Ya hemos dado una vuelta al ruedo de nuestro campeonato liguero y todavía no nos han desmontado nuestro burladero. Nos disponemos a completar la segunda vuelta. Aquí no hay comisiones que valgan ni tenemos delante a un Diego Costa que nos desarme el chiringuito. Así que, con permiso, vamos con el resumen de la vigésima de Liga.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Ya están aquí
Desde que Barcelona y Atleti se aliaron con el empate, el Madrid se ha metido de lleno en la pelea por el liderato a base de sumar de tres en tres. Ya solo están a un punto de los líderes y han añadido terror y suspense a la lucha por el título. Es el particular ‘poltergeist’ de nuestro campeonato. Las familias barcelonistas y colchoneras están viendo alterada su idílica convivencia en el primer puesto por unos espíritus vestidos de blanco (o de azul, o de naranja, al gusto del modisto). Se les veía perdidos en el más allá de la clasificación, pero impulsados por la tremenda pegada de su poderoso tridente ofensivo, la llamada BBC (Bale, Benzema y Cristiano), solventan sus compromisos a golazo limpio. Como esto siga así, blaugranas y rojiblancos se quedarán blancos al final del torneo viendo cómo unos inesperados invitados les arrebatan la Liga.
El malaje del Betis
La palabra «malaje» es muy habitual en Andalucía. Se suele utilizar para referirse a personas con poca chispa o cuando algo no acaba de gustar. O sea, perfectamente aplicable a este pobre Betis al que se le está poniendo una preocupante cara de Segunda. Da igual que este Pepe Mel, al que tumbaron los malos resultados y las prisas de la directiva, o Juan Carlos Garrido, perseguido por la alargada sombra de su antecesor en el banquillo; el defecto del conjunto bético es más estructural que coyuntural o individual. Sería un error mayúsculo atribuir el mal momento de este histórico equipo sevillano a una sola persona, llámese como se llame el individuo en cuestión. En fin, la culpa es soltera y nadie se quiere casar con ella, pero mal harían los béticos si no efectuasen un análisis sesudo y profundo de la situación. Porque ya van por el tercer entrenador, cayendo un director deportivo por el camino, y su sitio en el burladero de la Liga BBVA se sigue reduciendo.
El empate de los porteros
Si usted ha hablado con un portero o ha ejercido en alguna ocasión este noble oficio futbolístico, sabrá de sobra que la mejor noticia para un guardameta es dejar su portería a cero. Su reputación personal y el devenir de su equipo guardan una íntima relación con no encajar ningún gol. Por eso, el partido de La Rosaleda lo recordarán con especial cariño Willy Caballero y Diego Alves, los porteros de Málaga y Valencia. A cada cual más fino bajo los palos. No se sabe si el paradón de la jornada será la respuesta de Caballero con la mismísima cara a un remate a quemarropa de Parejo o la escalofriante mano que Alves sacó ante un cabezazo sin piedad de Pablo Pérez. Los porteros se picaron entre ellos. Debe de ser que uno es argentino y el otro brasileño, pero llegaron a todas y permitieron a sus equipos sumar un punto que sin sacarles de pobres, al menos les permite empezar la segunda vuelta con algún ahorrillo más para sus respectivos colchones clasificatorios. Y lo más asombroso del asunto es que ninguno de estos dos arqueros es internacional absoluto con su selección. De coña.
No Laporta, no party
El barcelonismo añora, cada vez con menos disimulo, aquellos maravillosos años de Joan Laporta. Por muchas razones y no necesariamente deportivas, aunque el aplastante peso de los títulos desarma cualquier atisbo de duda sobre el ex president culé. Rosell es sieso y pusilánime como él solo, y la gent blaugrana se desespera con tanta pachorra y viendo tanto chollo. Que si la vuelta de los Boixos Nois al Estadi, los patrocinios con ánimo de lucro en la sagrada casaca blaugrana, el misterioso sobrecoste del fichaje de Neymar (a la altura de una gran infraestructura), la incógnita del futuro Camp Nou, el estado de ánimo de Messi… Rodea tanta incertidumbre al Barcelona que el soci ya no se conforma con liderar la Liga, pasar las rondas coperas y estar en los octavos de la Champions (donde espera el monstruoso City de Agüero, Navas, Negredo y el ingeniero Pellegrini). «¡Que no estamos tan mal, hombre!», esgrimirá Sandro en su defensa. Pero la proclama, pronunciada por él, no cuela. La sospecha le persigue y el barcelonista prefiere oírlo en boca del mismo que se desnudaba en los aeropuertos, se duchaba con champán, se bañaba vestido en las bodas y hablaba de la caverna mesetaria. Porque sin Laporta, no hay fiesta en Can Barça.
El periscopio apunta a la Champions
Casi tan apasionante como la pelea por el título de Liga se presenta la lucha por el cuarto puesto, ese que da derecho a disputar la fase previa de la Champions. Si el campeonato es cosa de tres, el título honorífico de ser el primero de los equipos «humanos» lo dirimirán entre Villarreal y Athletic de Bilbao. Solo dos puntos les separan y el Submarino Amarillo, pese a ser un recién ascendido, aspira a todo. El periscopio apunta alto y ni siquiera teme la tremenda solidez que está exhibiendo el Athletic esta temporada, apoyada en un San Mamés inexpugnable. Pero El Madrigal también es una fortaleza para los hombres de Marcelino García Toral. Allí sucumbió esta semana el Almería, cayó estrepitosamente goleado un aspirante de relumbrón como la Real Sociedad y por allí tendrán que pasar los hombres de Valverde el próximo mes de marzo. Será una final anticipada en la lucha por la cuarta plaza y el Submarino se prepara para tan decisiva batalla a base de goles y más goles.
Dedicatoria en San Mamés
Corría el minuto 65 en San Mamés cuando Ibai Gómez empató aprovechando el rechace de Mariño a un disparo potentísimo de Aduriz. Un gol decisivo porque abrió el camino de una nueva victoria del Athletic en su nuevo estadio, pero este tanto trascenderá por mucho más. Ibai corrió a dedicárselo a su compañero Erik Morán, que vivió este lunes un día muy duro porque el pasado viernes perdió a su padre. En un alarde de profesionalidad y valentía, el canterano acudió este lunes a San Mamés y se puso a las órdenes de Valverde para afrontar el partido contra el Valladolid. Ibai le dedicó su primer gol y el míster le premió dejándole jugar los últimos minutos de un gran partido para los leones. Fue la dedicatoria de San Mamés para el chaval y su Aita.
EL SACAPUNTAS
Lucas Alcaraz: «Si tienes ocasiones claras y no las metes, no ganas»
Desde luego, míster. Se suele empatar y, generalmente, perder. De perogrullo.