Parecía, tenía pinta de que iba a ser una carrera calcada a la de Austin. Márquez se libró de la competencia en tres curvas y se escapó en pos de una nueva victoria. Al paso por la primera vuelta su ventaja ya era de un segundo sobre Aleix Espargaró. El de Suzuki presentó guerra hasta que la competitividad de su montura dijo basta. El grupo se quedó en cinco que luego fueron cuatro cuando Lorenzo sacó la bandera blanca. El transalpino sigue dando lecciones de pilotaje a sus 36 añitos y se deshizo de cuantos rivales tuvo por delante hasta tener en su mirada solamente la Honda de Márquez.
Quedaban quince vueltas y cuatro segundos de diferencia. Ahí la decisión de Márquez de montar el neumático más blando en la parrilla de salida empezó a mostrar sus consecuencias. Vuelta a vuelta Valentino comenzó a reducir la diferencia. Primero dos décimas, luego cuatro, luego un segundo por giro. Rossi rodaba con fácilidad en 1:39 bajos con su compuesto trasero más duro y en la Honda de Márquez la degradación causaba estragos. A cinco vueltas del final Rossi marcaba la vuelta rápida y se quedaba a solo un segundo del español.
Ahí llegó el momento clave. Dos vueltas. Mano a mano. Se adelantaron, se repasaron y volvieron a pasar. En una de esas Rossi cogió la delantera y la línea pero Márquez no dio su brazo a torcer. Su neumático delantero chocó con el trasero de la Yamaha y Marc se fue al suelo estrepitosamente, sin posibilidad de volver a pista. Una pena. Nos privó de una batalla que en solo una vuelta había tenido siete adelantamientos. Cuando dos pilotos que lo dan todo se cruzan en el mismo camino puede suceder esto.
Así la victoria fue para Rossi en solitario, asentándose así en el liderato de la clasificación general. Es eterno Valentino y este año está dispuesto a dar guerra como nunca antes la dio. Necesita de todo su talento y todo el material que Yamaha pueda darle. Ganas no le faltan. Segundo fue Dovizioso y tercero Crutchlow, quien le arrebató a Iannone el podio en el último suspiro.