El Liverpool venció por tres goles a dos al Paris Saint-Germain en el partido correspondiente a la primera jornada de la fase de grupos de la UEFA Champions League. La remontada de los parisinos y su gran esfuerzo en la segunda parte se vieron amargados por el ariete brasileño.
El encuentro en sí ha sido una completa locura, un buen aperitivo de lo que va a ser esta Liga de Campeones. Eso sí, hubo tramos en los que el cuadro de Tuchel dejó mucho que desear; y en especial, Neymar, quien se ha visto bastante desapercibido a lo largo del tiempo reglamentario.
Por su parte, el Liverpool de Klopp ha mostrado una versión bastante similar a la de la temporada pasada: juego vertical protagonizado por jugadores como Mané o Salah, apoyado de poderío físico en el medio y laterales muy ofensivos, quienes han cuajado un partido más que notable.
El primer gol del choque lo ha logrado Sturridge, principal novedad en el 11 de Klopp, tras un testarazo que lograba superar a Areola. Apenas minutos después, un penalti de Bernat regalaba el segundo gol local. Milner transformaba la pena máxima y el Liverpool se ponía 2-0 en el minuto 36. Los parisinos empezaban a suplicar el descanso, hasta que Meunier ha conseguido recortar distancias tras un polémico centro lateral en el que Cavani parecía estar en fuera de juego. Con el 2-1, el árbitro señalaba el camino de los vestuarios.
La segunda parte proponía lo mismo: el PSG a la espera de algún destello de su tridente ofensivo y el Liverpool, dueño del encuentro gracias a un maravilloso juego colectivo. El baile de los cambios ha dejado huella en ambos conjuntos. La entrada de Draxler ha sido esencial. El jugón alemán ha recuperado el balón que ha supuesto el contragolpe de Neymar y el empate de Mbappé entrados en los últimos minutos de partido.
Sin embargo, el protagonista no ha sido otro que Roberto Firmino. El ariete brasileño ha complementado a la perfección el juego de Mané y Shaqiri, quien ha sido el relevo de Salah. Todo apuntaba a que el PSG se iba a llevar un muy buen punto de su visita a Anfield, hasta que en el descuento, Firmino ha desatado la locura en West Derby con un prodigioso remate cruzado que hacía inútil la estirada del cancerbero parisino.
Con la euforia que conlleva un gol de estas dimensiones, llegaba el pitido final. Un partido de infarto el vivido en Liverpool. Una cosa está clara: si todos los partidos de Champions van a ser así, abrocharse los cinturones que vienen curvas, el autobús con destino el Estadio Metropolitano ha arrancado.