Alberto Arauz (@arauz84)
No. Curitiba no albergaba hoy el partido con más glamour del Mundial. Irán y Nigeria no libraban la más esperada de las batallas ni de ellos se presupone fútbol de muchos quilates. Sin embargo, y por fortuna, el fútbol no es coto privado de los poderosos. Tiene su raíz en los humildes. Y los africanos, y en especial los de Oriente Medio, enarbolan la bandera del derecho a soñar. Las ‘Águilas Verdes’ andan lejos de aquella generación que deslumbró en los 90. Los Finidi, Okocha o Babangida no han encontrado continuidad en esta nueva hornada, y eso quedó patente en el terreno de juego.
Bajo la batuta (no demasiado vistosa) de Obi Mikel, Nigeria comenzó mandando. Pero no fue a base de fútbol. Lo hizo merced a ese físico de privilegio con que les premiaron los dioses. Y ni siquiera eso les sirvió para generar demasiado peligro. Y es que a decir verdad, fueron los de Queiroz los que más cerca estuvieron de inaugurar el partido al final del primer acto. Fue a la salida de un córner, cuando el menudo Reza, sin duda el más travieso de los asiáticos, burló a los fornidos zagueros para conectar un testarazo con claro aroma de gol. Pero cuando el estallido de júbilo llegaba desde Teherán, el cancerbero Enyeama tuvo a bien sacar sus puños para acallar el estruendo. Con esto y con un par de tímidas escaramuzas de los galgos nigerianos se puso el punto final a un grisáceo primer tiempo.
La reanudación ya fue otra cosa. El cansancio, los cambios, la urgencia o vaya usted a saber qué, amenizaron mucho el choque. Dejagah, tomó el timón del crucero iraní y esto envalentonó a los suyos. También la salida de Ameobi aportó mordiente a Nigeria. Y de pronto, el tedio se tornó en algo agradable y entretenido. Las porterías dejaron de ser elementos decorativos y el gol pareció querer dejarse ver por la noche brasileña. Pero no acudió a la cita. Irán y Nigeria firmaron las primeras tablas en lo que va de torneo. Con Argentina viajando en otra dimensión, ambos equipos habrán de jugarse con Bosnia el suculento caramelo de colarse en los octavos. La ilusión sigue intacta para persas y africanos.