Por Carlos Rodríguez (@carlosrsp87)
Llegó el colista a El Sardinero. Un equipo con una crisis institucional y deportiva incluso peor que la de la entidad cántabra. Ni recuerdan por Chapín cuando fue la última victoria celebrada. «Puede ser un partido trampa si salimos a especular», dijo Menéndez en la rueda de prensa previa al partido. Y vaya si especuló el Racing. Mal juego, falta de actitud, de intensidad… Muy mal lo debió ver el técnico asturiano cuando a los veinte minutos ya calentaban Koné, Gai Assulin y Dorca.
El conjunto cántabro durante la primera mitad hizo un juego impreciso y poco efectivo, y eso fue dando vida a un colista que demostró que no está muerto. Así, los andaluces fueron acercándose a la portería de Mario, poco a poco. Hasta que la pelota cayó en el segundo palo, Rueda controló, y de forma magistral la colocó en la escuadra contraria.
El equipo se marchó al descanso entre el sonido de viento de la grada. No era para menos.
Como era de esperar, Koné fue el primer cambio. Quizá no sea el mejor de la plantilla en ningún aspecto técnico-táctico del fútbol, pero sí en actitud, y a veces hace más el que quiere que el que puede. Para dar entrada al costamarfileño, Menéndez retiró a Jairo.
El africano fue el único argumento cántabro para empatar el partido. Él se lo guisó y él se lo comió, porque la apatía del equipo durante todo el partido se fue enquistando con la creciente tensión, y fue el artífice de las principales y tímidas ocasiones cántabras.
Posteriormente volvió Assulin tras su larga lesión de hombro. Oportuno. Martí Crespí pidió lanzar una falta. El disparo, fuerte, lo repelió el portero Chema y el israelí, muy listo, empató el encuentro. El peligro del Racing sólo podía llegar a balón parado, visto lo visto.
Tras la igualada, el Xerez pudo volver a ponerse por delante, pero Mario, con un soberbio paradón, evitó el tanto andaluz a través de un cabezado de Ogbeche.
El partido no dio para más. Un punto que, por sacar algo positivo, deja al Racing a tres puntos de la salvación.