Como el clásico del Bernabéu tendrá sus pertinentes huecos en este burladero, conviene empezar este repaso resumiendo cómo fue la 29ª de Liga en líneas generales, que no solo de los Madrid-Barça vive el aficionado. La mayor expectación se centra en lo más alto, la lucha por el título, así que esa apasionante disputa merecerá un sitio aparte. Del resto de la ganadería, destaca la consolidación del Athletic en la cuarta plaza tras su ajustada victoria contra un Getafe. No se pueden despistar los de Valverde porque por detrás viene con fuerza un Sevilla en racha que sumó ante Osasuna su quinta victoria consecutiva y alcanza el quinto puesto que da pasaporte directo a Europa League, algo que todavía posee la Real Sociedad pese a su derrota contra el Almería en un partido de infarto. No se deberían despistar los txuri-urdin porque a continuación viene el Valencia de Pizzi, que aprovechó el derbi regional contra el Villarreal para mantener sus aspiraciones europeas. Donde no se pueden descolgar es en la zona baja; que se lo digan a un Getafe que se ha caído al abismo del descenso, o a un Valladolid que no pudo en Zorrilla con el Rayo, y a un Betis cada vez con peor color. Todo el colorido que le falta a los béticos lo tiene un Atleti que comanda la clasificación aprovechándose de la victoria del Barcelona en un clásico que ocupará los siguientes compartimentos de este burladero. Pasen y vean.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
No estaban muertos
Les quisieron matar antes de tiempo, aplicarles la extremaunción y enterrarles como soldados sin gloria. Les ha salido el tiro por la culata. Porque no estaban muertos, estaban de parranda. Este Fútbol Club Barcelona no es el que perdió contra Valencia, Real y Valladolid; se comprobó desde que los jugadores se asomaron por la bocana de vestuarios. Esos gestos, miradas y expresiones de Fábregas, Iniesta, Messi y compañía les delataban: estaban motivados como en sus mejores noches. Este Barça está muy vivo, tanto que ya solo le separa un punto de los líderes de la Liga. El Barcelona se llevó el clásico del Bernabéu, sí, como el de la primera vuelta, y del mismo modo que ganó al City en la Champions. A falta del manual prodigiosamente lírico de antaño, los hombres de Martino recurren a su mejor arma: la ocupación meteórica de los espacios, un vertiginoso contraataque, a dentelladas y a cara descubierta hacia la portería rival capaz de sacarle sus vergüenzas defensivas al equipo más lustroso. Lo padeció un Madrid que fue taponado por su propia teoría de la manta, y lo que ganó en la delantera, por la enorme pegada de sus puntas, lo perdió en defensa.
Iniestazo en el Bernabéu
Hasta el clásico de este 23 de marzo de 2014, Andrés Iniesta nunca había marcado en el Bernabéu, y eso habiendo disputado ocho partidos ligueros en el coliseo blanco, entre ellos el mítico 2-6 de la temporada 2008-09. Rememorando sus contundentes e inolvidables cameos goleadores en Stamford Bridge y Soccer City de Johannesburgo, se apareció de manera providencial para su Barça, sin necesidad de aguardar agónicamente hasta el final del partido como sucedió en aquellas ocasiones. Marcó en el minuto 7 de partido un gran gol con un zurdazo en carrera que se coló como un dardo envenenado por toda la escuadra izquierda de la portería de Diego López. Otra vez Andrés, elevado a los altares futbolísticos al dictado del «Iniesta de mi vida» popularizado por José Antonio Camacho en la final del Mundial 2010. Se inventó otro iniestazo inapelable para abrir la lata blanca y marcar el camino de lo que luego sería una borrachera de goles de color blaugrana. Pero no se quedó ahí el enésimo recital de este manchego inimitable que le ganó la partida una y otra vez al bueno de Carvajal. Don Andrés volvió a lucir el repertorio de controles, regates, pases imposibles e incluso algún dardo envenenado más, para guiar las embestidas del Barça y causando estragos en la segunda parte, como en la jugada del penalti que dio origen al gol de la victoria culé.
¡Macho, qué Pulga!
Con una mezcla de fascinación, incredulidad y frustración, Hugo Sánchez todavía se estará pellizcando para creerse que su compadre argentino Lionel Messi lo ha superado en la tabla de goleadores históricos de la Liga. Con su hat-trick del domingo en el Bernabéu, Messi ya suma 235 goles, uno más que el entrañable manito, se convierte en el segundo máximo artillero de nuestro campeonato y ya solo lo supera el mítico Telmo Zarra con sus 252 tantos. Nadie duda que el astro de Rosario también pulverizará este récord y se encumbrará en lo más alto del ranking goleador liguero, igual que ha ido batiendo récords uno tras otro. Por ejemplo, el de máximo goleador de la historia de los clásicos con 21 tantos, por delante de un tal Di Stéfano. Y de paso acalla las críticas de algunos indocumentados que vaticinaban su canto del cisne. Nada más lejos de la realidad; en 2014, el pibe de oro ha celebrado 21 dianas (14 en Liga, cinco en Copa y dos en Champions) y va lanzado a por el pichichi que todavía tiene un Cristiano del que solo le separan cinco goles. De momento, ya lo superó en el último clásico marcando tres goles, dos de ellos desde el punto de penalti, haciendo inútiles las meritorias estiradas de Diego López, mientras que el portugués solo fue capaz de marcar un tanto y también de penalti.
La historia interminable
Al revés que la novela de Michael Ende, que al contrario de lo que reza su título tiene principio y final, las quejas arbitrales de los madridistas después de cada clásico no tienen origen ni principio, ni padre ni madre, ni siquiera un perro que les ladre. Ladrar ya ladran bastante algunos merengones como Ramos y Ronaldo que, como si estuvieran por encima del bien y del mal, se permitieron el lujo de despotricar contra los árbitros hablando incluso de conspiraciones. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. «Los Perfectos» nunca cometen fallos, lo hacen todo bien y jamás utilizaron lápices con goma de borrar incorporada porque a ellos, y no como al mejor escribano, les sale todo bien a la primera. Dichosos ellos, aún así mal harían si se refugiasen en un hipotético pisotón voluntario de Busquets a la cabeza de Pepe (las fotos no radiografían la mente del barcelonista para saber si lo pisó a propósito), los penaltis (ambos justos) y la expulsión de Ramos (merecida; ya va siendo hora de sancionar su tendencia a repartir estopa) para justificar otra derrota contra el Barça. Porque los merengues son los primeros que no se pueden permitir el lujo de criticar fallos arbitrales cuando Undiano les regaló un penalti sobre Cristiano por un derribo fuera del área. Los que estén libres de beneficiarse de pecados arbitrales, que tiren la primera piedra; no es el caso de los madridistas, habitualmente agraciados por los desatinos de los colegiados. Como le gustaba recordar a Mourinho, en la Premier League, las rajadas y dudas sobre la competición tienen castigo. Que tomen nota.
Partido a partido, hay Liga
Respetando la consigna del Cholo Simeone de ir «partido a partido» y esperar «a las cinco últimas jornadas» para atribuir aspiraciones al título, a estas alturas podemos afirmar que hay Liga. No solo lo decimos porque queden nueve jornadas para el final, nos referimos a que la derrota contra el Barcelona ha desbancado al Madrid de su posición privilegiada al frente de la clasificación y el primer puesto lo ocupa ahora el Atleti, bien es cierto que empatado a puntos con los blancos y con los culés acechando a un punto. La victoria rojiblanca en el Benito Villamarín permitió a los colchoneros seguir el desarrollo del clásico con la satisfacción del deber cumplido y el orgullo de comprobar que el partido se ajustó al dedillo a sus deseos. Ahora son líderes y dependen de sí mismos, pero no se deberían despistar porque el campeonato no descansa y esta semana volveremos a tener jornada. El Atlético recibe al Granada y, siguiendo la doctrina del Cholismo ilustrado, solo hay que pensar en ganar ese partido. Lo que pase a partir de ahí, independientemente de los resultados de Barça y Madrid en sus encuentros, ya habrá tiempo para valorarlo… en las cinco últimas jornadas.
EL SACAPUNTAS… DEL CLÁSICO
Cristiano Ronaldo: «Yo veía al árbitro pálido. Estaba nervioso. Así no se puede pitar. No tiene nivel para un partido así».
Llorar, solo llorar. Con y sin Mou.