El Sporting sigue invicto en El Molinón tras derrotar al Eibar en un emocionante partido marcado por el hat-trick del delantero serbio
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Desde un hat-trick de Villa al Racing de Ferrol en 2002, ningún delantero del Sporting firmaba un hat-trick en El Molinón. Las estadísticas sonríen ahora al sportinguismo y terminan de revestir a una figura tan colosal que va camino de convertirse en una prolongación del escudo del Real Sporting de Gijón. La heráldica y el orgullo sportinguista están en deuda con un serbio llamado Stefan Scepovic, que se bastó él solo para tumbar con tres goles como tres soles a un aguerrido Eibar. Sus ocho goles en siete jornadas ya deslumbran incluso a los escépticos. Detrás del inmenso brillo que desprende la efectividad de este delantero, incluso se empieza a atisbar una ilusionante senda que conduce a la tierra prometida. Con el factor Scepovic en estado de gracia, todo es posible. De momento, y esta es otra estadística de color rojiblanco, el Sporting ha recuperado el liderato de Segunda División a la espera del resultado del Zaragoza-Recreativo de La Romareda.
Scepovic se llevó a su casa el balón de este partido firmado por sus compañeros y por el grandísimo Brujo Quini, la firma que sobresale en la foto adjunta. No nos extraña en absoluto que Stefan se llevara de recuerdo este esférico después de realizar semejante canto a la efectividad. Es su tesoro y se lo lleva, faltaría más. Algunos aficionados se lo quieren llevar a él porque este serbio de Belgrado se ha metido al sportinguismo en el bolsillo. Desde su prematuro debut goleador ante el Castilla en El Molinón, Scepovic se ha ganado a base de goles la admiración, el respeto e incluso los corazones de todos los sportinguistas. Solo faltó a la cita goleadora en el infausto partido de Mendizorroza, y porque acabó el encuentro cojeando por culpa de un entradón de Jarosik, pero la eficacia de este futbolista es digna de estudio. Quién sabe la cota goleadora que será capaz de alcanzar este delantero si ningún fondo de inversión, lesión o incluso convocatoria internacional se interponen en su camino. Decimos convocatorias porque Scepovic no podrá jugar contra el Jaén en la novena jornada por ser incluido en la próxima convocatoria de Serbia. Pecados confesables de los grandes goleadores, benditos sean.
Felizmente agazapadas detrás de la colosal figura de Scepovic, se esconden las míticas carajas y miserias del Sporting. Ahí siguen, aunque no lo parezca, porque las muy puñeteras se resisten a darle esquinazo a este equipo. Se hicieron fuertes contra el Alavés y también entraron en escena contra el Eibar, cansinas como ellas solas. En la cobertura de los centros laterales y en las jugadas a balón parado siguen campando a sus anchas, por ejemplo. No hay más que ver los dos goles del conjunto armero. En el primero, el empate a uno, Yuri centra perfectamente al segundo palo para el cabezazo de Capa ante la desesperación de Bernardo, Iván y Canella, y la impotencia de Cuéllar que solo pudo oir el molesto pitido del gol en contra. El segundo tanto volvió a retratar el frenopático en el que se convierte el área del Sporting en las jugadas a balón parado; situénse, saque desde la derecha, cinco jugadores del Eibar buscan el remate, defienden siete sportinguistas más Cuéllar, que despeja de puños hacia la frontal del área chica, por allí aparece Eizmendi para tocar lo justo hacia el punto de penalti, donde está Urko Vera para embocar con un lanzamiento raso, que entra después de pegar en Pichu. Si no entienden la jugada no se preocupen, es normal porque carece de toda lógica. Suerte que para entonces el partido ya estaba encarrilado gracias a Scepovic y su hat-trick.
Los goles de Scepovic (algunos de hermosa factura, como el primero, un cabezazo a lo Santillana en el segundo palo) no deben servir para disimular los problemas que sigue teniendo el Sporting a la hora de fabricar fútbol y las carencias defensivas. Contra el Eibar faltó Mandi por sanción, cierto es, pero esté o no esté el canario, los problemas en la defensa siguen ahí. Si a eso le sumamos la falta de un patrón creativo en la circulación del balón (Nacho Cases que estás en el banquillo, santificado sea tu fútbol), Bernardo e Iván Hernández se convierten en actores principales y ellos hacen lo que pueden, pero milagros desde luego no hacen. Canella y Lora, por su parte, siguen pasando demasiados apuros en los repliegues y transmiten mejores sensaciones ofensivas. Sin ánimo de cargar las tintas contra dos perros de presa como López Garai y Bustos, más dotados para la destrucción que para la creación, bueno sería que el juego sportinguista contase con un ingeniero encargado de crear, perfeccionar y mejorar la estructura sportinguista. Casquero y Nacho Cases saben de qué va eso. Y aunque Alex Barrera intenta apañar el asunto, bueno sería para él contar con un escolta a su espalda que le permita desahogarse y desatarse.