Kobe Bryant ha sido probablemente el jugador más homenajeado en su última temporada en la historia del deporte profesional. Para su última noche como Laker el homenaje fue nuestro.
Hasta esta noche hubo más recordatorios, más Top 10, más miradas atrás….que tiempo real, presente. Ha sido una temporada retrospectiva.
Una temporada en la que se ha recordado… hasta que Kobe quiso un momento para el recuerdo.
En un ejercicio de orgullo y talento descomunales, Kobe firmó un último autógrafo en forma de partidazo. Tope anotador de cualquier jugador de la NBA esta temporada y un partido más con 60 puntos, que valen su peso en púrpura y oro. Culminando la remontada y anotando los tiros decisivos.
Podría seguir jugando si quisiese, podría optar a ganar algún anillo, podría ser una segunda o tercera opción en un equipo más competitivo, pasar más, tirar menos, ser un especialista… pero no sería Kobe. Kobe es lo que hemos vivido esta noche. One-man-army, el ejército de un sólo hombre. La individualidad más notable de este deporte de equipo. Decidió dejarlo cuando quiso, y dejarnos con la boca abierta en su último partido.
Este es su mundo, estas son sus reglas.