Álex Menéndez vuelve a decidir cuando faltaban escasos segundos para que se cumplieran los dos minutos de tiempo añadido. El gijonés, que ya marcó el gol de la victoria en Riazor, desequilibró un gran duelo marcado por la calidad inmensa de Halilovic y Marco Asensio. Los locales pagaron su falta de puntería ante un inspiradísimo Alberto, que paró hasta un penalti.

Álex Menéndez volvió a decidir, como en Riazor, para darle al Sporting la segunda victoria de esta temporada.
Esto es la Primera División y aquí, como en Cádiz, hay que mamar. Y para mamar en Primera hay que ganar partidos como el que ganó este sábado el Real Sporting de Gijón en el estadio de Cornellá-El Prat, uno de esos campos que cuando uno lo pisa sabe que está en la máxima categoría del fútbol español. Tenemos que remontarnos muy atrás en el tiempo para encontrarnos con el Espanyol en Segunda. Si el equipo de los pericos no se merece bajar, mucho menos se lo merece el Sporting de los guajes, un recién ascendido que empieza a evocar los años dorados del sportinguismo. La generación 2.0 de los yogurines de Mareo la ha vuelto a liar y sumó en una jaula prácticamente inexpugnable (allí sólo ganó el Real Madrid, 0-6, sí, pero es el Madrid) la ansiada segunda victoria del curso del retorno a la élite.
Victorias como ésta de los guajes de Abelardo en Cornellá son las que construyen la grandeza de un equipo. Y ese Sporting de chavales, por el que pocos daban un duro hace menos de un año, ya lleva 8 puntos de oro en la máxima categoría. No se sabe si guiado por el espíritu del inolvidable Dani Jarque, al que en su minuto 21 brindaron un emocionante tributo los aficionados de ambos equipos, el conjunto gijonés se llevó una sufrida victoria que sabe a triunfo histórico. Primero por el golazo espectacular de Halilovic, siguiendo por los paradones de Alberto ante los picotazos de unos periquitos endemoniados y culminando por otro gol de un crío de la casa como Álex Menéndez, que decidió como en Riazor para seguir consagrando el sello de Mareo como una marca de Primera.
Andan tan revueltas las aguas en la Ciudad Condal, y eso que el Mar Mediterráneo acostumbra a ser una balsa de aceite, que a alguna mente calenturienta ya se le habrá ocurrido pensar en un cambio de cromos desde el Camp Nou a Cornellá. Algún barcelonista querrá que más de un espanyolista como Marco Asensio se ponga la camiseta del Barca y algún perico malvado estará pensando en un trasvase masivo de futbolistas azulgranas aprovechando el mal momento del equipo de Luis Enrique. Como en todos los trasvases, se acabaría comprobando que el contenido del cesto es más importante que el cesto y que en este negociado del fútbol, como en la vida misma, no se gana solo con la camiseta. El Espanyol dio la cara, sí, pero el ímpetu de los blanquiazules no fue suficiente para tumbar a la versión de color amarillo-mostaza del Real Sporting de Gijón.
Y otra actuación estelar de Alberto. Como se siga empeñando en convertirse en el santín del Sporting, el bueno del Pichu Cuéllar lo tendrá complicado para seguir siendo el santu de referencia del equipo de Abelardo. En Cornellá volvió a ser decisivo el guardameta barcelonés con varias intervenciones de indudable mérito, incluyendo el penalti que le paró a Caicedo. Esta victoria también es suya. Porque la discreción, humildad y el trabajo bien hecho, a veces reciben su recompensa.
Picotazo de Halilovic
La vuelta de Bernardo a la defensa y de Sanabria al ataque fueron las principales novedades del once inicial del Sporting en Cornellá. También fue novedad el regreso de Canella al lateral izquierdo, una posición que ocupó Isma López contra el Betis. En el Espanyol sorprendió la ausencia de Gerard Moreno del equipo titular, pero Sergio apostó por Caicedo de entrada. Ambos equipos clavaron el mismo planteamiento (4-2-3-1) y esto se reflejó en mucha igualdad de salida. La intensa presión se cobró dos amonestaciones en los primeros minutos, una para cada conjunto: primero vio la amarilla Víctor Sánchez por un agarrón a Jony y después se la mostraron a Canella por arrollar a Hernán Pérez.
El Sporting repitió la tónica de anteriores partidos y salió como un tiro, asumiendo el mando del partido desde los primeros minutos. Pero esos arranques fulgurantes, con ese juego tan vistoso, intenso y eléctrico debía reflejarse en goles, algo que sucedió contra Dépor y Betis, pero no contra Valencia y Rayo. En Cornellá sucedió lo mismo por obra y gracia de un pequeño genio de Dubrovnik. Una pérdida de Víctor Sánchez a la altura de la separadora de ambos terrenos de juego propició una recuperación de Lora, que no se complicó y se la dejó rápidamente a Halilovic para que el croata tirase de repertorio y se sacase de la chistera una genialidad de las suyas. Alen avanzó hasta la frontal del área rival y desde allí soltó un zurdazo teledirigido que se incrustó por toda la escuadra de la portería de Pau López. Siete jornadas y un sinfín de genialidades después, Halilovic abrió al fin su cuenta goleadora con el Sporting y su estreno no pudo ser mejor: un golazo de bandera.
Como el domingo pasado, otra vez tocaba remar a favor de corriente. Y eso, en el caso del equipo de Abelardo, suele ser garantía de avalancha porque el Sporting se sacó de encima cualquier tipo de corsé para lanzarse a por el rival. Casi llega así el segundo gol tras una gran apertura de Halilovic hacia la izquierda, donde Menéndez y Canella hicieron el dos contra uno, pero el centro del lateral de Pola de Laviana lo abortó Roco de cabeza. Sergio Álvarez, con un derechazo, también rozó el gol tras otra pérdida de Víctor Sánchez en la medular, pero el intento se perdió por muy poco. Todo esto ocurrió en menos de 25 minutos, pero no se quedó aquí la cosa; un minuto después, Halilovic se marchó en velocidad de Roco, llegó hasta el área rival y centró con el exterior buscando a algún compañero por el segundo palo, aunque terminó atrapando Pau López.
El Espanyol estaba tocado y relativamente hundido por el marcador en contra, aferrado únicamente al talento de Marco Asensio para despertar del letargo. Fue precisamente una conducción de Asensio tras robarle el balón a Halilovic la que mayor peligro llevó sobre la portería del Sporting. El balear arrancó en la zona de tres cuartos, llegó hasta el área, encaró a Lora y consiguió centrar al primer palo, donde estaba Caicedo, que solo pudo controlar porque fue trabado por Bernardo, que lo derribó y el árbitro se fue directo al punto fatídico. Penalti, no muy claro, pero penalti. Y amarilla para el colombiano. Del lanzamiento se encargó el propio Caicedo, pero Alberto le adivinó la intención por la izquierda y rechazó el disparo. Los locales desaprovecharon la que había sido su mejor ocasión hasta entonces, pero al menos les sirvió de estímulo para hacerse con el dominio de la situación.
En la reacción espanyolista tuvo mucho que ver, por no decir todo, la inmensa calidad de Marco Asensio. El mediapunta dirigió la mayor parte de las acometidas locales y, en una de ellas, casi marca de espuela pero no pudo, en una jugada que incluyó un centro posterior de Caicedo que no encontró rematador. Lo intentaba el Espanyol y probó fortuna también Arbilla con un zurdazo centrado al que respondió bien Alberto. Fueron los mejores minutos de los pericos, que se llevaron otro susto cuando ese pequeño pajarillo llamado Alen Halilovic disparó arriba para culminar una gran acción elaborada entre Álex Menéndez, con taconazo incluido, y Rober Canella.
Y Menéndez picó dos veces
El segundo tiempo arrancó con una fase de dominio alterno, sin ocasiones claras en ninguna de las dos porterías. Fue solo un espejismo y un pequeño adelanto de lo que estaba por llegar. Avisó Jony con una endiablada arrancada hasta el área perica y, justo cuando se disponía a asestar otro picotazo, apareció Enzo Roco para salvar la situación momentáneamente yéndose al suelo; lejos de alejar el peligro, fue a más cuando el balón le cayó a Halilovic, pero su centro no encontró rematador. «Tierra llamando a Asensio, tierra llamando a Asensio». Era el mensaje que retumbaba en Cornellá-El Prat. Todos los locales buscaban a la perla balear y éste respondió asumiendo el protagonismo, aunque sin éxito por culpa de un tal Luis Hernández que, como siga así, se acabará haciendo un hueco en las listas de la selección española.
El que ya es internacional, con Paraguay, es Tonny Sanabria. No lo hubiese conseguido por tener la ocasión que tuvo en el minuto 61, cuando finalizó una buena jugada de estrategia propia de la pizarra de Abelardo enviando el balón al larguero. Su toque de primeras, en posición legal, pudo suponer el 0-2 y la tranquilidad definitiva en un momento clave. Pero ya se sabe que en esto del fútbol, el que perdona lo acaba pagando. Y lo pagó a renglón seguido el Sporting. Empató el Espanyol. Acertó, esta vez sí, Felipe Caicedo que, en esta ocasión, sí fue el más listo de la clase para cazar a bocajarro el balón y mandarlo a la red, culminando una gran llegada de Duarte por la izquierda tras una jugada iniciada por un gran pase de cuchara de Cañas. El Espanyol, un equipo que hasta entonces no sabía lo que es empatar en esta liga (3 victorias y 3 derrotas), se encontraba con el gol cuando menos lo esperaba.

El Espanyol lo intentó de todas las formas posibles, pero terminó hincando la rodilla ante el Sporting.
Mimetizando sus planteamientos hasta en los cambios, Abelardo y Sergio dieron entrada a Guerrero y Moreno por Sanabria y Caicedo, respectivamente. Estaba la cosa tan emparejada que la más mínima concesión podría resultar determinante. Concesiones como la del Espanyol en una doble oportunidad de Burgui y de Duarte que salvó por dos veces Alberto, cada vez más determinante en el Sporting. Desperdiciar estas ocasiones parecía un riesgo demasiado grande a la vista de los acontecimientos. El guardameta visitante también respondió bien a un cabezazo manso de Gerard Moreno y, sobre todo, ante otro intento de Arbilla que repelió con otra magnífica intervención; el rechace le cayó a Burgui, pidió penalti por una posible mano de Guerrero, pero el que no se quiso pillar las manos fue el árbitro Clos Gómez y se dio mus. Todo lo contrario que Abelardo, que no dejaba de dar instrucciones desde la zona técnica y de mover el banquillo para dinamizar al equipo con cambios como el de Mascarell por Jony, o el de Pablo Pérez por Halilovic, que recibió una ovación en Cornellá como si fuera un futbolista local. Hasta en Barcelona se escucha a la Mareona para reconocer al nuevo ídolo de sportinguismo. Desde Villa no se recuerda un cariño semejante.
Y como quien no quiere la cosa, el Sporting había frenado los vuelos de los periquitos y terminó provocando la desbandada de la afición local de la grada. Fue desfilando el respetable espanyolista y los últimos minutos iban a ser una suerte de batalla psicológica entre ambos conjuntos por optimizar mejor sus recursos en busca de una mejor gestión del tiempo. Y si hay algo que manejan bien los guajes de Abelardo es el tiempo. Primero recibieron esa buena noticia que nunca se desea recibir, pero que es un alivio cuando se produce: lesión de uno de los mejores jugadores del rival, el delantero Gerard Moreno, que se marchó lesionado tras estar apenas 20 minutos sobre el césped. Pero lo mejor estaba por venir para los de amarillo, esa equipación que en Cornellá volvió a ser tan talismán como en Riazor. Esta vez no fue por obra y milagro de Halilovic, sino de dos neños de la casa como Pablo Pérez y Álex Menéndez.
El neñu de la Inmaculada filtró un pase al hueco que dejaron Álvaro y Arbilla, habilitando la llegada por el centro de Álex Menéndez y el lateral gijonés se plantó ante Pau López, al que superó por bajo con una tranquilidad y una categoría propia del más avezado delantero, a lo Samuel Eto’o. Cumpliendo eso de que quien golpea primero golpea dos veces, Menéndez, otra vez Menéndez, como en Riazor, marcó el gol decisivo para darle al Sporting la segunda victoria de la temporada. Justo al final, cuando no daba tiempo ni para toser, decidió este gijonés que va camino de convertirse en el xilguerín de oro al que le cante y rinda pleitesía el sportinguismo. Los paxarinos del Pitu ya vuelan solos en la élite.