Por Felipe de la Torre (@Tiulavara)
Después de 42 jornadas en Liga Adelante y 38 en la Liga BBVA, ha finalizado una temporada más, pero con un final bastante diferente al habitual, ya que cuando se finalizan las jornadas correspondientes a cada campeonato, lo normal es saber que futuro le espera a cada club en función de la plaza ocupada en la clasificación final. Pero éste año eso no es así, y es que, por ejemplo, a día de hoy aún no sabemos en la segunda categoría del fútbol español quienes serán los equipos descendidos a 2ªB, pues ya se ha decidido por parte de la L.F.P. descender al Guadalajara, pero aún no está nada claro si le acompañarán dos equipos que salvaron la categoría deportivamente, como son Lugo y Mirandés, pues se esta mirando con lupa su conversión a S.A.D., que de no alcanzarse les llevaría a un descenso administrativo, y salvaría a dos equipos que han concluido la temporada en puestos de descenso.
Hoy mismo, hace escasas horas hemos conocido que el Málaga, que acabó en puestos que dan derecho a competición europea, no podrá asistir a dicha competición sancionados por la U.E.F.A. por irregularidades económicas. En definitiva y yendo al grano, estamos asistiendo a la predominación de los intereses económicos sobre los deportivos, así como a injustas normativas, totalmente ilógicas que hacen convertirse a clubes saneados y que no deben dinero, a sociedades anónimas deportivas haciendo así que se tengan que endeudar para estar en categorías superiores.
Creo que como dice el título de éste artículo, el fútbol no se merece esto, y mucho menos se merece los finales de liga que estamos viviendo en el fútbol español, donde se retiran partidos de casas de apuestas y donde se hace más fácil de lo normal acertar quinielas. El partido de la última jornada en Liga Adelante del Racing – Hércules, que es el único que pude ver íntegro por ser aficionado al club cántabro, fue vergonzoso. Lo que se vivió en el terreno de juego, fue una ofensa al fútbol, y desgraciadamente no es la primera vez que vivimos algo así, sólo hay que recordar «los pactos de llanes» que una vez favorecían a racinguistas y otras a sportinguistas, o el partido que ganó el Mirandés hace dos jornadas contra un Córdoba salvado.
Pongo los ejemplos de partidos que viví en primera persona, o partidos que he podido seguir más de cerca que otros, pero no es cuestión de uno, dos o tres equipos tramposos que adulteran la competición al no salir a competir al 100% por tener sus objetivos cumplidos, y perjudicando de esa manera a terceros equipos que están luchando por los suyos, creo que es un mal arraigado sobre todo en estos últimos años en las competiciones de la L.F.P., y que ésta, o anti corrupción deberían de ponerle freno por el bien del fútbol, ya que son demasiados partidos en las jornadas finales donde todo el mundo sabe lo que va a pasar, eso no es normal.
El fútbol es un deporte que debería de contar con mayor espíritu de nobleza y deportividad del que cuenta hoy en día, cegado por intereses económicos que sólo se centran en acumular más y más cifras, deteniéndose única y exclusivamente en potenciar las grandes competiciones europeas y sus clubes de primer nivel mundial, dando la espalda y complicando la vida a clubes más humildes, que pasan por dificultades en el mayor número de ocasiones por dirigentes corruptos e ignorantes que poco les importan sus clubes y sí llenar sus carteras de billetes.
Hoy en día el fútbol no se merece que clubes históricos como Racing de Santander, U.D. Salamanca, Oviedo, Deportivo de la Coruña, Zaragoza, etcétera, estén en apuros y en riesgo de desaparición por unos gestores indignos de esos clubes. En algunos casos incluso con campañas de refundaciones para acelerar el proceso de asesinato paulatino de estos clubes, sin darse cuenta que con ello no sólo matan a los clubes, si no también al fútbol, y es que si algo hace grande a éste deporte es el sentimiento de adhesión y arraigo hacía unos colores de esas aficiones que siempre que se lo permiten los precios abusivos, como los horarios incomprensibles, llenan sus estadios para ver a sus equipos. Ningún aficionado que de verdad quiera a un club, va a cambiar ese sentimiento por otro club con nombre parecido, por que ese no será su club, por que eso no es fútbol, es un timo para enterrar y no afrontar deudas, y empezar de cero dirigidos por los mismos que en su día colaboraron al hundimiento de esa misma entidad.
Sinceramente creo que estamos ante un verano donde los poderosos de nuestro fútbol, representados en Javier Tebas y Ángel María Villar principalmente, van a hacer movimientos para atajar algunas de las situaciones que planteo en éste artículo, pero además creo que deberían de ir más allá y sentar las bases de unas competiciones ligueras y de copa, mucho más justas y donde todos tengan que partir con las ideas claras, tanto a nivel económico como a nivel deportivo, mirando con lupa la honorabilidad y el juego limpio en los últimos partidos ligueros, con posibilidad de sanciones ejemplares a quienes se descubra que adulteran la competición.
Corren el serio riesgo que con la desaparición de muchos clubes históricos, la idea utópica de crear un fútbol al margen del suyo pueda tomar forma, por parte de aficionados y amantes al noble juego del balompié, que una vez no tengan la atadura sentimental a su Racing, Salamanca, Zaragoza, Deportivo…. etcétera, etcétera, no tendrán porque soportar más el fútbol negocio al que sus clubes pertenecen sin ninguna opción alternativa.
Más allá de los focos, de los millones de euros movidos por marcas deportivas o clubes privilegiados, hay un fútbol que no sufre de corruptelas, que no es insultado por quienes lo practican, es ese fútbol base que se juega en miles de campos de todo el territorio nacional cada fin de semana, con jugadores jóvenes queriendo mejorar a base de disfrutar de su deporte favorito, hay un fútbol donde no hay la presión de ganar o perder por motivos económicos, y sí por el simple hecho de sentirte feliz, de recuperar esa parte infantil que todo juego nos debe despertar al jugar. Porque cualquier domingo, en cualquier campo se disputa un partido con nobleza, sin tirar de calculadoras para contar espectadores, millones de euros en juego o estadísticas varias, porque en ese campo lo único que importa es que hay dos equipos compitiendo por ver quien es el mejor.
El fútbol se merece algo mejor que lo que estamos viviendo y sufriendo en los últimos tiempos en España, donde paradójicamente tenemos a la selección campeona del Mundo, pero donde cada vez su liga y sus equipos tienen menos nivel competitivo, ético y deportivo.