El alemán se impone en un sprint de fuerza a Sagan y Cavendish el día en que su equipo perdió a su líder belga para la general al no recuperarse de una caída del día anterior
Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
Contemplar o más bien soportar una larga etapa del Tour apenas sin una sola escapada, a excepción de la escaramuza del español Maté (Cofidis), con el férreo control del pelotón con todos los ciclistas acogotados por que no sople el viento y a la espera de que se produzcan o no algunos abanicos, es una acción con tontes de tortura. El desenlace, con un sprint pulcro con cada velocista buscando sus trazada fue de lo mejorito de la sexta etapa que desembocó en Montpellier y en donde el alemán Greipel (Lotto), el segundo gran monstruo del pelotón actual en llegadas masivas, sacó el mayor rédito al perfecto trabajo de su equipo y con un lanzador que lo soltó en el momento justo, logró una victoria de prestigio ante su archienconado rival, un Cavendish (Sky) que sufrió una pequeña caída en la parte final de la etapa pero que pudo llegar a disputar el sprint para acabar cuarto sin la ayuda de ningún compañero en los metros finales.
Otro que sigue reñido con la carrera francesa este año es Sagan (Cannondale), que volvió a ser segundo y que si bien está apuntalando su jersey de la regularidad, no acaba de estar tan super y ya las oportunidades se le van pasando delante de sus narices. Lobato (Euskaltel) y Rojas (Movistar) fueron quinto y séptimo en ese ese sprint, bastante meritorio ya que hubo un pequeño corte a partir de la quincena de corredores y se picaron 5 segundos que hace que el maillot amarillo haga trasvase dentro del Orica australiano desde el ‘aussie’ Gerrans al sudafricano Impey, primer corredor de esta nacionalidad que viste de amarillo en toda la historia de la ‘Grande Boucle’.
También resultó destacable la caída del esloveno Brajkovic (Astaná) que llegó a la meta ensangrentado y renqueante de una rodilla, lo que le hace ser duda para las siguientes etapas, factor que no sonrió hoy a los belgas del Lotto, que si conocieron la cara al final de la etapa con la victoria de su sprinter, sufrían la cruz con el abandono de su líder, el belga Van den Broeck, con buenos puestos otros años en la general final pero que no se recuperó de unas dolencias tras un costalazo en la etapa de ayer. Para la séptima etapa de mañana, que en 205 kilómetros lelvará el pelotón desde Montpellier hasta Albi, en las faldas del Macizo Central, ya se espera más lucha en un recorrido con varios puertos e incluso una cota de segunda categoría a más de 100 kilómetros de meta y a la espera de que tanto los Pirineos como la alta montaña saquen a relucir a los verdaderos favoritos, cual champiñones que broten con las cuestas más enconadas.