Por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
El serbio Djokovic ofreció en el segundo y tercer set su versión más excelsa pero el tenista balear fue un muro infranqueable esta madrugada en Nueva York y agrandó su leyenda mundial
La pasada noche se vivió, para los amantes al tenis ojo, unos momentos esplendorosos e inigualables, de esos que solo se dan cada x tiempo; afortunadamente, por la soberbia salud que vive el tenis mundial, con tenistas de clase primorosa en el circuito, viene siendo habitual contemplar partidos de leyenda y no es casualidad que entre los protagonistas de los mejores partidazos de los últimos tiempos estén siempre un mallorquín de hierro y un serbio plástico a más no poder. Porque verdaderamente muchos creyeron estar haciendo historia las horas que duraron el segundo y tercer set de la final del US Open 2013 disputada la pasada madrugada por Nadal (2º) y Djokovic (1º), porque en esos dos parciales se cocinó un tenis de quilates, de alto valor emocional y de una calidad incomparable, ¡¡¡lástima de bajón del balcánico porque aquello tenía márchamo de mejor partido de la historia!!! Pero la presión, los nervios y el agotamiento de la gasolina de reserva se combinaron con un Rafa rocoso al otro lado de la red, que no perdonaba ni una bola, que jugaba metódico y todo se fue al garete. El duelo número 37 entre ambos tenistas desde que se baten en la élite no defraudó, aunque únicamente fuesen 4 sets con un tanteo de 6-2, 3-6, 6-4 y 6-1 en 3 horas y 21 minutos, lejos de la titánica final que ambos jugaron en 2012 en Australia, pero que condensó dosis enormes de tenis vibrantes en la cancha, en las gradas y en los millones de corazos de los telespectadores. ¡¡¡Para que luego haya patanes que aún creen que Rafa solo es el rey de la tierra batida, el cemento de pistas duras y rápidas tampoco tiene secreros para él!!!
El gran favorito era el español, que en todo el año solo había perdido tres partidos (uno de ellos la final de Montecarlo ante el propio Novak en abril que le daba cierta esperanza al serbios, pero viendo su último duelo de inicios de agosto en Montreal ya quedaba claro que el coco era más bien el manacorí) y que en todo el torneo venía sacando de lujo, solo habiendo perdido una vez su saque en semis, mientras que el balcánico tuvo un andar más renqueante en las rondas previas, y ya estuvo al borde del precipicio en semis. Toda esa corriente positiva s etradujo en el primer set en un quiero y no puedo de Novak ante el juego machacón, casi de manual de Rafa, que jugando largo y profundo no dejó a su rival que entrase en calor hasta mediado el segundo set, donde se produjo un clic en la mente y en el juego del serbio: empezó el número uno mundial a imponer su juego de palazos, minimizó la sangría de errores y con voleas en la red ciertamente antiestéticas, consiguió embarullar a su oponente en una suerte de breaks y contrabreaks del que salión indemne. Con el partido emparejado, con cada punto siendo una intriga por no saber de lado de quien caería porque la igualdad era suprema y daba lo mismo quien sacase porque ninguno lograba encadenar más de un tanto seguido, el partido ya tenía el guión que quería el de Belgrado, porque no hay nada que moleste más al de Manacor que lo dominen apabullantemente y debió escocerle el perder el mejor punto del año tenístico: un rally de 54 golpes abismales, con el péndulo de lado a lado de la pista para ambos, acabó por romper el saque del mallorquín y encoraginar al balcánico. El estado de gracia de ‘Nole’ le valió para ponerse con un break a favor arriba en el marcador nada más empezar el tercer parcial, pero cometió la torpeza de creer que con pasar de perdedor a ganador en mitad del choque estaba todo hecho ¡¡¡la de veces que estas dinámicas positivas se revierten en negativas en el tenis de hoy en día!!!
No contaba Novak que entre una de las portentosas cualidades de Rafa está el de saber aguantar el chaparrón, bregar a remolque y esperar agazapado su oportunidad, que llegó mediado el set, cuando ni siquiera algún resbalón inoportuno logró partir su junco: la clave del partido llegó con empate a 4 en el marcador y saque del español, que tras varios palazos fuliminantes del serbio y algún resto inverosimil, se vió con 0-40 en contra y atisbaba la remontada del serbio como determinante, pero la casta de la que va sobrado el mejor deportista español de todos los tiempos y la pasta de la que está hecho esa mole humana pegada a una raqueta solventó la situación metódicamente y acto seguido supo ponerse pronto con un 0-30 a favor que cortocircuitó todos los engranajes del serbio, que con fallos incomprensibles cedía el set central, el que había que ganar para ponerse 2 a 1 y enfilar otro grande para la buchaca de ambos, repleto ya de títulos pero que siempre tendrá espacio para más. Pero quien supo leer mejor el momento había sido Nadal (2º), que desguazó el tenis de Djokovic (1º) en el cuarto set haciéndole jugar al pim pam pum que puede otorgarte un punto espectacular pero también te puede llevar a fallar 9 de cada 10 palazos. Tras medio 2012 alejado de las pistas por las rodillas, volver a la elite con este nivel refleja el nivelazo de Nadal (2º), que siempre resurge, que nunca muere, que siempre gana. No obstante, empatar lo realizado el año pasado valió al balcánico mantener aún el número uno mundial pero tras lo sufrido ayer le queda nítido al ‘Djoker’ que quien manda ahora mismo en la ATP es el español, todo un portento de la genética y que su grandeza en la pista es inversamente proporcional a su calidad humana y humildad natural.