De vez en cuando, el boxeo nos ofrece historias apasionantes que bien merecen ser contadas, o incluso llevadas a la gran pantalla.
Esta es la historia de cómo un hombre de descendencia mansí (tribus de Siberia Occidental) y criado en la localidad Siberiana de Beryozovo, que hacía una excursión de 1 día para llegar a algo que forzosamente podríamos llamar gimnasio, ha llegado a ser respetado y admirado por el mundo del boxeo, y ha alcanzado la meta de ser campeón del mundo.
Ruslan Provodnikov se presentaba al mundo del boxeo un 16 de Marzo de 2013 en un combate por el cinturón mundial de la WBO del peso welter. Era un semidesconocido para el gran público, con fama de pegador y un encaje similar al de ídolos de la talla de Arturo Gatti.
Su rival era Timothy Bradley, considerado uno de los mejores libra por libra del momento y que venía de ganar de forma sospechosa a Manny Pacquiao.
El ruso no tenía por qué suponer grandes problemas al americano, poseedor de una técnica exquisita. Pero rápidamente, en los primeros 2 asaltos, “Desert Storm”, tal y como apodan al americano, se dio cuenta de que el “Rocky de Siberia” no había venido de turismo a California. La batalla pasará a la historia por más de un motivo: por ser el mejor combate del año, por el hecho de que el árbitro considerara resbalo una mano que el ruso logró impactar en el rostro de Bradley, enviándole directamente al suelo, y porque pocas veces se ha visto a un boxeador vaciarse con tanta fe y seguridad en sí mismo, derribando de nuevo a su oponente a falta de escasos 10 segundos (esta vez sí que fue contabilizada por el árbitro), y para mayor suspense, la campana final se convirtió en el mejor aliado de Bradley esa noche, salvándole in extremis de un KO que ya se mascaba en el Home Deport Center de Carson, California. La ajustada decisión de los jueces, adjudicándole la derrota a Provodnikov, fue justa, pero la carta de presentación del ruso, fue realmente impactante.
En su siguiente combate ante el guerrero Mike Alvarado, de nuevo por la corona, esta vez del peso junior-welter, Ruslan no desaprovechó la oportunidad, causando el abandono del americano en el round 10. Los que habíamos visto su cara, y su forma de expresarse en la entrevista previa del face off pocos días antes del combate, sabíamos de su enorme convicción, y de la locura que le poseía cada vez que saltaba a un ring con una sintomática parecida a la que siente alguien que es insensible al dolor. La emoción y el abrazo posterior de coronarse campeón con su madre, fueron realmente sentimentales tanto para ellos, como para quien pudo verlo.
En su primera defensa, perdería el cinturón a manos del italoamericano Chris Algieri, pese a derribarle 2 veces en los primeros compases del combate. Fue una decisión dividida, realmente polémica, en la que los jueces primaron más la regularidad de golpes conectados de Algieri, que las bombas que iban alcanzando de forma más irregular al italoamericano por parte del ruso.
Si me piden mi opinión diré que ante una difícil decisión como la que tuvieron esa noche los jueces, uno siempre se ha de inclinar más hacia quien da el espectáculo y el atrevimiento, más aun con 2 derribos esa noche en su casillero, y siendo también quien defendía el título, lo cual lo dotaba de un mayor status.
Este fin de semana, el siberiano se enfrentaba a un invicto mejicano, con un alto porcentaje de KO’s en su casillero, en un nuevo intento de retomar el camino que le vuelva a hacer poseedor de una oportunidad por el título de campeón del mundo. Y el bueno de Ruslan parece que tiene claro que quiere volver a ostentar dicho honor, propiciando un KO al púgil mejicano en el cuarto asalto.
Para los que no le hayan visto en acción, tatúense su nombre en la mente, ya que boxeadores de esta estirpe, con poca clase y sin ningún conocimiento de lo que es la distancia, ni el famoso dicho “tocar y que no te toquen”, no les verán poseer un récord perfecto, ni andar hacia atrás después de recibir una terrible combinación en el rostro, pero sí abarcar un puesto en el corazón de todo aquel que ame este deporte.
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