El equipo de los Fernández sufre un nuevo revés en Donosti ante una Real Sociedad que despachó el partido andando y apretando cuando le vino en gana. Elderson, que marcó sin querer el gol del honor sportinguista, es la viva imagen del desconcierto que atraviesa actualmente la entidad de Mareo.

Lillo es otro vivo reflejo de la impotencia rojiblanca. En el momento que tiene un lateral de nivel delante sufre lo indecible.
Nada tiene de especial la derrota de Anoeta. Ni fue una goleada escandalosamente humillante ni significa el descenso matemático. Absolutamente nada tiene de especial, como las dos mujeres que se dan la mano en la famosa canción de Mecano. Fue una derrota más (la 19ª en lo que va de esta temporada horribilis para el sportinguismo, las mismas que lleva el Granada y solo una menos que Osasuna). El matiz viene después: cuando abres el archivo y ves dónde estaba el Sporting a estas mismas alturas el año pasado. Llegados a este punto, los más sensibles pueden dejar de leer. Entendemos que el relato de los partidos del Sporting tiene efectos nocivos para las mentes más sensibles y los corazones más débiles.
El Sporting se inmoló en Anoeta y va quemando los pocos cartuchos que le quedan en Primera. Los más fuertes pueden seguir con la lectura de estas líneas. Con música o sin música. Por encima o por debajo del mantel. Solos o en compañía. Así podrán ver que el agravio comparativo con la temporada pasada resulta especialmente ofensivo. Ya no porque el recién ascendido Sporting de los guajes empatase contra la Real Sociedad (0-0) en la segunda jornada, sino porque ese mismo Sporting ocupaba también la 18ª posición, con 28 puntos, después de 31 jornadas de Liga 2015-16, a un solo punto de la salvación, marcada por el Granada, que entonces no era la banda de este año. Por algo se salvaron ambos equipos. El Sporting de hace un año tenía los mismos puntos que el Getafe, que era penúltimo, y tres más que el Levante de, oh sorpresa, Rubi, que tenía 25 (tres más que su actual equipo) contra el que habían empatado a cero en el Ciudad de Valencia, aunque merecieron ganar. Hoy, el Sporting tiene 22 puntos, dos más que el penúltimo y cinco más que el colista. Quizás eludir el farolillo rojo sea la única batalla que le queda por librar al conjunto sportinguista en lo que queda de curso.

Con 5 victorias, 7 empates y 19 derrotas, el de Rubi es uno de los peores Sporting en la 31ª jornada.
Ya no hay nada que perder, la suerte está echada y podemos llamar a las cosas por su nombre. El peor enemigo del Sporting es el propio Sporting, pero ya habrá tiempo para volver sobre eso cuando se rubrique el descenso matemático. Como el duelo de las dos mujeres de la famosa canción de Mecano, lo que queda de esta temporada será un duelo del Sporting contra el Sporting por no hacer todavía más el ridículo a ojos de toda España e incluso del mundo entero. Ya bastante lo hizo en los dos ultimos descensos. Si hay que bajar, que sea con la dignidad por bandera y como han descendido tantos equipos. Ese sería el primer paso para iniciar el retorno a Primera.
El ejemplo a seguir es el Levante que, después de bajar el curso pasado dando pena con Rubi, el mismo entrenador que está a punto de volver a bajar con el Sporting, regresará a Primera División de la mano de un gijonés de pura cepa, Juan Ramón López Muñiz, uno de los nuestros. Después del lamentable final de la era Abelardo, Muñiz es el entrenador indicado para liderar la resurrección sportinguista. Lamentablemente, Quico Catalán, Tito y Carmelo del Pozo no lo pondrán nada fácil y lo mantendrán bien atado al puerto de Orriols. Así es este negociado.
La decisión de Rubi de alinear a Elderson en la posición de Canella, al que le tocó chupar banquillo después de ser titular en los anteriores cinco partidos, fue castigada nada más empezar el partido. La inapelable justicia del fútbol. El hoy lateral zurdo se tragó un balón manso que debía de haber despejado de cabeza hacia adelante, lo despejó hacia atrás, la pelota le cayó a Xabi Prieto, que la puso al segundo palo, donde apareció Willian José para rematar de cabeza, Cuéllar la sacó y aunque la jugada deja dudas, el balón había traspasado la línea de gol. Ahí empezó a torcerse la noche sportinguista. Poco después marcó Juanmi el segundo dejando con el molde a una estatua de nombre Fernando y de apellido Amorebieta tras un pase majestuoso de Xabi Prieto, una delicia de futbolista, que dio en bandeja los dos primeros tantos de la Real.
El partido quedó ya visto para sentencia en el primer tiempo y con los tres centrocampistas (Xavi Torres, Sergio y Vesga) cargados con una amarilla cada uno en la primera media hora de encuentro, y con Lillo dando palos de ciego en el campo, que el árbitro no quiso sancionar, la gran motivación era no ser expulsado para poder jugar el próximo fin de semana contra el líder. El que se perderá esa cita será precisamente Burgui, el mejor jugador del Sporting a fecha actual, que no puede jugar contra su ex equipo por acumulación de tarjetas aunque tampoco iba a hacerlo por la famosa cláusula del cagazo, esa que los señores directivos no ven conveniente pagar. “Hay que guardar perres pal nuestru sueldín”, pensarán. Y sin ponerse ni colorados.
Del segundo tiempo, lo más destacable fue el golazo de Yuri Berchiche, entrando por la banda derecha como un mercancías después de una gran conducción, culminada por un gran pase, de Zurutuza. Yuri, el defensa lateral más goleador de esta Liga (3 goles), volvió loco a Douglas en El Molinón y en Anoeta hizo lo propio con Lillo. Otra demostración de justicia futbolística que un canterano de la Real Sociedad haya sacado los colores a un cedido del Barça y a un ex del Eibar que está en Gijón como podía estar en Soria; Lillo es uno de los pocos que deberían poner una vela a los Fernández (Abelardo, Javier y compañía) porqué está jugando en Primera, y no en Segunda División, gracias a su negligente planificación deportiva. Y a nuestro buen amigo Nico Rodriguez, por supuesto.
Antes del final marcó Elderson el gol del honor para el Sporting. Él no quería. Él se encontró la pelota en el área de la Real Sociedad como quien se encuentra una paloma en el parque Isabel la Católica. Pasaba por allí, allí se la encontró, le rebotó y al jaulón. Titular por sorpresa y goleador por sorpresa. ¿Quién detiene palomas al vuelo? Elderson abrió el marcador regalando el 1-0 a la Real y lo cerró marcando sin querer el 3-1. La jaula del hámster sportinguista sale a relucir hasta en estos pequeños detalles. La próxima semana, contra el dentista, un nuevo capítulo. Y, como en la canción, ¿lo que opinen los demás, está de más? Lo iremos viendo.