Victoria mínima del Barcelona ante un digno Levante
El gol de Cesc desatasca un enquistado partido
Gran partido de Keylor Navas, penalti parado a Villa incluido
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Otra vez Cesc Fábregas. Después de su hat trick al Mallorca, mantiene su dinámica goleadora en el coliseo barcelonista. Fue ese oficinista que acude puntual a la cita para resolver el trámite más impensado. Cuando el Barcelona pensaba en solventar la papeleta sin estresarse demasiado, el Levante salió al paso para demostrar que es un equipo con oficio capaz de estresar al Barça durante más de ochenta fatigosos minutos. Lo solucionó Cesc, que sigue pidiendo a gritos un hueco en el once titular. Un partido didáctico para el Barcelona, que a las puertas de su sexta semifinal consecutiva en la Champions y con el título de Liga en el bolsillo, debe volver a estudiar el libro de los tópicos para recordar que en el fútbol no hay rivales pequeños.
La ansiada titularidad de Abidal fue el principal aliciente de un partido teóricamente de transición, situado en la víspera de la apasionante batalla contra el Bayern Múnich. Se preveía una velada apacible contra el Levante. Echando un vistazo a la alineación del Barcelona, ya se apreciaba que Tito daba un perfil bajo a este partido. Otra ocasión ideal para teloneros como Montoya, Song, Thiago y Tello. Los grandes artistas como Alba, Busquets, Xavi y Pedro descansaban entre bambalinas, mientras que Messi, Puyol y Mascherarno contemplaban el espectáculo a distancia mientras se afinan. Lo mejor de la primera parte fue la ovación que volvió a recibir Abidal. Lo demás, recurriendo al término que ha puesto de moda Xavi, no dejará legado.
El Barcelona controló el partido con aires funcionariales, cumpliendo la rutina, sin alardes. Si además el último trámite a superar se llama Keylor Navas, la labor se convierte en una operación tediosa. El portero del Levante se convirtió en un desagradable cliente, siempre bien situado y respondón. El negociado del partido demostró claramente que era muy farragoso cuando un sencillo paso como un penalti a favor del Barça, se convirtió en un marrón. En principio, el penalti se lo inventó Undiano Mallenco porque el derribo de Diop sobre Iniesta se produjo fuera del área. El lanzamiento, que debería haber sido un simple papeleo al que Villa le debía estampar su firma, lo despejó Keylor con una acertada estirada y la segunda oportunidad en forma de rechace que debió aprovechar Fábregas se marchó a las nubes previa intervención del arquero costarricense. Ese lance, junto a las ocasiones marradas por el Barça, consagró al portero del Levante como el mejor del primer tiempo. Los barcelonistas se estrellaron contra un inspirado guardameta.
Un inesperado sofoco
No contaba el Barcelona con atragantarse esta noche ante el equipo valenciano. Máxime tras su cómoda victoria ante el Zaragoza. Para evitar angustias recurrió al procedimiento habitual, se hizo con el control del balón y bombardearon a su rival. Daba la sensación de que el gol estaría al llegar y llegó. Pero a favor del Levante. Marcó Accquafresca, aunque Undiano lo anuló porque consideró que el italiano estaba en fuera de juego. El colegiado debió de ser el único que vio al delantero levantinista en posición antireglamentaria.
El Barcelona seguía a lo suyo pero nada, no había manera, iba a tocar sufrir. Otra vez. Suspiros por las gradas. Resignación entre los aficionados. Tocaba dar vueltas de un lado para otro, con paciencia, confiando en encontrar la ventanilla adecuada para superar el cerrojo levantinista. Pases y más pases. Cargas de profundidad por bandas. Ocasiones aisladas. Cualquier método parecía válido para salir del laberinto en el que les había metido el inteligente planteamiento de JIM.
Salió Xavi por Iniesta y el Camp Nou lo reconoció con un sonora ovación. El de Terrassa aportó la coherencia, inteligencia, control e ideas que tanto habían escaseado hasta entonces. El juego del Barça tuvo otro aire. Solo necesitaban la necesaria dosis de paciencia para tramitar satisfactoriamente el envite. El Levante intentó sorprender a la contra, pero no asustó en exceso. Fueron intentos tímidos, que inquietaron a las gradas pero no alteraron especialmente ni a los defensas azulgranas ni a Valdés. Nada que ver con la fiereza con la que Alexis arrancó en el minuto 83 para servir un preciso pase a la llegada de Fábregas que disparó ajustado y pegado al palo, un remate imposible para Keylor Navas.
Sigue la racha de Fábregas en el Camp Nou. Su gol en la recta final sentenció un encuentro que dejó demasiados cabos sueltos. Una lección para el futuro más próximo, con la Quinta a tres partidos y la Liga en el bolsillo. Incluso podrían cantar el alirón la semana que viene si vencen al Athletic en la Catedral de San Mamés y el Madrid pierde luego el derbi del Vicente Calderón. Demasiadas cábalas y, en este momento, lo que más necesita el Barcelona son certezas. El martes, en el Allianz Arena, no habrá margen para dudar.