El manchego, inmenso, se echó el Barça a la espalda y coronó una actuación excelsa con la asistencia a Neymar en la jugada del empate que equilibró el golazo de Diego Ribas.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Iniesta es escandalosamente bueno y el Atleti es un equipo descomunal. Sirvan estas dos conclusiones para definir a grandes rasgos la esencia de un duelo vibrante entre los dos primeros de la liga española. A partir de ahí ya se puede reparar en detalles y sensaciones, pero las primeras conclusiones deben remitir directamente a la grandiosa actuación del mago de Fuentealbilla y al partidazo de los atléticos. Una cosa no quita a la otra, al igual que la importancia de las individualidades se vuelve a revelar tan válida y eficaz como la colectiva, aunque ésta parte con ligera ventaja. Ya se sabe que el deporte es una labor de equipo. En la fuerza de lo coral reside el arma secreta de un Atlético del que no se puede dudar. Ni está mal físicamente, ni sale a verlas venir, ni sucumbe a las embestidas de un Messi al que han demostrado sobradamente que pueden neutralizar perfectamente. Simeone ha vacunado a sus jugadores para resistir todo eso y más, tan inmunizados están sus futbolistas que son capaces de resistir en el Camp Nou sin la determinante presencia de Diego Costa en el ataque para volcar la eliminatoria a su favor. Un empate sin goles en el partido de vuelta en el Vicente Calderón (posibilidad nada descartable porque ya lo hubo en la Liga), clasificaría al Atlético de Madrid. Porque este Atleti es tan grande o más que todo un Fútbol Club Barcelona.
El Barça partirá a la orilla del Manzanares con la obligación de marcar, opción ciertamente complicada teniendo en cuenta las dificultades que tuvieron en el Camp Nou para hacer diana en la portería de Courtois. Costó 71 minutos superar al guardameta belga, contra el que se estrellaron una y otra vez Busquets, Messi e Iniesta. El manchego tuvo que tirar de los galones ganados después de tantos años de magia con la camiseta blaugrana, para fabricar el empate de la necesidad. Jugaba el Barcelona contra el reloj, los malos augurios y una defensa de acero inoxidable, hasta que Don Andrés reculó a la línea imaginaria que delimita los tres cuartos del campo para trazar una asistencia perfecta, con precisión quirúrgica, que no desperdició Neymar en el corazón del área. El brasileño, que ya le marcó al Atleti en el partido de ida de la Supercopa de España en el Vicente Calderón, la cruzó con el interior hasta colocársela en un lugar imposible a Courtois. A falta de Messi, perfectamente controlado por el dispositivo defensivo ideado por Simeone, la asociación entre el de Fuentealbilla y el de Mogi das Cruzes fue la principal baza ofensiva en clave blaugrana, sin desdeñar la electrizante aportación de Alexis Sánchez desde que entró en el terreno de juego. Tuvo Martino la osadía de dejar en el banquillo a Pedro y al chileno, dos equilibristas que parecen especialmente adecuados para alterar un férreo entramado defensivo como el presentado por el Cholo esta noche en Barcelona. Que el Tata se permita estos lujos no deja de evidenciar la distancia que separa a ambos equipos: uno es el del pueblo y el otro lo forman una constelación de estrellas que aspiran a todo.
Gran arranque del Atlético
La primera batalla de esta apasionante eliminatoria comenzó mostrando una presión muy adelantada del Atlético para taponar la salida de balón del Barça. Tanta que una entrega forzosa de Pinto llegó a las botas de Arda y éste, siempre clarividente a la vez que sencillo en la circulación del balón, se la dejó a Villa y El Guaje disparó fuera a bocajarro. Semejante intensidad desde el arranque motivó que Piqué se fuese lesionado por una mala caída después de un salto con Diego Costa. Tras un inicio fulgurante, los de Simeone bajaron ligeramente las pulsaciones, dieron un paso atrás y retrasaron su presión al campo propio, abonando el terreno para las clásicas posesiones largas del Barcelona, que sorprendió con un balón de Messi a la espalda de la defensa que casi fusila Iniesta ante Courtois pero apareció Godín para cortar el peligro a ras de suelo.
El ritmo del choque empezó a venirle mejor al Barcelona que a un Atleti que quiso probar un nuevo escenario en que sorprender a la contra ganando los espacios. Para eso, su mejor arma siempre es Diego Costa. Pero el brasileño, internacional con España, después de intentar explotar su velocidad, se llevó la mano al muslo y empezó a cojear ostensiblemente obligando al Cholo a sustituirlo de inmediato por Diego Ribas. No quiso correr riesgos el técnico argentino, y con razón. Los colchoneros renunciaban a la velocidad en las contras para cuidar más las posesiones, pero seguían dejándose dominar por los azulgranas, que lo intentaban tanto con centros desde las bandas buscando sorprender con algún remate de cabeza de Messi que atajaba sin problemas Courtois, o misiles envenenados desde fuera del área como el que probó Neymar y se marchó muy cerca del travesaño. Pero este Atleti no es de los que se amedrentan y Villa obligó a lucirse a Pinto, que respondió con una buena estirada a un remate envenenado. Fue la última ocasión reseñable de un primer tiempo tremendamente intenso.
El despliegue físico del Atleti no decayó en la reanudación, aguantando en defensa y esperando a que su oportunidad a la contra se terminase cayendo de madura, poco importaba que el Barça tuviera la posesión. Y no tardó en llegar esa oportunidad. En el primer ataque visitante del segundo tiempo, Diego Ribas se fabricó un misil casi desde la separadora de ambos terrenos de juego y el derechazo se coló por toda la escuadra izquierda de la portería defendida por Pinto. El brasileño, por cuyo fichaje tanto insistió Simeone hasta que se lo regalaron en el pasado mercado invernal, demostró que su llegada no es un capricho del Cholo y apareció en un momento clave, abriendo el marcador en unos cuartos de final de la Liga de Campeones en un magno escenario como el Camp Nou. El gol tuvo una importancia máxima a corto, medio y largo plazo porque no solo servía para encarrilar un partido, valía para girar el rumbo de la eliminatoria del lado del Atlético. Lo sabía el Barcelona, al que no le quedó más remedio que irse con todo al ataque para tratar de equilibrar la balanza.
Llegó la ocasión de Busquets, magistralmente salvada por Courtois, y el cambio de Fábregas por Alexis. Estos fueron los dos pilares que revolucionaron el partido al gusto de un Barça obligado a correr riesgos. En una situación tan vertiginosa, solo tienen cabida los grandes futbolistas, entre los que siempre tendrá un lugar supremo el gran Andrés Iniesta. De sus botas partió la jugada del empate, culminada de manera genial por Neymar. La intensidad era total. Los locales no se podían conformar con las tablas y tuvieron que seguir buscando el gol por todos los medios. Pero enfrente tenían a un señor equipo, y más concretamente a una señora defensa, perfectamente apuntalada por las ayudas de Tiago y Gabi. Los atléticos fueron capaces de resistir hasta el pitido final, conscientes de que el empate les venía de perlas de cara a la vuelta. Finalmente empataron, en la cuarta igualada del curso entre estos dos colosos del fútbol español. Le viene mejor al Atlético, que con un empate sin goles en el partido de vuelta se clasificaría para las semifinales de la vieja Copa de Europa, obligando al Barcelona a salir a por todas, sin margen para la especulación, en el Vicente Calderón. Los de Martino tienen que marcar sí o sí en el Manzanares, de no ser así el Atlético de Madrid seguirá completando una temporada soñada y se consagrará como uno de los cuatro mejores equipos del continente. Ahí es nada.