español saltó al campo con sus hijos, mientras que el Eibar hacía el pasillo al Atlético por el título europeo logrado en Lyon el pasado miércoles.
El partido en sí mismo fue lo de menos, la afición atlética estaba instalada en un estado inmenso de felicidad y lo demostró con la sucesión de distintos cánticos hacia el equipo y los jugadores recientemente proclamados campeones. Con nada en juego, un ritmo lento de partido fue la tónica del encuentro. En los ataques del Atlético tanto Saúl cómo Correa miraban descaradamente a Torres para que pudiera culminar la jugada. Claro está, el Eibar también tiene su nueve, Kike García, y Joan Jordán lo encontró antes, conexión armera encontrando un resquicio en la defensa rojiblanca, Kike entró entre los dos centrales y desde el suelo remató cruzado batiendo a Oblak que se quedó a media salida. Antes del descanso, balón largo de Gabi para Correa que comandó a la perfección el contragolpe, y en el mano a mano ante Dmitrovic se la cedió a Torres que a placer, estableció la igualada en el marcador, para locura, éxtasis de la afición colchonera congregada en la tarde de hoy en el Metropolitano.
En el segundo tiempo entraron Diego Costa y Griezmann por Correa y Koke, y fue el internacional español el que filtró un gran pase para que Torres se queda en el mano a mano con Dmitrovic, y con un buen quiebro se marchara y rematara a gol remontando el partido y logrando enloquecer de nuevo a un Metropolitano totalmente entregado a su héroe. Álvarez Izquierdo también quiso su cuota de protagonismo y expulsó por doble amarilla a Lucas Hernández. Minutos más tarde, Rubén Peña se hizo con un rechace en la frontal y con un zambombazo espectacular, inapelable para Oblak logró la igualada que se mantuvo hasta el final del encuentro.
Al término del partido, el homenaje a Fernando Torres se prolongó durante algo más de una hora en la que hablaron, Gabi cómo capitán del equipo, Gárate, como mito rojiblanco, haciéndole entrega de una placa de leyenda en la que estaban reflejados los 404 partidos que jugó con la elástica rojiblanca. Cuarenta socios del Atlético portaron una camiseta gigante firmada por todos los aficionados atléticos que se acercaron en la previa del partido. Con su familia, padres, hermanos, esposa e hijos, Torres dio un discurso en el que se quiso acordar de Luis Aragonés, y de su abuelo, que le inculcó el amor al Atlético y agradeció el cariño de su afición, para terminar con una vuelta al campo rodeado por sus compañeros.
¡Hasta pronto Fernando!