Carolina María Marín Martín se ha convertido esta tarde en la primera jugadora europea de la historia en ganar un oro olímpico en bádminton. O si prefieren, en la primera jugadora no asiática en ganarlo. La magnitud de la hazaña ni siquiera se puede resumir así, es complicadísimo apreciar en su totalidad este oro. Se enfrentaba a la que desde hace dos años muchos dicen que es su sustituta. Jugadora india muy joven, que ya le ha puesto en tantos apuros como hoy en otras ocasiones, que incluso le ha ganado no hace mucho, y que es extremadamente buena en todos los golpes que requiere este deporte. Pusarla Venkata Sindhu, una jugadora alta y de brazos largos que le permiten llegar fácilmente además a un mayor número de ataques que a la gran mayoría de jugadoras del torneo. De hecho, llegando a un volante imposible, ganó la asiática el primer juego.
Carolina ha tenido que remontar por primera vez en estos Juegos tras ceder el primero. Comenzó fuerte la onubense, haciendo creer que esto iba a ser un juego de niños, pero las rivales también juegan, y nada mal. También tiene mucho genio en la pista Sindhu y supo sacarlo contra la campeona del mundo. La jugadora india le dio la vuelta al final del primer set basando su juego en una defensa sin fisuras. Llegando a todo con una fuerza que no había salido en la primera parte de esa primera manga. El último punto lo resume todo, cuando defiende un volante cruzado de Carolina con el revés abajo, enviándolo al fondo de la pista. La andaluza fue incapaz de devolverlo porque estaba ya celebrando el punto, y cayó.
Escenario nuevo donde no había que corregir nada. Fernando Rivas, otro gran culpable de este oro, sabe con quien trata. Sabe que a Carolina hoy había que hablarle con el corazón. Es mejor que su rival y él lo sabe, y sabe que ella lo sabe. Cuando tienes ganado un juego y tu rival te remonta de esa manera, no hay errores en la pista, hay errores en la cabeza. La presión de un oro olímpico. En dos minutos Rivas le recordó a la mejor alumna que tendrá nunca como había llegado hasta allí, para que había llegado, y que era el momento y el lugar de colarse en la historia. El segundo juego fue un visto y no visto. Salió con todo y un huracán se llevó por delante a Sindhu. Ahí empezó otro juego, tardar en sacar, el cambio de volantes, pedir la mopa, protestas. Una final olímpica tiene estas cosas, y tiene a la mejor del mundo, y al futuro más inmediato de este deporte. Igualdad máxima dentro de la pista, dos gritos de rabia, y el objetivo más cerca siempre de la española que de la india. Llegó un punto al final donde empatadas, de nuevo Sindhu venía con inercia ganadora, situación muy parecida a la del principio, pero aquí salió la mejor jugadora del mundo y cerró el partido. 19-21, 21-12, 21-15.
Se cerró el círculo, ya lo tiene todo y no podemos pedirle absolutamente nada más, al margen de seguir disfrutando de algo que probablemente nunca más volvamos a ver en este país. Carolina Marín ya es campeona olímpica.