El Barcelona se fija como su gran objetivo alcanzar el centenar de puntos
Ajustada victoria de los azulgrana ante el Valladolid en el Camp Nou
Los goles de Pedro y Valiente en propia puerta deciden un partido pasado por agua
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Igual que se dice que algunos bebés vienen al mundo con un pan debajo del brazo, se puede decir que la fiesta de la Liga vino acompañada de un triunfo para el Fútbol Club Barcelona. Una semana después de cantar el alirón en casa del vecino, el flamante campeón consiguió una ajustada victoria en un partido marcado por la intensa lluvia caída en la Ciudad Condal. Primavera de lluvias y en este caso primavera de títulos para un equipo que ha sumado tres nuevos puntos y que va lanzado hacia el récord de los 100, de momento en posesión del Real Madrid. Alcanzar esta plusmarca es, ahora mismo, el mayor aliciente que le queda por delante al Barça.
El choque fue muy especial por varios motivos. Porque también sirvió para que Víctor Valdés cumpliera su partido número 500 defendiendo la portería del Barcelona. Un feliz aniversario para este portero que podría estar viviendo sus últimos días en el que ha sido, hasta hoy, el club de su vida. Ni ésta ni ninguna circunstancia atrajo en exceso al público hacia las gradas del Camp Nou, que presentaron un aspecto deslucido causado sobre todo por la lluvia. Sin embargo, ni el agua, ni el descolorido coliseo azulgrana empañaron una primera parte entretenida, aunque sin demasiadas ocasiones. Dominaba cómodamente el Barça, al que le bastó con aprovechar dos errores del Valladolid para sentenciar. Primero se aprovechó Xavi de un fallo de Rueda en la circulación del balón para servirle un pase de los suyos, milimétricamente calculado, a Pedro, sin piedad ante Jaime para batirlo por bajo. De las botas del propio Xavi nacería el segundo gol tras botar un córner que Marc Valiente alojó en su propia portería en un despeje fallido. Larsson pudo añadir algo de picante al choque antes del descanso, pero Valdés estuvo muy atento en el mano a mano para desbaratar la ocasión del extremo del conjunto vallisoletano.
Paradójicamente, el segundo tiempo tuvo más atractivo por lo que sucedió en las gradas que por lo que sucedió en el terreno de juego, manifiestamente mejorable. Porque los 56.000 espectadores que se dieron cita en el Camp Nou se pasaron buena parte del tiempo coreando lemas y cánticos presumiendo de la condición de campeón de su equipo. Al grito de «campeones, campeones» transcurrió una segunda parte nuevamente marcada por la lluvia. Apenas hubo ocasiones de peligro, el Barcelona tenía bien controlada la situación y lo aprovechó Tito Vilanova para dar entrada en el terreno de juego a hombres de refresco como Jonathan Dos Santos, Thiago y Tello. Porque la lluvia puede ser tan soporífera como el calor, así que el entrenador azulgrana renovó fuerzas y energías con la entrada de jugadores de aquellos que se consideran adscritos a la llamada «segunda unidad». Aún así bajó tanto la tensión que sacó tajada el cuadro pucelano con un penalti transformado por Víctor Pérez en los instantes finales. Un gol que apretó un poco el marcador, pero que no sirvió para cambiar nada de manera significativa el decorado.
94 puntos, a seis del objetivo de los 100. Pero lo más importante y lo más atractivo visualmente sucedió al final del partido. Se apagaron los focos y la atención se concentró en la celebración liguera. Todas las emociones se desbordaron cuando dos hombres tan queridos como Tito Vilanova y Eric Abidal levantaron la copa de campeones de Liga, con permiso, claro está, del eterno capitán, Carles Puyol. Un buen homenaje hacia el cuerpo técnico y los jugadores, pero fundamentalmente hacia los aficionados. A ellos no les impidió ni la lluvia disfrutar en cuerpo y alma de la fiesta del equipo de sus amores.