La Liga se decidirá en la última jornada. Será en el Camp Nou el próximo sábado a partir de las seis de la tarde para gozo, disfrute y deleite de los aficionados latinoamericanos y asiáticos. Y para sufrimiento, angustia e incertidumbre de culés y colchoneros. No va más. Fútbol Club Barcelona y Atletico de Madrid se jugarán el título en el último partido. Ni el más enrevesado de los guionistas podía deparar un final más maquiavélico. Más emoción, imposible. Más tensión, imposible. Más nervios, imposible. Los dos primeros clasificados se jugarán el campeonato a cara o cruz. Los azulgranas deben ganar o ganar para llevarse el gato al agua porque, en ese caso, empatarían a 89 puntos con el Atlético pero la Liga se quedaría en la Ciudad Condal al tener ganado el goal average general (99 goles a favor con un diferencial de +67) y particular (tras el empate a cero registrado en la primera vuelta en el Vicente Calderón, cualquier victoria favorece al Barça); pero los rojiblancos no están obligados a ganar, les valdría con sumar un punto para cantar el alirón. La estadística de los cinco duelos disputados esta temporada sonríe a los colchoneros, que no perdieron ni un partido: ganaron uno (1-0 en el Manzanares en la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones) y empataron cuatro (1-1 y 0-0 en la Supercopa de España, otro 0-0 en el encuentro liguero que valió el campeonato de invierno para el Barcelona y 1-1 en el partido de ida de las semis de la Champions). El Barcelona se aferra al precedente de la última victoria conseguida en el Estadi contra los atléticos (4-1) en diciembre de 2012 para alimentar su optimismo, mientras que los colchoneros no tienen más que remitirse a su privilegiada situación clasificatoria y a los últimos enfrentamientos para aumentar su condición de rival a batir. Pase lo que pase será un grandioso desenlace. Toca disfrutarlo… y padecerlo.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Esa mano de Willy…
Fue la jugada del partido, y quién sabe si del campeonato. Llegó en el último minuto del descuento. Empate a uno en el marcador. Un gol valía una Liga y el Atlético de Madrid lo buscaba por todas las vías posibles. El empate firmado por Alderweireld en el minuto 74 vaticinaba un asedio rojiblanco hasta el pitido final de Teixeira Vitienes. Y hubo asedio, vaya que si lo hubo. Los colchoneros eran plenamente conscientes de lo mucho que estaba en juego, sabían que ganar al Málaga significaba cantar el alirón y trataron por todos los medios de alcanzar esa meta. A falta de Diego Costa, la entrada de Sosa añadió un aire de épica canchera al acoso rojiblanco y precisamente el argentino lo rozó a la salida de una falta que se perdió por escasos centímetros. La ofensiva era total, más si cabe por la expulsión de Angeleri. Un Atleti en superioridad se fue con todo al ataque para estrechar el cerco sobre la portería de Willy Caballero. Pero Caballero es uno de los mejores porteros de la Liga y, a pesar de tener que soportar la tremenda injusticia de no ser internacional con la selección argentina, respondió al reto colchonero. En el minuto 94, en el último suspiro del descuento, respondió con una estremecedora parada, a mano cambiada, ante un envenenado remate de Adrián López. El lanzamiento del asturiano fue perfecto, el balón se quería ir directamente a Neptuno entrando por toda la escuadra y a los atléticos se les empezaba a dibujar en el rostro la sonrisa de los campeones. Pero ahí apareció la manopla de Willy para frenar el intento, alejar la bola de partido y mantener la intriga una semana más. Todo queda pendiente de la final del próximo sábado en el Camp Nou, pero a los colchoneros no se les escapa una muesca de rabia al ver lo cerca que estuvieron de ganar la Liga este domingo.
La quiero, no la quiero…
Llevan tanto tiempo sesteando por la Liga que más de uno, y de dos, se empiezan a preguntar si el Barcelona quiere realmente ganarla. En el capítulo 36 les contábamos que habían desaprovechado la opción de meter presión a sus rivales directos por el título, aprovechando que jugaban antes que ellos. No hubo manera, no pasaron del empate en casa contra el Getafe y los discursos de los jugadores y del propio Tata muestran la dejadez y resignación de los barcelonistas. Pero Atleti y Madrid se empeñaron un día después en mantenerles con vida; unos perdiendo contra el Levante en el Ciutat y otros empatando en el Bernabéu contra el Valencia. Los blancos fueron más allá y ni siquiera aprovecharon el partido pendiente de Zorrilla, empataron y se dejaron dos puntos que habrían hecho buenas las tablas contra los valencianistas. El más difícil todavía, el triple salto mortal y sin red, llegó este domingo 10 de mayo. Mientras el Celta pasaba por encima del Real en Balaídos y al Atlético se le atragantaba el Málaga, el Barça no podía meterle ni un gol al Elche. Se estrellaron una y otra vez contra el entramado defensivo preparado por Fran Escribá y sus hombres, y solo Iniesta (al larguero) y Messi (con sus endiabladas correrías) transmitieron sensaciones triunfadoras. En líneas generales no pasó grandes apuros el conjunto ilicitano, atrincherado en su campo y amenazando a la contra con las acometidas de Rodrigues, Boakye, Coro y compañía para terminar sumando un punto que vale una salvación. ¿Y el sábado, qué? Será lo que quiera D10S que sea, de manera que el barcelonismo se aferra a la magia y el instinto ganador de Lionel Messi para ganar la final del Camp Nou contra el Atlético, imponer el factor campo, apelar al espíritu de las ligas de Tenerife y Riazor en los noventa para alcanzar así los 88 puntos que servirían para superar a los colchoneros gracias a su mejor coeficiente ganador. Luego llegará el turno de las despedidas y bienvenidas, pero los complejos y miedos de los rivales le pueden terminar regalando al Barça el título de Liga. Queda menos para saber si el Barcelona la quier o no la quiere, hasta entonces seguirá deshojando la flor liguera: la quiero, no la quiero; la quiero, no la quiero…
Solo piensan en Lisboa
Tras los inesperados empates contra Valencia y Valladolid, el Real Madrid ha bajado los brazos definitivamente y ha tirado la Liga. Lo han dejado por imposible. Después de la hazaña en Múnich contra el Madrid, el campeonato doméstico les parece poca cosa y ahora ya solo tienen ojos y cariños para «la décima». No solo lo han asumido los jugadores, también lo ha aceptado el propio Ancelotti que, resignado ante las bajas y la pereza liguera, presentó en Balaídos un once plagado de novedades. Sus futbolistas respondieron como teóricos suplentes, incluyendo a titularísimos como Sergio Ramos y Xabi Alonso, y el equipo naufragó en Vigo. El de Camas falló con estrépito en el primero gol del Celta y el tolosarra la pifió en el segundo. Uno de ellos no repetirá con total seguridad estos fallos en la final de Lisboa (Xabi es baja por sanción), pero más le vale al madridismo que Ramos no se arranque por peteneras en la decisiva cita portuguesa con el Atlético de Madrid y abra en canal el cerrojo defensivo de su equipo. Pese al jolgorio copero alimentado por la victoria contra el Barça en Mestalla, ningún merengue se conforma con cerrar el curso solo con ese título y por eso remarcan con rotulador grueso la cita del 24 de mayo. Hasta entonces, los madridistas ya solo piensan en esa final que les puede abrir las puertas de la eternidad. Una numerosa generación de aficionados nunca hemos visto al Madrid perder una final de la vieja Copa de Europa, y a eso se aferra un sector amplio del madridismo, remarcando los malos precedentes ligueros antes de conquistar «la séptima», «la octava» y «la novena» en 1998, 2000 y 2002. Pero tampoco recordamos un derbi madrileño, básicamente porque es un hecho insólito, y hemos entrado en la cuenta atrás hacia un partido histórico. Solo piensan en eso.
Cábalas, cábalas y más cábalas
La lucha por eludir el descenso es terreno abonado para las cábalas de todo tiempo. Hay cinco equipos en un margen de 3 puntos y dos de ellos se irán al pozo irremediablemente si no hacen sus deberes y los resultados ajenos vienen mal dados. El que peor lo tiene en teoría es el Valladolid, penúltimo clasificado con 36 puntos; para salvarse tiene que ganar su partido en Zorrilla contra el Granada y esperar que el Getafe pierda en Vallecas u Osasuna empate o pierda en El Sadar. Los rojillos, antepenúltimos también con 36 puntos, tampoco lo tienen nada fácil porque su permanencia depende de que ganen al Betis y pierda el Granada, o que empaten los granadinos y pierdan Almería y Getafe; también se salvaría el equipo navarro si gana el Granada y pierde el Geta, o si ganan ellos y el Granada, pierde el Almería y mejoran así la diferencia general de goles respecto a los almerienses. El cuarto por la cola, el Granada, mencionado ya unas cuantas veces en este frenopático, no lo tiene tan complicado al estar fuera de la quema con 38 puntos; solo descendería perdiendo en Pucela o empatando su encuentro, ganando Osasuna y cayendo Almería y Getafe. Los azulones, un puesto por encima de los granadinos con un punto más (39) solo bajarían perdiendo ellos o ganando Osasuna y no se registrara un empate en el Valladolid-Granada. Por último, el Almería, con los mismos puntos que el Getafe, bajaría si pierde en su estadio contra un Athletic que no se juega nada y ganan Granada, Osasuna (superando a los almerienses en el diferencial goleador) y no pierde el Getafe. Sí,todo esto es un formidable lío y tanta cábala es extremadamente difusa; lo único cierto ahora mismo es que dos de estos cinco equipos serán de Segunda División de aquí a una semana. Y eso es lo dramático del asunto. Que Dios reparta suerte.
EL SACAPUNTAS
Simeone: “Les invito a cambiar las normas. Dos equipos empatados a puntos deberían jugar una final”
¿Ya estamos llorando, Cholo? Menos lloros, Caperucita. Sois líderes, no estáis físicamente como para jugar tres finales en un mes y bastante es que habéis llegado a jugar la final del Camp Nou…