Un doblete de Neymar y un tanto en propia puerta de Miranda dan la victoria a los hombres de Luis Enrique tras una vibrante disputa en el Vicente Calderón. Gil Manzano señaló un penalti inexistente y no expulsó a Arda por tirarle su bota izquierda al línea. Tercera victoria de los culés sobre los atléticos en tres partidos.
Al Fútbol Club Barcelona le ocurre en el Vicente Calderón algo parecido a lo que le pasó a Estados Unidos en Vietnam. Desarrollan duros y vibrantes combates que arrojan un balance más favorable para las tropas locales que para las huestes visitantes. Después de lo ocurrido en esta eliminatoria, de 70 partidos oficiales disputados por el Barcelona en este estadio, ha ganado 27, ha empatado 14 y ha perdido 29; de manera que los resultados reconocen la soberanía del Atlético de Madrid en su feudo, aunque el acuerdo también permite al Barça obtener victorias tan intensas como la de este miércoles. Sobrevivieron a todo y a todos, empezando por el tempranero golazo de Fernando Torres, siguiendo por un penalti inexistente, pasando por una trifulca en el descanso, sobreponiéndose al nefasto arbitraje de Gil Manzano e incluso esquivando algún zapatillazo. No ganó la guerra, pero se llevó una apasionante batalla a la orilla del Manzanares y sigue su aventura copera.
Lo que vale es que el Barcelona está en semifinales de la Copa del Rey y ya espera rival. El Atlético tiene otras prioridades. En la Liga, asegurarse la tercera plaza que da acceso directo a la Champions, competición en la que intentará llegar lo más lejos posible a partir del cruce de octavos contra el Leverkusen. Esas son las prioridades del Cholo y sus hombres. Lo demás es mero atrezzo. De tal suerte no se puede interpretar como un fracaso que hayan sido eliminados de la Copa por el Rey de Copas, el todopoderoso Barça, que, entre otras metas pendientes, en 2015 se quiere sacar la espina de la derrota en la final copera del pasado año. No lleva mal camino, guiado por la imparable progresión de Neymar y la magia de Messi, con Luis Suárez siempre al acecho. En el nuevo Barça ya no mandan los centrocampistas, mandan los delanteros a partir de ese portentoso tridente que es el terror de cualquier defensa. Cuesta mucho frenar el tremendo dispositivo ofensivo que tienen los culés. Porque si no es uno, es el otro, pero siempre la lía alguno de esos tres estiletes.
En la última batalla disputada en el Vicente Calderón tocó remar a contracorriente después del fabuloso gol de Fernando Torres a los 38 segundos. Le está cogiendo el gusto El Niño a eso de marcar en los primeros instantes de los partidos. Si en el Bernabéu marcó a los 46 segundos, ayer rebajó su plusmarca en 8 segundos y de paso vuelve a saborear las mieles de marcarle a un rival que siempre se le ha dado bien (le ha hecho 9 goles en 14 partidos). Le bastó con driblar a Mascherano como si fuera un cono y soltar un zurriagazo con su pierna derecha que Ter Stegen solo pudo seguir con la mirada para ver cómo se colaba después de pegar en su palo derecho. El hijo pródigo llegó y besó el césped para celebrar un golazo que igualaba la eliminatoria e hinchaba los sueños colchoneros. Hasta que apareció Messi y se sacó un alfiler de la cajita de sus trucos mágicos para pincharlos, poniéndole la sotana a Mario Suárez, servirle un perfecto pase interior a Luis Suárez, quien se encargó de prolongar la jugada en profundidad para la carrera de Neymar, al que le bastaron dos toques (control orientado y definición) para superar a Oblak. Un gran gol al contragolpe, hilvanado por 9 toques en menos de 15 segundos, que ejemplifica a la perfección cuál es la seña distintiva del Barça de Lucho. Pero el Atlético todavía no había dicho su última palabra.
Si ya es contundente el discurso del Cholo, el apoyo extra que le ofreció Gil Manzano, regalándole un penalti inexistente, le otorgó la patente de corso a su librillo de quejas, reclamaciones y divagaciones habituales. El árbitro señaló dentro un derribo de Mascherano a Juanfran fuera del área y Raúl García no desperdició la concesión, aunque Ter Stegen le adivinó la intención y casi le chafa los planes. El Barça encajó el mazazo con naturalidad y no se vino abajo, ni mucho menos. No necesitó que transcurrieran más de 10 minutos para demostrarlo. A la salida de un córner, esa eterna asignatura pendiente, volvió a igualar la contienda. Fue Miranda, oh sorpresa, quien se introdujo el balón en su propia portería en su intento por despejar la bola después de que Busquets tocara de cabeza en el primer palo, demostrando que Sergio es una de las principales bazas con las que juega Luis Enrique para ganar puntos en los metros finales, como ya ocurrió en Mestalla. Estaba el partido precioso, bronco y copero, siguiendo los cánones de esos grandes duelos que nos han dejado Atleti y Barça en la retina. Fútbol en estado puro y con polémica incluida, que de todo tiene que haber en la viña de estos partidazos.
La polémica iba y venía. Después de las protestas culés tras ese penalti inexistente que dio origen al segundo del Atlético, llegaron las quejas colchoneras. Griezmann empaló un potente disparo desde el punto de penalti, el balón golpeó en el brazo de Jordi Alba, Gil Manzano no apreció intencionalidad, el juego siguió y de esa contra vino el tercero del Barça. Juzguen ustedes mismos viendo la foto adjunta. Sin tiempo para digerir el lance, la escudería Barça GP se subió a la moto y tiró de su gran cilindrada ofensiva para plantarse en otros 15 segundos delante de Oblak. La sacó jugada Rakitic desde atrás hacia la posición de Messi, que metió la directa y condujo el balón hasta el pico izquierdo del área local, allí paró el tiempo para ver la llegada de Jordi Alba por el otro lado, a la espalda de la defensa, y el de Hospitalet, protagonista del polémico lance anterior, fue capaz de llegar al envío del argentino y dejarle el balón en bandeja de plata a Neymar para marcar su segundo de la noche y su gol número 21 en la presente temporada. Con poco, muy poco, este Barça puede desarbolar a cualquier zaga que se le ponga por delante, llámese como se llame el rival, aun siendo el Atleti, uno de los equipos que mejor contragolpean del mundo y al que hoy le tocó tomar un poco de su propia medicina.
Les costó asumir el mazazo a los rojiblancos, que se fueron a vestuarios echando pestes y tempestades. Tanto, que Gabi ya no pudo volver al terreno de juego después de ser expulsado en el túnel. Las burlas de Neymar ante las protestas de Juanfran desataron la ira de Fernando Torres, que venía por detrás, y el lance terminó con un intercambio de empujones, agarrones, amenazas y encontronazos diversos que le costaron la expulsión al capitán del Atleti. Con un hombre menos y atacados por los nervios, todo podía pasar en el segundo tiempo. Y no en lo futbolístico, precisamente, porque los locales tenían que marcar otros tres goles para clasificarse. La agitación imperante llevó a la desesperación a un pura clase como Arda Turan, que le tiró su bota izquierda al juez de línea después de que no sancionaran una patada por detrás de Dani Alves al turco. La pasión turca también es esto. Arda se vistió de madre y lanzó la zapatilla en un gesto de desesperación que, sorprendentemente, solo le costó la amarilla y no la expulsión. Siguió jugando, pero poco importó porque la suerte ya estaba echada, Simeone y los suyos ya se habían resignado a su suerte y el Barcelona ganó el tercer partido consecutivo al Atlético de Madrid. Tres de tres para Luis Enrique, que mira por el retrovisor la nefasta herencia de Martino y sonríe. Su plan sigue según lo previsto. Y algunos lo querían matar. Pues va a ser que este muerto está muy vivo.