El argentino lidera la remontada ante un gran Betis
Providencial Villa, que empata antes de ceder su sitio a Messi
Los de Vilanova pueden cantar el alirón este miércoles o el próximo domingo en el Calderón
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Nadie encarna mejor el espíritu que necesita este Barcelona. Él es el hombre que representa mejor que ningún otro los valores que debe tener el Barça. Leo Messi ha vuelto a demostrar que es la divinidad que lleva la paz, el sosiego, las ganas y los goles a un equipo que lo necesita más que nunca. Tras perderse el partido de vuelta contra el Bayern Múnich, en una concesión demasiado generosa por parte de Tito Vilanova, el argentino volvió ante el Betis para reivindicarse como rey, gobernante y restaurador del barcelonismo. Aunque también ha demostrado ser un siervo sufriente que, como cualquier ser humano, padece lesiones y contratiempos. A todo se sobrepone esta divinidad que ha encarrilado el alirón azulgrana. La próxima semana, en un escenario de tanto postín como el Vicente Calderón y ante un rival de pedigrí como es el Atlético de Madrid, el Fútbol Club Barcelona puede ganar su 22ª Liga. Eso suponiendo que el Madrid hará los deberes ante el Málaga.
Pero antes de que El Messías hiciera acto de presencia y resucitara a su equipo al grito de «levántate y anda», el Barcelona pasó las de Caín para ganar al Betis. Los de Pepe Mel se adelantaron por dos veces en el marcador y pusieron contra las cuerdas a los de Vilanova. Partidazo del equipo sevillano, una de las sensacione de la Primera División, que a base de una presión incesante, un juego atrevido y mucha solidaridad atemorizó al barcelonismo. Una valiente apuesta que recogió sus frutos con los goles de Pabón y Rubén Pérez, aunque el providencial empate de David Villa dejó muy tocados a los béticos. Un día más ha sido decisivo el delantero asturiano que, sin darse un ápice de importancia, también aparece cuando más lo necesita el equipo. Cierto es que no marcó ante el Bayern el pasado miércoles, pero después de una temporada tan difícil para él, no se le pueden pedir milagros al langreano. Para eso ya está Messi.
Un primer tiempo por peteneras
Por si no hubiera suficiente marcha en el guateque blaugrana, el Betis se arrancó por peteneras y se marcó una sevillana en el primer minuto que encendió la Liga. Fue Pabón quién marcó el compás de lo que sería un intenso partido con un gol que desnudó las miserias defensivas del Barcelona. Balón colgado al área, Adriano no sabía por dónde soplaba el viento y el colombiano no desaprovechó la concesión. Tan tempranero gol incendió el Camp Nou. El barcelonismo se hacía cruces pensando que podían perder una Liga que tenían atada y bien atada. Tan caldeado estaba el ambiente que tuvo que ser un matador chileno el que se vistiera de bombero para apagar el incendio. Alexis Sánchez cogió el extintor y cabeceó para empatar el partido. Jugador peculiar este chileno que se complica demasiado la vida en el campo por su excesivo ímpetu y sus ganas de hacerlo bonito. Al final se termina haciendo un nudo a sí mismo de lo difícil que se lo pone.
El espíritu de Alexis contagió al Barcelona y comenzó su bombardeo del área bética a través de continuas ráfagas. Un rosario de ocasiones que no conseguía convertir, fundamentalmente, por la superlativa actuación de Adrián. El portero sevillano desesperó a los atacantes barcelonistas, que no se veían capaces de superar esa muralla. En especial Villa, que se topó continuamente con él. Primero respondió con una magnífica estirada a un zurdazo cruzado del Guaje y después metió de forma providencial su pierna derecha para desviar un remate franco en boca de gol del asturiano. Aunque la ocasión más clara, y polémica, fue un derechazo de Tello que superó la línea tras estrellarse ferozmente en el larguero. Gol fantasma.
Se aliaban los elementos a favor del Betis, que pasó de estar encerrado en su área a adelantarse gracias a un potente derechazo de Rubén Pérez desde fuera del área. Alexis se hizo un nudo en la frontal de su propia área, Nosa le robó el cuero, vio el desmarque de Pérez y el mediocentro bético no desperdició la ocasión. Los de Pepe Mel vivían su particular Feria de Abril, con varios días de retraso, en el Camp Nou. Un escenario soñado para el equipo sevillano, que cada vez que se acercaba a las proximidades de Pinto mareaba a los barcelonistas. El intercambio de golpes desnudaba las miserias defensivas del Barça. Solo Tello e Iniesta desde la izquierda trataban de aportar criterio y profundidad al juego en ataque blaugrana, pero sus intentos eran vanos. Bien porque no encontraban rematador, bien porque terminaban desbaratados por el portero y los defensores verdiblancos.
Messi resucita a la tropa azulgrana
Las señales con las que nacía el segundo tiempo no eran precisamente alentadoras para los culés. Piqué bostezaba recién entrado al campo tras el intemedio. No estaba precisamente el partido para bostezar, ni estaba el Barça tan cómodo como para relajarse de esa forma. Pero así empezó el segundo asalto de una trepidante batalla que no se quiso perder El Messías del barcelonismo. Messi empezó a calentar en la banda y el Camp Nou se levantó. Cuando todas las miradas apuntaban al calentamiento del argentino, Alves protagonizó una gran cabalgada por la derecha que desembocó en un centro al segundo palo donde estaba Villa, que remató en plancha para establecer el empate. De premio, Tito le mandó al banquillo para dejar paso a Messi. Resignado a su suerte y en un nuevo alarde de profesionalidad, el asturiano cedió su sitio sin rechistar.
El Messías demostró sus credenciales al poco de ingresar al campo con un impecable lanzamiento de falta que se coló pegado a la escuadra izquierda de la portería de Adrián. La aparición cambió la cara del Barça, que se volvió a poner ese traje de las mejores noches que tan grande ha hecho a este equipo. Pero el dominio de la posesión no se tradujo en grandes ocasiones de peligro. Tuvo que ser Messi, explotando su faceta de pateador, quien causara estragos con los lanzamientos de falta. Tras el gol, lanzó una peligrosa rosca que se estrelló en la cruceta. Después, le tocaría al Betis asustar a Pinto, pero una aparición providencial de Adriano evitó un remate franco. Y sería de nuevo Messi el que acabaría con todos los fantasmas. Cargó desde la derecha, se asoció con Iniesta en la frontal, el manchego abrió de tacón para la llegada de Alexis por la derecha y éste se la puso al argentino para que marcara a placer. El Messías lideró la remontada culé.
Ganar al Betis estaba costando sangre, sudor y lágrimas. Y casi cuesta algo más porque, tras salvar de forma inverosímil el intento de vaselina de Alexis, Adrián golpeó con el pie en sus partes nobles al chileno que se quedó visiblemente dolorido en el campo. Estas cosas suceden cuando fías todo tu juego a la testiculina. Suerte que la cosa se quedó finalmente en un doloroso susto. Para evitar males mayores, Vilanova sacó a Alexis del campo para dar entrada a Thiago, que debe amortizar los minutos sueltos que se le conceden para demostrar su enorme talento. Y así tocando y tocando el balón, el Barcelona pasó el trago durante los últimos minutos a la espera de que pitase el colegiado. Al final, el árbitro pitó y el Barça vio el cielo. Queda menos para el alirón, que podría llegar este miércoles si el Real Madrid no gana al Málaga.