Finlandia sobrevive al vendaval español y arranca un empate de El Molinón
La defensa española sorprendida en la única llegada finlandesa
Ramos, centenario y goleador, no culmina su aniversario con un triunfo
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
No hay muchas formas de puntuar contra España. El empate es una opción remota contra la vigente campeona del mundo y Europa, un combinado que rara vez va por detrás en el marcador. Ni adelantarse ofrece muchas garantías. Solo Suiza tiene la fórmula. Y emulando el planteamiento de la selección de Hitzfeld en aquel peculiar partido del Mundial de Sudáfrica 2010, Finlandia aparcó el autobús en su área y se dispuso a cobrar un billete muy caro a los futbolistas españoles. Pero ni por esas los nórdicos saborearon la miel de adelantarse en el luminoso.
Y eso que se presentaba una noche de celebración para los nuestros. Cumpleaños, reencuentro y partido oficial: todos los ingredientes necesarios para cocinar una gran noche de fútbol. Ambiente festivo por el reencuentro de Gijón, ocho años después, con el combinado español, el regreso de Villa a su casa y el aniversario de Sergio Ramos, que cumplía su partido 100 con España y se convertía en el jugador europeo más joven en alcanzar el centenario de internacionalidades. La guinda era la oficialidad del encuentro; la clasificación para el Mundial de Brasil 2014 pasaba por este partido. Con estas velas, sin ser una charlota o una gijonesa, la tarta tenía una pinta deliciosa.
El escenario y el momento estaban dispuestos para una gran fiesta. O haciendo honor al escenario del partido: para una romería. A la asturiana. Gijón se engalanó para recibir ocho años después a la selección española. Fiesta grande en la villa de Jovellanos. Un día grande para los amantes del fútbol en el Principado de Asturias. La foto de El Molinón, vestido con sus mejores galas patrias, bañado en rojo chillón y poblado de 28.000 espectadores, ya forma parte de la historia.
Nada parecía impedir una goleada. Pero el guión se empezó a torcer en el primer tiempo. El monólogo español no se traducía en goles, aunque el goteo de ocasiones resultaba constante. Andrés Iniesta se inventó una particular «iniestinha» que levantó de sus asientos a los aficionados que teñían de color y le ponían banda sonora al partido con sus continuos cánticos. El manchego demostró que bien vale la pena pagar el precio de una entrada cuando se metió entre dos contrarios con un gesto técnico sencillamente imponente. Ese detalle de calidad y un derechazo bombeado y cargado de cascabeles, que obligó a estirarse a Menp para enviarlo a córner, fueron el bagaje más destacado de un primer tiempo desesperanzador.
Torero Ramos
Recién empezado el segundo tiempo, para espantar los fantasmas y demostrando que España hace daño a balón parado, marcó Sergio Ramos, que se había pasado el partido preparando el momento de la celebración (la carrera por el césped, el deslizamiento de rodillas, los abrazos a repartir). El defensa sevillano sopló las velas el día de su cumpleaños con el combinado nacional y cabeceó a la red. Como en el partido contra Francia en el Vicente Calderón. Tantas ganas tenía el de Camas que casi se lesiona en el momento del festejo. Se pasó de frenada en la tumbada. Estas cosas solo le pasan a él. Y menos mal que no había ninguna copa por el medio. Al final, el susto se quedó en anécdota y su gol devolvió la alegría al juego español. Las gradas correspondieron la gran faena del torero andaluz entonando los pertinentes «olés«. En estado de gracia, Ramos casi corta las dos orejas con un disparo desde fuera del área que se marchó desviado ligeramente a la derecha de la meta de Menp.
Después de marcar, España comprobó que el gol tenía una digestión difícil. Bien es cierto que tuvieron ocasiones de sobra para marcar y acecharon continuamente la portería finlandesa, pero faltaba inspiración a la hora de concretar. El asunto tuvo mucho que ver con la retirada de Villa del terreno de juego, sustituido por Negredo para que el asturiano no llegue muy castigado al decisivo partido contra Francia. Gijón se había encomendado al Guaje, que quería volver a saborear las mieles de golear en su casa. No pudo ser. Y la burbuja que había hinchado la incansable afición asturiana, se desinfló ligeramente. Coyuntura favorable para Finlandia.
Premio a la estrategia finlandesa
Fue a partir de ahí cuando Finlandia se alejó del pánico y empezó a disfrutar de su mínima derrota. Recreados en el desacierto ofensivo español, los finlandeses se vinieron arriba y rápidamente entendieron que el resultado era magnífico. Les mantenía con vida y demostraba que las precauciones defensivas habían dado resultado. Estaban con vida y comprendieron cuál es uno de los métodos más eficaces para resistir ante España: disimular, hacerse el muerto. Ganaban metros al mismo tiempo que los cedía España. Como buenos compatriotas de Kimi Raikkonen, los finlandeses aprovecharon la pájara hispana para adelantarse y acercarse a los dominios de Valdés. Y en esas estábamos cuando Pukki les ganó la espalda a los centrales españoles y, en boca de gol, fusiló al portero español aprovechando una buena asistencia desde la izquierda.
Quedaban apenas once minutos para reaccionar y se reaccionó. Pero con demasiada ofuscación, agitación, precipitación. Faltaba frescura en el ataque y eso que Negredo porfiaba continuamente la portería de Menp. Pero, primero con un cabezazo y después con un remate en el primer palo, no pudo batir al portero finés. Asedio infructuoso, desesperación de Vicente del Bosque y desilusión en las gradas. Triste panorama que no hace justicia a los esfuerzos e ilusiones depositadas por la afición asturiana en los seleccionados españoles.
Ahora, el último tren pasa por París, concretamente por el Stade de France. Una estación poco recomendable para andar con apuros y carreras a última hora. Allí, las faltas de puntualidad y el descontrol se pagan con un precio muy caro. Los franceses ya demostraron en Madrid que aguantan pacientemente hasta el último minuto la oportunidad de ajustar cuentas. Esta vez, tampoco les importará emplear idéntica estrategia; de manera que Del Bosque y los suyos deberán recuperarse con rapidez del frenazo contra Finlandia, poner los motores a pleno rendimiento y carburar a todo gas este martes en Francia. Porque Brasil pasa por París. Y París bien vale un Mundial.