Alberto Arauz (@Arauz84)
Como y cuando quiso. El Madrid jugó con el Mallorca como si de un juguete se tratase. Lo mimó al principio, pero acabó destrozándolo con el mayor de los desprecios. Modric y Özil, comandaron las fechorías de un equipo que ayer sólo compareció en el segundo acto. Parece irrevatible que los blancos funcionan a impulsos. Como tengan apetito, te devoran cual salvajes.
Preocupa la enésima concesión merengue en el juego aéreo. Dos menudos jugadores como Dos Santos y Alfaro, profundizaron en la más sangrante herida de los hombres de Mou. El primero anticipándose a Coentrao y el segundo a la salida de un córner, instalaron la zozobra en Chamartín. Entre medias, Modric dibujó un pase de genio para que Pepe regalase a Higuaín su reencuentro con el gol.
Así se llegó al descanso. Pero los blancos guardaban en la recámara un balín demoledor. El mago Özil, destapo el tarro de las esencias y regaló a su hinchada magia a borbotones. Un saque de esquina del alemán, lo cabeceó Ronaldo con un brinco sublime que establecía el empate. Los merengues acribillaban a Aouate que se defendía azaroso. Nada pudo hacer con un misil croata que tumbaría a un tanque. El derechazo de Modric confirma la mejoría de un futbolista cuyo brillo se acrecienta por semanas.
El campo ya estaba volcado hacia el arco visitante. Y Özil dibujaba una nueva obra de arte que culminaba Higuaín con el cuarto de la noche. Sólo faltaba un gol del otro 9 para poner la guinda a la velada. Y así sucedió al fin. Higuaín regaló a Benzemà un gol que ayuda a la autoestima del galo. El Madrid se dio un homenaje a la espera de las noches de verdad. La ilusión sigue poblando las mentes del madridismo. En Estambul ya se preparan para el tsunami español