Victoria insular por 2-0 ante un teórico candidato a Champions como el Sevilla, que sigue mostrando graves muestras de indolencia y preocupación
El Sevilla de Unai Emery tiene todos los síntomas de un equipo muerto. Sin alma, sin ganas, sin ideas, sin intensidad, sin fútbol, el Sevilla no tiene nada. Está herido de muerte y sale al campo cada partido a ser un títere en manos del rival, se llame Atlético de Madrid, Celta de Vigo o Unión Deportiva Las Palmas. Los calificativos se quedan ya muy cortos. Es un desastre todo lo que rodea al equipo en el campo y fuera de él. Emery, con un plantel atestado de bajas, planteó un partido con cuatro centrocampistas puros, dos puntas y ninguna profundidad por los costados. Con lo que parece una pérdida absoluta de papeles, jugó al pelotazo con Llorente, y cuando caía por 1-0 modificó el esquema para tener más la pelota y jugar por bandas. Un despropósito. Podría parecer que un equipo como Las Palmas, ha tenido que hacer el partido perfecto para llevarse hoy los tres puntos, pero nada más lejos.
Volvió Cristóforo al centro del campo, quizás demasiado poblado con Krohn Dehli, Iborra y Krychowiak. Iborra es un fantasma, Krychowiak un jugador físicamente muerto, y el danés a años luz del fabuloso futbolista del Celta. Trémoulinas es un espejismo de lo que fue el año pasado, y los de arriba apáticos y desacertados de cara a portería. Volvía después de mucho tiempo al 4-4-2, y la defensa de 3 del equipo canario tampoco fue demasiado asfixiante para los puntas rojiblancos. El Sevilla hoy ha disparado 15 veces entre los tres palos, pero con peligro solo una. El partido ha sido un martirio para el espectador neutral, los primeros veinte minutos se desarrollan en el centro del campo con constantes pérdidas de balón de ambos equipos. En ese tiempo, el equipo amarillo ni olió la portería de Sergio Rico, mientras en el Sevilla, Coke tuvo una ocasión clarísima en el área pequeña, y Llorente le pegó mordido tras una gran jugada de Krohn Dehli. Dos minutos después, la primera llegada de Las Palmas se convierte en el 1-0 con un gran disparo de Roque Mesa desde la frontal pegado a la base del poste. Trémoulinas está muy permisivo, y como ya acostumbran los de Nervión, a la primera llegada, gol en contra. El Sevilla no iba a despertar. Ni se inmutó. Desde el centro del campo los balones a Llorente e Immobile eran siempre muy largos, y apenas han tenido opciones cara a puerta.
En la segunda parte más de lo mismo. El equipo sevillista se dedicó a andar por el terreno de juego esperando que la remontada cayese del cielo. Las Palmas jugaba a posicionarse bien, y salir a la contra. Los rojiblancos perdían la pelota solos, y el mal estado del terreno de juego también ayudaba. Para colmo, en una ocasión clarísima para el empate, el remate de Krychowiak que iba a gol lo saca Gameiro con la cabeza, si, Gameiro. Unai hizo los tres cambios antes del minuto 70, y no era para menos. Vitolo, Reyes y Gameiro entraron y volvió el Sevilla al clásico 4-2-3-1. Tuvo más la pelota y volvió a la profundidad por bandas. Un siempre voluntarioso Coke no paró de aparecer en los 90 minutos, y generó peligro tanto entrando por fuera como metiéndose por dentro. Vitolo, en su vuelta a casa lo intentó sin acierto, y el resto de sus compañeros, trataban de combinar sin éxito mientras pasaban los minutos y el trágico final parecía inevitable. En el 75, el Sevilla tuvo tiempo de demostrar una vez más la falta de actitud de la que adolece el equipo. Centro de Araujo y remate completamente solo de Alcaraz en el área pequeña de cabeza. Todos los jugadores de rojo se miran entre sí, agachan la cabeza y se van para Sevilla con dos puntos, dos goles a favor y un problema del que no se sale en dos días.
El Sevilla, se ve metido en un gran lío si no es capaz de ganar al Rayo. Debe ir a Turín a enfrentarse a la Juventus en Liga de Campeones, y recibir a un Barcelona al que se le da muy bien el Sánchez-Pizjuán. Luego el calendario sigue siendo una tortura, y todo sin Ramí, Carriço, Pareja o Banega entre otros. El panorama es desolador, y el final no parece estar cerca. El Sevilla está hundido, y parcialmente muerto.