Alberto Arauz (@Arauz84)
Sueño cumplido. Vincenzo Nibali por fin puede presumir de tener la carrera con la que siempre había fantaseado. El siciliano, dominó de principio a fin un Giro de Italia marcado por una climatología que acabó desluciendo el espectáculo. Sin embargo, ni un ciclón tropical hubiera podido con el de Astana. Nibali machacó a sus rivales subiendo, les intimidó bajando y los terminó de aniquilar en la lucha contra el reloj. Con Vuelta y Giro en su haber, al escualo de Messina sólo le queda morder el más preciado entorchado siendo el mejor en Francia.
No es menos cierto que se echaron en falta rivales de mayor tronío. Ni Urán ni Evans, uno por novel y el otro por veterano y conservador, apenas inquietaron al campeón italiano. Scarponi, Santambroggio o Betancur, rindieron a gran nivel, pero su motor, no da para más. El fracaso estrepitoso llegó por parte de un Wiggins que vino con aires de estrella pero que jamás brilló. Intxausti salvó los muebles de la delegación española con una preciosa victoria y una actuación regular. Samuel, dejó ciertos destellos de la clase que atesora, pero la nota global apenas llega al suficiente.
Brescia hacía hoy las veces de Milán para poner el broche a la carrera. Sólo quedaba por dirimir quién se llevaba la gloria el día de los homenajes. El adoquín que engalana el bonito centro histórico de la ciudad lombarda, sería el escenario de la batalla de los intrépidos velocistas. Pero hablar de batalla estando Cavendish en liza, suena a puro eufemismo. El británico confirmo su tiranía anotándose la quinta en el Giro que encumbró al bravísimo Nibali.