
foto Eurosport
Por Brais Llopis (@braisllopis)
El Barça, que pierde dos puntos en Balaídos, sigue teniendo un buen colchón
El Celta consigue un empate muy valioso en su lucha por la permanencia
Tello, con gol y asistencia, fue el mejor del partido
Hubo buen rollito desde el principio. Antes de empezar el partido, Balaídos ovacionó a Pinto (ex-Zamora del Celta), a Abidal (la salud es lo primero) y a Thiago (con Mazinho en Vigo pocas bromas). Ambos equipos llegaban con bajas importantes: Xavi, Puyol, Valdés, Jordi Alba, Iago Aspas, Álex López, Túñez o Krohn-Dehli, por poner algunos ejemplos. El Barça, además, con el temita del virus FIFA y la carga de partidos de la peña, decidió empezar con Villa, Busquets e Iniesta en banqueta. Teniendo en cuenta todo esto, la ventaja de puntos del Barça, la necesidad del Celta y que de repente había dejado de llover, el empate era y es asumible para los dos conjuntos.
El partido, sin ser brillante, tuvo momentos chulos. Desde el minuto cero el Celta dejó claro que la línea de centrocampistas se la pelaba y que se la iba a jugar a la contra. El Barça aplica su dogma comunista juegue quien juegue. Si Hernández, Andrés y Sergio no están, pues sale Alcántara acompañado de Song y que Francesc baje un poco más a recibir. En la primera parte el Celta llegaba con algo más de peligro. Orellana y Pranjic abrían bien las bandas saliendo a la contra y el coreano Park (siempre poco ortodoxo) conseguía aguantar algunos de esos balones que siempre le cuestan. Primero se fueron acercando al área, después fueron sacando algunos córners, un poco más tarde Augusto metió un gol en claro fuera de juego y casi al final del primer periodo Pinto hizo una buena estirada para enmendar una comida de Piqué. Los azulgrana poseían pero no asustaban, así que en una de aquellas llegó un tío sin miedo como Natxo Insa (su peinado lo demuestra) y metió en la portería un balón lentito tras recibir asistencia de Fabián Orellana. Era el 35´.
Fue entonces cuando Messi (que ejercía como capi) se enfadó. Ya se había molestado un poco cinco minutos antes del gol de Insa, cuando Mateu no le pitó un penal por teórico derribo de Demidov (para mí no fue). Con el tanto del Celta su enojo se hizo patente. Para empezar, cogió el balón en tres cuartos, se fue de dos y provocó una tarjeta amarilla para Oubiña. Para continuar, la falta la cobró él mismo, obligando a Varas emplearse a fondo para despejar un balón a saque de esquina. Y para acabar, le dio un pase en profundidad a Tello para que este último cruzara perfectamente ante la salida del portero celeste. Era el minuto 43 y el banquillo blaugrana respiraba mejor.
En la segunda mitad el Barça fue mejor. Su dominio se empezó a traducir en ocasiones, especialmente provocadas por la velocidad de Tello y las subidas de Dani Alves. No les costaba encontrar la espalda de la zaga gallega y cuando entró Iniesta al campo, menos todavía. Corría el 72 cuando los dos protagonistas del primer gol se volvieron a entender. Messi desde la frontal del área para Tello (para entonces ya el mejor de game) y éste de primeras para Messi, que de también de primeras empujó la pelota con Javi Varas completamente vendido. La Pulga lleva 19 partidos seguidos marcando y 43 churros en lo que va de liga. Venga hasta luego.
Puede parecer un tópico decir aquella de «parecía que iba a rematar así hasta que…», pero es que realmente lo parecía. El Celta empezó a echarle más ganas e hizo algunos cambios. Entraron Bermejo, De Lucas y el canterano Madinda. Bermejo molestó un poco a Piqué y Bartra, De Lucas puso algún centro y a Madinda deberemos verlos más para juzgarlo. El caso es que los celtiñas, sin asediar, sí lograron esa jugada aislada que a veces te salva. Tocándola en los alrededores de Pinto, Orellana puso un centro intencionado para que Oubiña cabeceara qué te cagas al segundo palo y con poco ángulo. Se alegró mucho Balaídos y el Abel Resino. Al Celta le quedan nueve partidos de «su liga». De ellos depende aprovechar este empate como impulso. Al Barça le quedan nueve jornadas para seguir gestionando la renta y, si de ellos depende, no es previsible que vaya a tener muchos más tropiezos como el de Vigo.