Tras 66 minutos con un jugador menos por la expulsión de Fazio, el conjunto de Emery ha conseguido empatar a uno un partido donde el Celta fue superior pero no consiguió materializar sus ocasiones
Volvió Fazio al Sevilla tras un periplo de sequía en Londres, y lo hizo para dinamitar a su equipo a los 24 minutos de partido. Siempre hay un motivo esta temporada por el que Unai Emery no hace a su equipo conseguir una victoria fuera de casa. Hoy sea como sea, tampoco ha ganado, aunque es cierto que los sevillistas han sacado de Balaídos petróleo en forma de punto tras un ejercicio de orgullo admirable donde incluso se han adelantado en el marcador. La imagen del equipo además es totalmente distinta a la mostrada el resto del año. La actitud y la entrega es palpable, y de hecho es lo que hace que este Sevilla lleve ya 10 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Emery con su once, dio claramente a entender que no da por ganada la eliminatoria de Copa. Ha rotado hoy, jugando sin Banega, Vitolo o Gameiro, poniendo a Llorente en punta, a Reyes y Konoplyanka por los costados y adelantando a Carriço en el medio. Berizzo salió con todo lo disponible. Ni Orellana ni Nolito podían ser la partida, y el Celta lo notó todo el encuentro.
Empezó el partido y casi al pestañear, Fazio ya tenía tarjeta amarilla, bastante rigurosa por cierto. Conociendo sus antecedentes, la amonestación se convertiría en expulsión de un momento a otro, pero tampoco podíamos pensar que fuese tan pronto. Una cosa es que la primera tarjeta sea injusta, y otra que ya teniéndola, 22 minutos más tarde hagas una entrada a destiempo que se sanciona con amarilla si o si. A la calle, y el equipo perfectamente plantado desde el inicio, a remar en inferioridad. El Sevilla salió a presionar, y con diez siguió haciéndolo. Al Celta la superioridad numérica no le aclaró las ideas, las cuales no llegaron en los primeros cuarenta y cinco minutos en ataque. Apenas creó peligró, ni contra diez ni contra once. El rival era ordenado, pero no explotó el hándicap que se encontró. Emery retrasó a Carriço y Khron-Dheli, y dejó a un desafortunado Llorente como una isla arriba. No está Llorente nada fino, pero por alto sigue siendo atractivo para las opciones de este equipo. Los sevillistas con orden consiguieron mantenerse con firmeza ante el lógico dominio vigués, y además fueron activos en ataque. Fue a balón parado, con fuerzas igualadas, cuando Llorente intervino con un cabezazo que dejó muerto Sergio en el área para que Carriço empujase a la red el balón. Se adelantaba con sorpresa el equipo visitante un minuto antes de llegar al descanso.
En la segunda mitad Berizzo mandó a su equipo al ataque. Introdujo las modificaciones necesarias y encerró al Sevilla en su área mientras abría el campo y hacia trabajar sus bandas y a Mariano y Escudero para pararlas. Ante la facilidad con la que llegaba el Celta al área del Sevilla y mientras la tarea de los nervionenses consistía en achicar, Emery empezó a meter sus nuevas piezas para parar la sangría. Tras un cabezazo el palo de N’Zonzi y un fallo clamoroso de Beauvue, en el 63, llegaría el gol precisamente de Beauvue tras rematar en el área un centro de Wass desde la derecha en la enésima internada de este por el costado. El empate pilló a Emery a contrapié mientras realizaba los cambios, y terminó por meter a Gameiro y buscar la contra perfecta que le diese la totalidad de los puntos. Banega y Vitolo no consiguieron frenar el empuje de un Celta que contaba las ocasiones de gol minuto a minuto. El asedio solo lo frenó el pitido final, y Sergio Rico, que en el 92 le hizo la parada de la tarde a Guidetti cuando ya se cantaba el gol en las gradas. El segundo asalto, el de los puntos, ha sido hoy para el Celta, queda uno, y se jugará el jueves con una final a la vista. Se queda el Sevilla sexto y el Celta a dos puntos de los andaluces. Se empieza a apretar la lucha por Europa.