Los celestes se llevan la victoria ante el Eibar en Ipurua por 0-4. El balón parado fue el protagonista del partido y los vigueses lo aprovecharon a la perfección, en una partido atípico en estilo pero efectivo en resultado.
Gran victoria del Celta en Ipurua ante el Eibar. Más por el resultado que por las sensaciones ofrecidas, los de Unzué se toman un enorme respiro de aire fresco para afrontar con mayor tranquilidad y paciencia este comienzo de liga. Al clásico estilo del cuadro dirigido por Juan Carlos Unzué le tocaba hacer un descanso para ponerse las botas de trabajo y pelear en el siempre complicado campo armero.
El conjunto vasco llegaba en una posición más privilegiada en la clasificación. Con 6 puntos, los jugadores dirigidos por Mendilibar afrontaban con mayor tranquilidad y en casa, el partido frente al combinado gallego. Mientras el cuadro celeste llegaba a Eibar con muchas dudas en cuanto a juego y resultados. Con una excesiva fragilidad defensiva, Unzué otorgó la titularidad en portería al joven Rubén Blanco lo que junto a la entrada en el once del argentivo Gustavo Cabral, aportaría la necesaria combatividad en la zaga viguesa.
Comenzaba el partido y el Eibar empezaba dominando, sin balón pero con la sensación de control táctico. Balones aéreos en los que los jugadores locales están más acostumbrados a luchar. Si por algo se caracteriza este Eibar es por el gran empuje y garra de los suyos. Sin embargo se encontraría con un rival que jugó de tú a tú. El Celta renunció hoy a su estilo y el toque, o su intento de, nunca llegó. El medio del campo no existía para organizar y controlar el partido y fue ahí donde se erigió la gran figura del Tucu Hernández. El internacional chileno volvió a estar colosal en la lucha. Como un boxeador que aguanta cada gancho recibido, el de Tucumán ganó cada una de sus partidas individuales, lo que hizo ganar al colectivo celtiña.
El Eibar llegaba con peligro y como muestra de ello dejó varias ocasiones claras. A veces los palos y en otros casos la falta de puntería de los atacantes armeros, dejaron al cuadro vasco con el casillero a cero. Y en un abrir y cerrar de ojos llegó la emboscada celeste. Sisto ponía un balón perfecto en el área tras la ejecución de una falta lateral y encontraba la cabeza de Cabral que remataba al fondo de la red. Seguramente sin merecerlo, el Celta encontraba premio en la primera llegada. Era el 0-1 para el cuadro de Unzué.
Los derroteros seguían el mismo cauce y en una jugada similar llegaría el 0-2. Otro nuevo centro milimétrico de Pione Sisto buscaba a Sergi Gómez que rozando el balón despistaba a Dimitrovich para poner el segundo en el marcador vigués. Sin empezar a jugar el Celta iba ganando con solvencia y este segundo gol fue un jarro de agua fría para los armeros.
Y por si fuera poco, en el minuto 38 volvería a aparecer Sisto. Córner ejecutado en corto desde la banda izquierda que controlaba el internacional danés y que con un sutil centro al segundo palo provocaba la aparición del Tucu Hernández, que con una gran volea coronó su participación en la partido de hoy. No blocaba Dimitrovich y el rechce se introducía en la portería vasca.
Ante esta gran losa el Eibar poco pudo hacer y Mendilibar intentó reestructurar a us equipo con cambios. Se incorporaba al terreno de juego Sergi Enrich, antes de que acabara la primera parte pero nada pudo evitar para cambiar el sentido del partido.
Llegábamos al descanso con un Celta perfecto en la ejecución pero falto de ideas en la elaboración. La apuesta por un fútbol totalmente directo se impuso en ambos conjuntos y la suerte favoreció a los gallegos.
Sin embargo la segunda parte cambiaría. Los celestes intentaron tocar más y la figura del Tucu Hernández no fue la única destacada. Lobotka apareció más para imprimir toque situándose un poco por delante de los centrales y los hombres de arriba encontraban, a través de los balones largos, ocasiones ante una desordenada zaga vasca. Tanto fue así que en una de las jugadas más elaboradas del encuentro, Hugo Mallo aprovechaba un gran espacio por la banda derecha para correr, controlar y pasar el balón a Daniel Wass. El danés no se lo pensó y con un disparo rebotado en la defensa rival batió a Dimitrovich. El Celta sentenciaba así el encuentro en el minuto 71.
Fue entonces cuando los gallegos entendieron que tocando el balón cansarían más al Eibar. Los locales, cansados de luchar y perseguir y ante la impotencia de verse tan superados en el resultado, bajaron totalmente los brazos. Poco más del Eibar se pudo ver hoy en Ipurua ante un marcador que los impactó de lleno. Y es que el resultado es engañoso sobre todo por lo acontecido en la primera parte.
Un Celta que respira profundamente con estos cuatro goles cosechados en terreno visitante y que sirven a sus jugadores para obtener una confianza no mostrada hasta ahora. La suerte no siempre está del lado celtiña pero sí de esta vez y a través del balón parado la aprovecharon. Por otro lado, el Eibar sufrió un gran varapalo emocional. Las sensaciones no fueron tan malas como reflejan los cuatro goles encajados y eso siempre es un toque de atención que seguro Mendilibar sabe corregir bien.
Los tres puntos viajan hacia Vigo y sirven para gozar de una mejor moral a los hombres de Unzué que llegarán a la siguiente jornada con ganas de seguir ganando, valga la redundancia. Goleada a balón parado y tres puntos vitales que ponen rumbo a las Rías Baixas.