Derrota ante una Ponferradina que sueña con la promoción de ascenso
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Hay días en los que por mucho que te empeñes, no te sale nada. Lo intentas y lo intentas, pero te estrellas continuamente. Le pasó al Sporting en El Toralín. Derrota inapelable en un partido cargado de imprecisiones. Se perdió la oportunidad de sumar tres puntos obligatorios para mantener vivas las aspiraciones de ascenso. Ni por arriba ni por abajo, ni por la derecha ni por la izquierda. No hubo manera de meterle mano a la Ponferradina, que reentabilizó al máximo su fútbol ramplón y sin concesiones a la galería. Un juego tosco y aburrido pero efectivo, que ha permitido a la Deportiva meterse de lleno en la pelea por la promoción de ascenso. Los bercianos acumulan ya 55 puntos con siete partidos por jugar y están en una posición óptima. Desde Gijón ya se contempla con frustración tan privilegiada situación porque a los de José Ramón Sandoval apenas les quedan cartuchos.
Y eso que la Mareona volvió a demostrar que también riega en secano y más de 3.000 fieles del sportinguismo llenaron de ambiente y de luz las gradas del coqueto estadio leonés, convertido para la ocasión en el pequeño Molinón del Bierzo. A la ya de por sí luminosa tarde leonesa, los sportinguistas le añadieron un vistoso colorido rojiblanco.
Como si los jugadores estuvieran digiriendo una copiosa ración de botillo, el partido resultaba bastante pesadote. Juego lento, pausado e impreciso, sin ocasiones de peligro, los porteros eran meros espectadores. Hasta que al cabo de la media hora de partido, Santi Jara apareció por la derecha para servir un preciso pase al corazón del área que cazó Bilic para enviarlo fuera por milímetros. Fue la mejor jugada de Sporting en la primera parte, una nueva demostración de que este equipo no necesita acaparar la posesión para generar ocasiones. La ocasión despertó a la Ponferradina, que primero replicó con un centro muy cerrado de Carpio desde la derecha que no alcanzaron por poco en boca de gol Máyor y Yuri. El propio Yuri cabecearía después con mucho peligro un envenenado centro de Saúl, pero respondió con una gran estirada Pichu Cuéllar. No fueron oportunidades muy claras, pero volvieron a demostrar que los de Sandoval sufren mucho atrás.
Baró marcó un gol decisivo
El segundo tiempo fue más interesante. No hubo tiempo ni para acomodarse. A escasos segundos de reanudarse el juego, Bilic soltó un endiablado derechazo que se estrelló en el palo. El partido entró en una fase confusa, el escenario adecuado para las aspiraciones de la Ponferradina. Avisó Yuri, pero Iván Hernández se cruzó para despejar a córner. Ese saque de esquina resultó mortal para el Sporting. Fue un gilicórner en corto que terminó en las botas de Acorán, al que dieron tiempo para controlar, amagar y ensayar un disparo que merodeó la portería de Cuéllar hasta que lo cazó Baró para alojar el balón en la meta sportinguista. Un mazazo que disparó las revoluciones de los sportinguistas, conscientes de que este gol dilapidaba casi todas las opciones de meterse en los puestos altos de la clasificación.
La Ponferradina improvisó un autobús defensivo, adelantó sus líneas para que los atacantes del Sporting cayeran continuamente en fuera de juego y el paso de los minutos comenzó a resultar demasiado rápido. Sandoval agitó la ruleta de los cambios y dio entrada a Carmona y Juan Muñiz por Jara y Cases buscando mayor frescura y capacidad de sorpresa en ataque. Minutos antes ya había metido a David Rodríguez por un Sangoy más apagado que de costumbre. Ni a Trejo se podía aferrar el sportinguismo, El Chocota tampoco tenía su día. Y Jonathan tuvo en sus botas la sentencia para matar al Sporting, pero su disparo se marchó incomprensiblemente fuera cuando lo tenía todo a su favor. Balones colgados, marabunta rojiblanca, espacios para favorecer las contras de la Deportiva… Los últimos minutos fueron tácticamente un desastre. Al final se mantuvo el uno a cero, aunque poco importaba ya el margen de la derrota a los pacientes e infatigables aficionados rojiblancos, que terminaron resignados a su suerte. Volvieron a ver otro partido nefasto de su equipo.
Ni siquiera le queda al sportinguismo el consuelo de confiar en no ceder ni un punto en las próximas jornadas, confiando en que la competencia se dejará alguno. No nos llamemos a engaños. Las calculadoras tienen un límite y cuando se introducen demasiadas combinaciones, lo más probable es que la máquina se termine saturando y toque cambiarla. Los números son los que son. El Sporting está en este momento a 9 puntos del sexto puesto que ocupa Las Palmas, que no cedió en su visita al colista en Chapín. Y todavía hay que viajar a las islas, de manera que el reto que dibujaba Sandoval se antoja imposible. Las próximas jornadas podrían ser un banco de pruebas para dar minutos a los menos habituales y, a partir de ahora, llegará el momento de planificar la próxima temporada, esperando no repetir los errores de la presente temporada. Porque no todo consiste en aferrarse a la fe.