España ya está en octavos de final del Mundial de Rusia. Y como primera del grupo B. Eso es lo mejor que se puede destacar después del rocambolesco empate a dos goles frente a una selección ya eliminada como la de Marruecos. El empate llegó gracias al VAR, que confirmó el gol de tacón de Iago Aspas, pero este fantástico remate no resultaba suficiente para que el combinado español se clasificara como primero de su grupo. Para eso había que esperar que Irán empatara contra Portugal, algo que consiguió, de penalti y en la prolongación, justo mientras se decidía en el estadio de Kaliningrado si se le daba validez al tanto de Aspas. La escena resultaba tragicómica: como si estuvieran unos pendientes de otros, el juego detenido en ambos estadios, con portugueses, iraníes, españoles y marroquíes esperando la resolución del VAR, un bendito invento para subsanar los errores arbitrales en primera instancia pero un juguete diabólico que saca de quicio a los damnificados, léase el marroquí Amrabat, que no se cortó al final del encuentro en calificarlo como “bullshit (mierda)”.
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— FERNANDO SCHWARTZ #másfuerteqnunca (@fersch_4) June 25, 2018
Motivos tienen los marroquíes para echar pestes contra el VAR y los arbitrajes, desde luego. No solo les impidieron sumar los tres puntos para despedirse del Mundial con una victoria de relumbrón ante una de las primeras potencias del mundo, es que además no señalaron el flagrante penalti por mano de Piqué en el arranque del segundo tiempo. Bien es cierto que eso no fue culpa del VAR, sino del árbitro, que es el que toma las decisiones en última instancia. El videoarbitraje asiste y el colegiado decide, así de simple. Recuérdese que el trencilla nunca puede pedir la intervención de este sistema, solo recibe sus consejos y él es quien tiene la última palabra a la hora de aplicarlo. De manera que los asistentes le pueden decir misa en arameo desde la sala de videoproyección, empezando por señalarle la infracción de Piqué, Irmatov pudo parar el partido para ir a revisar la jugada, pero si decide finalmente que no hubo nada, pues no se pita nada. Sin más. Y, claro, esta es una manzana de discordia que sirve para que futbolistas tan polémicos y agresivos como Amrabat pongan el grito en el cielo. Y, en este caso, con razón. Porque, al final del partido, sí que detuvo el juego para analizar con detenimiento y acabar concediendo validez al gol de Aspas.

La imagen del partido. El VAR decidió el empate de España concediendo validez al gol de Aspas, que no estaba en fuera de juego, con la espuela.
Por lo demás, este tampoco fue un buen partido de España. Marruecos subsanó sus carencias defensivas con su alegría por delante y sus patadas por detrás, dificultando enormemente la circulación del balón de los españoles, que presentaban la gran novedad de Thiago Alcántara, recuperado para la ocasión por Hierro a costa de condenar al banquillo a Koke, mucho mejor asistente (65 asistencias en las cinco últimas temporadas lleva el jugador del Atlético, frente a 25 que suma el del Bayern), y sigue sin dar cancha a Saúl Ñíguez, que inexplicablemente todavía no ha gozado de un solo minuto en este Mundial. Porque esta selección no necesita sobar y sobar el balón en la mitad de la cancha, necesita llegada. Y eso es que algo que garantiza Saúl. Como no podía ser de otro modo, el que mejor detectó eso fue Iniesta.
Iniesta-Isco, sociedad ilimitada
Aunque sepa manejar perfectamente el balón y sea, junto a Isco, el que mejor lo trata de la selección española, Andrés Iniesta ya demostró en la época de Xavi Hernández que tampoco se le da mal la profundidad y la llegada al área rival. Si el punto fuerte de Xavi siempre ha sido el pase y control del juego, llevando el balón de un lado a otro, Iniesta sabe coger la pelota, desdoblarse, desmarcarse, encarar al contrario y apurar hasta la línea de fondo. Fue así como llegó el primer gol de España: en sus botas acabó una buena combinación de Costa e Isco, el manchego hizo una de las suyas, colándose por el costado izquierdo del área como cuchillo en mantequilla, superó a Da Costa y dejó atrás para el genio de Arroyo de la Miel, que no perdonó con la derecha, la clavó por la escuadra y volvió a evidenciar que es tan buen finalizador como asistente. El malagueño es el máximo goleador español en esta temporada, con 8 goles, y se encargó de arreglar el desaguisado que se había formado cinco minutos antes por los constantes, y cansinos, fallos cometido por sus colegas defensas y el portero, que habían dejado a la selección contra las cuerdas.
En el minuto 13, Ramos e Iniesta se hicieron un lío en el centro del campo, el camero no entendió el movimiento sin balón del manchego para recibir, el central se apartó, Iniesta no llegó, robó Boutaib, se fue solo y como un misil hacia la portería española, allí le esperaba De Gea como un convidado de piedra y el marroquí le obsequió con un fantástico caño para batirle. Primer gol de Marruecos en este Mundial y cuarto gol encajado por España en cuatro tiros a puerta recibidos. Un balance impropio de una favorita que lleva ocho años luciendo la estrella de campeona del mundo en su camiseta. Falta hacía un arrebato de orgullo y genialidad para compensar semejante pifia. Y apareció por obra y gracia de Isco e Iniesta, que supo compensar así su fallo en el gol marroquí, pero no es de recibo que una selección como la española cometa estos fallos de concentración tan estrepitosos y tenga un portero tan débil. Como el otro error que se cometió con empate a uno en el marcador, a la salida de un saque de banda, dejando al correoso y avispado Boutaib volver a plantarse solo ante De Gea, que esta vez tuvo la suerte de que el delantero rival disparó al muñeco, y pudo hacer así su primera parada en lo que va de torneo. Algo es algo, pero es un balance demasiado pobre para un internacional que se merece irse al banquillo.

Andrés Iniesta fue el mejor contra Marruecos, regaló a Isco el primer gol y volvió a demostrar que sigue siendo el lider de la selección española.
La mejor noticia del primer tiempo, y seguramente del partido, fue el gran papel de Andrés Iniesta. Hiperactivo en los primeros 45 minutos, de él partieron los dos primeros goles del encuentro y le regaló el segundo a Costa, pero el hispanobrasileño no llegó a culminar. De forma voluntaria e involuntaria, pero el ya ex jugador del Barcelona demostró que su rol en la selección española dista mucho de ser secundario y, al menos, debe gozar de un tiempo completo para seguir demostrando sus enormes aptitudes futbolísticas. Nadie tiene en esta selección sus galones para tirar del carro. Ni siquiera el talento, aunque Isco se le acerque mucho. Es una bendición contar con un genio como Iniesta, el Zidane español, pero en una selección supuestamente renovada como la española deberían de tener un papel más preponderante jugadores como Saúl, Koke, Asensio, Lucas Vázquez o Aspas, indiscutibles en sus clubes, siendo precisamente Isco, que no es el crack indiscutible del Real Madrid, el mejor y más en forma jugador de la selección española, siempre con permiso de don Andrés. Eso no es excusa para que el malagueño tenga que echar horas extras ayudando a sacar el balón desde atrás, incrustándose entre los centrales, para eso ya está Busquets.
Hierro, tenemos un problema
Al margen del penalti no pitado a favor de los marroquíes a los dos minutos de comenzar el segundo tiempo por mano de Piqué, España tuvo una frase en la cabeza: “Hierro, tenemos un problema”. En la portería. Como los astronautas que piden la ayuda de Houston, los españoles tienen también su particular consigna para dar cuenta del problemón que tienen en la portería. David de Gea no está en condiciones de ser el portero de la selección española de fútbol. No sabemos si su sustituto ideal será Reina o Kepa, pero España debe cambiar de portero para afrontar lo que queda de Mundial, precisamente lo más importante. No conocemos el estado mental y físico de los porteros de Nápoles y Athletic, pero a poco bien que estén seguro que están en un mejor estado de forma que su colega del Manchester United. El portero ideal sería Iker Casillas, el mejor guardameta de la historia de este país y del fútbol mundial, que no está ni mucho menos retirado, juega en el Oporto, con el que acaba de ganar la liga portuguesa y no está en Rusia simplemente porque no contó con él el anterior seleccionador y actual entrenador del Real Madrid. Curioso. No obstante, buenos serían cualquiera de los dos arqueros citados para defender la portería nacional a partir del domingo.
Aunque De Gea arrancó el segundo tiempo con una convincente salida de puños a un centro lateral de Boussoufa, hizo la estatua ante el excelso golpeo de Amrabat que se estrelló en la cruceta. Si llega a ser por el portero español, ese balón se hubiese colado como se coló el cabezazo de En-Nesyri a la salida de un saque de esquina en el minuto 82. Sin ánimo de restar mérito y calidad al portentoso remate del marroquí, algo más pudo hacer el guardameta nacional, que volvió a quedarse clavado, ha encajado 5 goles de 6 veces que le han lanzado a puerta y sigue sin parar lo parable, al contrario de su antecesor, que paraba lo imparable. Por algo es conocido como El Santo.
Perdónanos, señor Casillas, por haber cometido el pecado de dudar de ti y criticarte en el pasado, no sabíamos lo que hacíamos. Pecamos, sí, y bien que estamos purgando ahora este pecado en una fase final que se ha convertido en un vía crucis cada vez que nos atacan. Casillas falló en Brasil, es absurdo negarlo u obviarlo a estas alturas, alimentado por la titularidad que le regaló Del Bosque en Brasil 2014 viniendo de ser el suplente de Diego López en el Madrid, pero un porterazo de su nivel y trayectoria se puede permitir cometer errores. También levantó la Copa del Mundo al cielo de Johannesburgo en 2010, siendo el primer capitán español en hacerlo, después de ser nuestro salvador, como lo había sido en las fases finales de Alemania 2006 y Corea 2002. Al final, se trata de situar lo positivo y lo negativo en la balanza, ergo tratándose del señor Iker Casillas Fernández, siempre prevalecerá lo bueno sobre lo malo. Ojalá esté a tiempo de volver a deleitarnos con su presencia en el equipo de todos. Y hasta que Dios, o sea él mismo, quiera. ¿Por qué no confiar en que el nuevo seleccionador contará con él como han contado los seleccionadores italianos con Gigi Buffon? Pues nosotros tenemos a nuestro particular Buffon; se llama Íker, se apellida Casillas y es todavía mejor que el genio italiano, tal y como demostró cada vez que se midieron las selecciones de España e Italia (en las Eurocopas de 2008 y 2012, y en la Confederaciones 2013). Un poco de respeto y memoria, señores.
Y sí, pase lo que pase en lo que queda de Mundial, España debe cambiar de seleccionador. Hierro no deja de ser un remiendo, un interino y un parche temporal después de la espantada de Lopetegui. No es un seleccionador de verdad, fundamentalmente porque tampoco es un entrenador de garantías; su única experiencia como técnico fue en el Oviedo y duró apenas una temporada después de acabar octavo en Segunda división. Al igual de lo que sucede con el portero, la selección española necesita un seleccionador de verdad. Quique Setién, Quique Sánchez Flores, Míchel, Luis Enrique… Pero, por favor, un buen líder y un hombre con experiencia que a ser posible haya ganado títulos. La solución de Fernando Hierro ha servido para pasar el grupo como líderes después de dos empates (3-3 y 2-2) y una victoria con un gol con la rodilla de Diego Costa (0-1), pero gracias al VAR, a una selección tan modesta como la iraní, ya eliminada, y a un suplente como Iago Aspas, que pide a gritos disfrutar de más minutos.
Tan poco ha bastado para superar la primera fase y llegar a octavos de final, ahí nos espera Rusia, los anfitriones, con un conocido del fútbol español como Cheryshev al frente. Confiemos en que no habrá que echar mano del VAR y de la diosa fortuna para superar el primer cruce fratricida de este Mundial, desterrando el mal recuerdo del último duelo contra un anfitrión en una cita mundialista, que fue ante Corea del Sur en 2002, saldado con un atraco a mano armada.