A punto estuvieron de complicarse la Liga los de Zidane ante el mejor Sporting de la temporada, pero apareció el malagueño para evitarlo. El de Arroyo de la Miel marcó dos goles y dio un auténtico recital de fútbol en El Molinón.

Isco se exhibió en El Molinón, fue el mejor del partido y marcó dos goles que mantienen las aspiraciones de título del Madrid.
A un Madrid timorato y mediocre, seco de fútbol como un pantano en pleno verano, se le apareció Isco en El Molinón. Ni Dios ni la santísima virgen, al Madrid lo salvó Francisco Román Alarcón en Gijón. Y sin haberlo deseado nos ha salido un pareado, pero es inevitable hacer poesía a la hora de referirnos a un poeta del fútbol como es el de Arroyo de la Miel. Cuando muchos madridistas rezaban y cruzaban los dedos en mitad del desconcierto, surgió la inmensa calidad de un futbolista superlativo para marcar un golazo con un derechazo raso desde fuera del área que se coló por el palo corto del portero del Sporting. ¿Para qué rezar pudiendo confiar en el talento de un genio?
La exhibición de Isco en Gijón pone a Zidane en una tesitura complicada. Tendrá que decidir el entrenador francés si le mantiene con un rol secundario, a caballo entre el banquillo y el verde, con el consiguiente riesgo de que se vaya el próximo verano, o bien le da chances de ser titular. En ese caso, ¿a quién sentamos? ¿A Bale? ¿A Kroos? ¿A Modric? Zizou en su encrucijada justo en el momento clave de la temporada, aunque bendita encrucijada la suya a las puertas de ganar la Liga y clasificar al Real Madrid por segundo año consecutivo para las semifinales de la Liga de Campeones. Pero es que a un Madrid tan sólido y, en ocasiones, tan rudimentario, falta le hace de la inspiración mágica y el talento a espuertas de Isco, un actor secundario que vale su peso en oro.
No nos engañemos: el Real Madrid no jugó a nada en Gijón. O a mejor decir, solo jugó a lo que quiso Isco. El malagueño centralizó la circulación y fluidez del juego de los de Zidane en El Molinón, y por sus botas pasó el poco fútbol que ofrecieron los blancos en el templo sportinguista. Fue un mal partido del Madrid. Casilla estuvo blando en la portería y no supo reaccionar a los dos goles del Sporting, la defensa de circunstancias (con Danilo y Coentrao en los laterales) fue un estado de nervios permanente que desquició a Nacho y a Ramos, obligando a Marcelo a echar horas extra en el segundo tiempo; el centro del campo no existió salvo cuando Isco entró en contacto con el balón; y la delantera casi que tampoco, pues el de Arroyo de la Miel también fue el mejor atacante de los blancos, con permiso de Morata, que marcó el empate a dos demostrando que sabe aprovechar las oportunidades a cuentagotas que le ofrecen.
El Madrid tuvo que sudar sangre para ganar en Gijón, sí. No se sabe si roja o blanca, o rojiblanca, lo evidente es que los madridistas no se pasearon a la orilla del Piles, demostrando que Gijón nunca será campo abonado para los blancos, independientemente de lo decadente y lamentable que pueda ser la situación institucional del Sporting. No sabemos si tendrá algo que ver que justo este sábado se cumplieron 38 años del partido que pudo cambiar la historia del Real Sporting de Gijón. Aquel duelo que perdieron (0-1) contra el Real Madrid el 15 de abril de 1979, con el Sporting primero y el Madrid segundo, y que resultaría decisivo a la postre en la lucha por la Liga. Comparar a este Sporting con aquel es como compararlo con el actual Madrid, así de claro. El asunto es que el Sporting bien pudo ser el Madrid en su día y ahora se ha quedado en lo que se ha quedado: en un equipo pequeño que se extramotiva cuando se enfrenta a los gigantes blancos en las contadas ocasiones que puede hacerlo cuando no está en Segunda.

El Madrid celebró de esta forma su remontada en El Molinón, uno de esos campos donde se ganan ligas.
La actitud quijotesca de los rojiblancos resultaría loable si el equipo no vagase antepenúltimo en la clasificación y estuviera a cinco puntos de la salvación, dependiendo de un recién ascendido como el Leganés para confiar en un milagro. Recuérdese el muy meritorio y valiosísimo punto que se sumó la pasada campaña contra el Real Madrid en la primera jornada. En el fútbol, la motivación lo es todo (o casi) y no es lo mismo jugar contra el mejor equipo del mundo (así lo atestigua su condición de vigente campeón del mundial de clubes) que contra el Málaga o el Deportivo de La Coruña; el tema es que, para quedarte en la máxima categoría de nuestro fútbol, tienes que afrontar todos (o casi todos) los partidos con la misma intensidad. Eso hicieron los guajes del año pasado y se quedaron en Primera; los fichajes de este año eligen a conveniencia dónde lucirse. Y así les luce el pelo. ¿Tan fuertes somos? Ante este panorama tan trascendental, normal que los madridistas se hicieran una foto en el vestuario como si hubieran ganado un título. En el fondo, ganar a un rival extramotivado en uno de esos campos donde se ganan títulos, lo es. Los campeones no sólo ganan los grandes partidos, y menos en el torneo de la regularidad, ese que acaricia el Madrid por méritos propios.
El mejor Sporting de la temporada
La sesión de bandazos de hoy de Rubi sí trajo beneficios para el Sporting, aunque fuera a costa de dejar en el banquillo a Carlos Castro, que había sido titular en los cuatro partidos anteriores. Llegó el Real Madrid a El Molinón y volvió Duje Čop a la titularidad. El croata, que no jugaba de inicio desde el pasado 1 de marzo contra el Valencia, volvió a ser de la partida y recompensó la confianza recibida anotando un gran gol en el minuto 13. Aprovechó un gran pase de cuchara de Mikel Vesga, batiendo la última línea blanca, y dejando totalmente solo ante Casilla a Čop, que no desaprovechó la concesión y marcó el primero del partido. El Madrid no recibía un gol en El Molinón desde el 2 de octubre de 1994 (gol de Velasco).
Ya se sabe que la alegría dura poco en la casa del pobre y, aunque el destino le deparaba una segunda oportunidad en este partido, el Madrid se encargó de demostrarlo apenas tres minutos después. A decir verdad fue Isco quien lo demostró, inventándose una genialidad en un palmo del terreno de juego, espacio suficiente para deshacerse de Carmona, Vesga y Amorebieta como si fueran conos de entrenamiento, enfilar la portería y lanzar un misil inteligente que se coló por el palo largo de Cuéllar, a la altura de la escuadra. Con este golazo del malagueño ya son 26 salidas ligueras consecutivas del Madrid marcando al menos un gol, la primera vez que lo consigue en su historia. El primer tiempo fue un monólogo de los blancos, pero solo tuvieron la profundidad que quería y podía marcar Isco; sin él, el encefalograma resultaba plano. Ante este panorama, al Sporting le bastó con no cometer errores y defender bien atrás para mantener las tablas al descanso.
El paso por los vestuarios les iba a venir bien a los rojiblancos para recargar las pilas y aclarar las ideas, sobre todo de Lillo, que se las estaba teniendo más que tiesas con Marco Asensio. El guión de la primera parte se repitió al inicio de la segunda: el Madrid apretando y el Sporting resistiendo hasta encontrar alguna oportunidad de sorprender al rival. Después de una clara ocasión de los visitantes, en la que pidieron córner y con razón, los sportinguistas golpearon de nuevo y con protagonismo de nuevo para Mikel Vesga, que se estrenó como goleador en la Liga marcando con un cabezazo de parábola tras un toque de Babin también de cabeza al primer palo. Se vio recompensado así el excelente labor que estaba completando el mediocentro propiedad del Athletic. El Sporting no marcaba dos goles en un partido contra el Madrid desde 1994 (2-2 en el Bernabéu, con goles de Saric y Abelardo). ¿Qué pensaría, por cierto, el ex entrenador del Sporting al ver el derroche de casta, corazón y orgullo de sus ex pupilos?
El problema es que Vesga sufre en defensa mucho más de lo que ofrece en ataque y es un buen ejemplo del estado catatónico permanente que viven los rojiblancos. Si eso lo penalizan contra rivales directos como Málaga, Alavés o Deportivo, mucho más lo acaban penalizando contra un equipo del potencial del Real Madrid, que no tardó ni diez minutos en empatar. Danilo, que hasta entonces había sido un dolor de cabeza en el lateral diestro para los madridistas, se sacó un preciso y medido centro al corazón del área, Isma López no pudo hacer nada para taparlo, Morata le ganó el salto a Babin y batió a Cuéllar con un cabezazo cruzado. El juego aéreo, una especialidad del canterano, que ha marcado de esta guisa 5 de sus 11 goles en esta Liga.
Cuando muchos sportinguistas saboreaban el empate y firmaban el punto sumado contra el líder, Isco decidió ganar el partido. Él solito, sin ayuda ninguna o escoltado por su compañeros. La entrada de Marcelo ayudó a lograr este propósito y así llegó el gol de la victoria. Un pase del lateral brasileño, cuya entrada contribuyó a rebajar pulsaciones en defensa, donde Ramos estaba al borde del infarto (ayudado en gran medida por el nefasto arbitraje, que pitaba lo que no era y no pitaba manos y agarrones clarísimos en el área local), le llegó al malagueño y este se encargó de enviarla directamente al jaulón con un preciso derechazo que se coló por el palo corto de Cuéllar. Golazo y datazo que debería hacer reflexionar a Zizou: Isco lleva 9 goles y 4 asistencias en 1.389 minutos jugados en esta Liga, mientras que Bale cuenta 7 goles y 4 asistencias en 1.371 minutos en este campeonato. Unos números y tres puntos de oro que deberían hacer reflexionar a Zidane. Con o sin la BBC.